En el corazón del lujo contemporáneo está surgiendo una nueva forma de belleza que deslumbra por su perfección y por la ética que la sostiene. Solitario encarna ese cambio. Sus diamantes de laboratorio desafían el paradigma histórico del brillo eterno y lo reinventan bajo una luz más responsable, donde la ciencia, la estética y la conciencia forman un mismo destello.
Además, esta Navidad, Solitario lo encarna con una embajadora de excepción, Victoria Federica de Marichalar de Borbón. Su imagen, asociada a la elegancia natural y a una estética minimalista, encaja con la filosofía que esta marca quiere trasladar en esta campaña. Por eso su unión era cuestión de tiempo. Y ha llegado.
Durante siglos, el diamante natural fue el símbolo indiscutible de la grandeza: rareza geológica, gesto romántico, emblema de estatus. Sin embargo, ese legado también implicaba una cara menos visible: extracción intensiva, impactos ambientales y procesos de origen poco transparentes. Solitario propone reescribir esa historia. Su visión parte de una premisa simple pero transformadora: que la belleza no tiene por qué dejar un rastro de daño para existir.



La firma adopta la tecnología CVD —uno de los avances más precisos en la creación de
diamantes cultivados— para recrear el proceso natural de formación con fidelidad
científica.En condiciones controladas, el carbono se deposita milimétricamente sobre una
semilla de diamante, dando lugar a gemas de pureza sobresaliente. No es una imitación:
es un diamante auténtico, nacido con transparencia total y sin el impacto ambiental ni
social de la minería.
Esa precisión científica se transforma en lujo tangible. Las gemas de Solitario destacan por su blancura excepcional —en grados E, F y G— y una claridad impecable desde VS1, cualidades reservadas tradicionalmente a los diamantes más codiciados del mundo. Y, sin embargo, este lujo se abre a más personas: la ausencia de minería permite ofrecer piezas cuyo valor económico es hasta la mitad del de sus equivalentes extraídos, manteniendo idéntica calidad gemológica.
La colección de la casa evoca un lenguaje atemporal: el del compromiso, el afecto y los hitos que marcan una vida. Anillos solitarios, alianzas esculpidas con precisión, pendientes que atrapan la luz, colgantes que celebran la intimidad… Todo fabricado en oro de 18 quilates y diamantes cultivados de entre 0,30 y 8 quilates, pensados para acompañar tanto los grandes momentos como la belleza cotidiana. Piezas diseñadas para perdurar, pero también para evolucionar con quien las lleva.



Cada gema se certifica mediante el International Gemological Institute (IGI), el mismo estándar utilizado para evaluar diamantes naturales de alta gama. Una garantía que no solo valida la calidad y el brillo, sino la trazabilidad absoluta de su origen. A ello se suma una promesa poco habitual en el sector: una garantía de por vida que incluye reposición gratuita de la piedra, un gesto que subraya la confianza de la marca en su propio rigor y su compromiso a largo plazo con cada cliente.
Solitario nace para abrir una nueva etapa del lujo: informado, consciente y alineado con los
valores de su tiempo. Su producción combina el saber hacer de talleres especializados con
técnicas de máxima precisión. Cada joya pasa por un proceso meticuloso de selección y acabado antes de ver la luz, concebida como un mensaje: la belleza puede ser ética, y la ética puede ser bella.
