El sector del tabaco vive un momento de cambio radical. El consumo tradicional de cigarrillos está dejando paso a alternativas libres de humo y grandes compañías como British American Tobacco se esfuerzan por liderar esa transformación. Ejemplo de ello es que las nuevas categorías (vapeo, tabaco calentado, bolsitas de nicotina) suponen más del 18% de la facturación total de Grupo.
El encargado de consolidar esta estrategia multicategoría en el mercado ibérico es Javier Álvarez Ballespín, que lleva 25 años en la compañía. Desde febrero del 24 lleva las riendas de BAT en España y Portugal,
¿Cuál es su balance?
El balance es muy positivo. Un cuarto de la facturación de BAT en nuestro país proviene ya de productos sin combustión. Liderar esta transición me motiva, porque la innovación puede transformar la industria y contribuir al bienestar social. Además, nos enorgullece ser reconocidos como Top Employer durante 14 años consecutivos y nombrados Mejor Empresa para Trabajar en España, lo que refleja nuestro compromiso no solo con los consumidores, sino también con el bienestar de nuestros empleados.
¿Cómo está siendo la aceptación por parte de los fumadores adultos de los productos sin combustión?
En este momento, los fumadores tienden a buscar otras formas de consumo de nicotina con menos riesgo para la salud, y estos productos generan entre un 90% y un 99% menos de sustancias tóxicas*. En el caso de nuestras marcas, Vuse (vapeo) tiene 11,9 millones de consumidores en 63 mercados, glo (tabaco calentado) 10,2 millones y Velo (bolsitas de nicotina) 7,4 millones a nivel global. En España, la evolución sigue siendo lenta en comparación con otros países europeos. La prevalencia total en vapeo está en torno al 19%, según la Encuesta Nacional de Salud y Encuesta Europea de Salud del INE, y el tabaco calentado representa aproximadamente el 3,41% del total de labores de tabaco vendidas, según datos del informe del Ministerio de Hacienda mencionado anteriormente. Su estrategia “Un Mañana Mejor” busca avanzar hacia un mundo sin humo.
¿Qué pasos están dando para lograrlo?
Queremos que, para 2035, el 50% de los ingresos provenga de productos sin humo y llegar a los 50 millones de consumidores en 2030. BAT, y el sector en general, estamos cambiando y adaptándonos para llegar al objetivo del 5% de fumadores marcado por la OMS y así conseguir ser un país libre de humo. Es un reto ambicioso que no solo requiere innovación por parte de las empresas y toda la cadena de valor del sector, sino un marco regulatorio y planes de salud pública que contribuyan y nos lleven en la misma dirección. Un reto ambicioso pero alcanzable si observamos el caso de Suecia, que se ha convertido en un país libre de humo gracias a unas políticas y regulaciones que han integrado el importante papel de las nuevas alternativas en la lucha contra el tabaquismo.
¿Qué papel juega la innovación científica en esta transformación?
Es clave. Gracias a la ciencia, desarrollamos productos de menor riesgo, eliminando la combustión, principal causa de los tóxicos responsables de enfermedades graves como el cáncer, y no la nicotina, como algunos piensan equivocadamente. Por eso, invertimos más de 300 millones de euros anuales en I+D. También hemos lanzado el proyecto Omni, una plataforma abierta que reúne cientos de estudios, tanto internos como de terceros, para ofrecer información clara y objetiva sobre la ciencia detrás de estos productos. Además, presenta cuestiones tales como las nuevas categorías como puerta de salida del tabaquismo o qué es la nicotina, entre otros. El Ministerio de Sanidad ha planteado nuevas restricciones sobre los productos de riesgo reducido.
¿Cuál es la posición de BAT al respecto?
Apoyamos los objetivos de salud pública, pero consideramos totalmente desproporcionadas las restricciones propuestas. La CNMC y varios países europeos han señalado deficiencias legales y riesgos para la competencia y la innovación. Incluso el Gobierno sueco ha expresado su preocupación formalmente en una carta a la Administración española, sugiriendo que estas medidas podrían generar una distorsión en el mercado interior de la UE y afectar la vida cotidiana de los consumidores porque limitar sabores en las bolsitas y fijar niveles de nicotina excesivamente bajos supondría la prohibición de facto de este producto.
¿Qué efectos cree que podría tener su aplicación?
Los sabores facilitan la transición y su prohibición fomentará el mercado ilícito y la comercialización de productos sin control de calidad. Además, el 71% de los encuestados por la AEC afirma que, de prohibirse los productos alternativos, volverían al cigarrillo convencional. Restricciones severas afectarían también a las 13.000 familias detrás de los estancos, pymes que conforman la mayor parte del sector en nuestro país.
¿Qué modelo de regulación sería el más adecuado en su opinión?
Debe ser proporcional, basado en ciencia y evidencia. Proponemos sistemas de venta por licencia, verificación estricta de edad y regulación responsable de sabores y niveles de nicotina, alineados con estándares internacionales. Países como Reino Unido, Nueva Zelanda o Suecia han reducido el tabaquismo con estas políticas. España podría adaptar estos modelos, promoviendo campañas educativas y colaborando con profesionales de la salud y gobiernos.
