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Arquitectura del vino

Ana Coll, directora de marketing de Grupo Disber y Bodegas Vegamar, nos cuenta cómo la creatividad, la sostenibilidad y la innovación marcan el rumbo de su trabajo.

Fotografía Sonia Sabnani

Formada como arquitecta y hoy directora de marketing en Grupo Disber —líderes en el sector de lotes de Navidad en España— y Bodegas Vegamar, Ana Coll (Valencia, 37 años) ha trasladado su manera de entender la estética al mundo del vino y el gourmet. Su trayectoria combina el respeto por la tradición con la apuesta por la innovación, siempre con una premisa clara: que cada proyecto emocione, sea auténtico y deje huella. En esta conversación con Forbes Women, la valenciana comparte cómo usa su mirada creativa para dar vida a marcas y experiencias, los retos que ha encontrado a la hora de abrirse camino en el sector del vino, la importancia de la sostenibilidad en los nuevos hábitos de consumo y el valor de encontrar inspiración en lo cotidiano.

¿Qué aprendizaje de su formación y mirada como arquitecta aplica en su trabajo actual?

Cualquier proyecto de arquitectura requiere visión, estructura y estética. Esa forma de pensar, junto con el cuidado por los detalles, la aplico hoy en marketing: entender la marca como un todo coherente, construir una identidad sólida, con productos que el cliente recuerde tanto por dentro como por fuera, y diseñar espacios propios que funcionen también en lo emocional. Me gusta que quien prueba Vegamar sienta que ha probado algo auténtico.

Ha dicho que tanto un edificio como un vino o un lote deben “hablar de verdad, emocionar y dejar huella”. ¿Qué significa para usted, en lo personal y profesional, crear proyectos con emoción y propósito?

Para mí significa que detrás de cada proyecto haya autenticidad. Que no sea solo un producto bonito, sino algo que conecte con la gente de manera real. Cuando un vino es verdadero se nota, y nosotros trabajamos con productos que nacen desde nuestros viñedos propios. Esa es la motivación que busco: crear algo que sea recordado porque ha dejado huella.

¿Qué parte de su día a día fuera del trabajo considera esencial para inspirarse y mantener esa creatividad que después traslada al mundo Vegamar y Disber?

La inspiración me llega de lo cotidiano: caminar, viajar, leer, compartir una mesa con amigos, probar sabores nuevos o simplemente observar cómo la gente disfruta de los pequeños momentos. Soy muy curiosa y observadora, y creo que esa manera de mirar me ayuda después a transformar ideas en experiencias dentro del Grupo.

La clave está en no ver tradición e innovación como opuestos, sino como dos fuerzas unidas

Grupo Disber combina el peso de 40 años de historia con una fuerte apuesta por la innovación. ¿Cómo logran equilibrar esa tradición con la necesidad de conectar con nuevas generaciones y tendencias?

Nuestro punto de partida siempre es el respeto por la tradición, porque es lo que nos da identidad y credibilidad. Pero al mismo tiempo, sabemos que el consumidor actual busca algo diferente: un regalo más exclusivo, un producto gourmet distinto o un packaging más sostenible. La clave está en no ver tradición e innovación como opuestos, sino como dos fuerzas que pueden convivir.

El vino ha sido históricamente un sector con mayoría de hombres. Hoy cada vez más mujeres ocupan espacios de liderazgo. ¿Cómo ha sido para usted abrirse camino en este contexto y qué cambios percibes?

Ha sido un camino de retos, pero también de mucha satisfacción. Al principio sientes que debes demostrar más, pero poco a poco esa barrera se rompe con trabajo, constancia y resultados. En mi caso, las mujeres que formamos parte del equipo hemos aportado nuevas sensibilidades y formas de hacer las cosas. Creo firmemente que la diversidad enriquece siempre.

Uno de los pilares de sus próximos proyectos es la sostenibilidad. ¿Cómo cree que este compromiso transformará la experiencia del consumidor en los próximos años? ¿Considera que esa transformación interna de la empresa puede convertirse en un valor añadido para quien compra y disfruta vuestros productos?

Totalmente. El consumidor ya no solo busca calidad, también quiere sentirse parte de una filosofía de vida más responsable. La sostenibilidad no es una moda, es una exigencia social. Si como empresa nos acercamos a ella de forma honesta y coherente, no solo cuidamos del entorno, también damos al cliente un motivo más para elegirnos.

Más allá del trabajo, si tuviera que elegir un vino de Vegamar y acompañarlo de un momento o experiencia personal que le represente, ¿cuál sería ese maridaje perfecto y por qué?

Elegiría un Vegamar Esencia, porque me recuerda que lo más importante es disfrutar de la autenticidad. Lo maridaría con una comida al aire libre, rodeada de familia o amigos, en esas conversaciones que se alargan sin prisa. Para mí, ese es el maridaje perfecto: vino, naturaleza y personas queridas, todo unido en un momento sencillo.

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