En la quietud luminosa de Ibiza, donde el sol parece esculpir cada rincón con intención, las joyas de Elisa Pomar Ibiza son relatos que se llevan en la piel. Objetos que susurran historias de mujeres fuertes, de tradiciones centenarias y de una isla donde la belleza se transmite como un legado sagrado.
Desde su taller en el Paseo Vara de Rey, Elisa eleva la joyería a lenguaje propio. La tradición es un punto de partida. Cada pieza nace del respeto profundo por la ornamentación ibicenca, pero se deja tocar por la modernidad, por los viajes, por la sinergia con otros artistas. El resultado es una colección viva que celebra el pasado sin renunciar al presente.
La emprendada, joya ceremonial y símbolo de la identidad ibicenca, fue el comienzo de esta aventura. A través de su estudio, Elisa extrajo una estética, una ética y una voz. Desde que fundó su firma en 2008, sus creaciones —numeradas y con denominación de origen— se han convertido en piezas únicas que habitan un territorio propio, entre la memoria y la vanguardia.

La artesanía que lleva en las manos no es casual. Elisa representa la cuarta generación de una familia de joyeros. Su bisabuelo fue conocido como “el joyero del rey”, y contaba entre sus clientes al mismísimo Alfonso XIII. Hoy, ese linaje toma una nueva forma: la de una diseñadora que entiende que el valor de una joya no está solo en su brillo, sino en su historia.
Sus piezas, de gran tamaño y presencia rotunda, reivindican la belleza sin concesiones. No tienen miedo de ser el centro. Incorporan influencias de otras culturas, destellos de pasarelas y memorias de sus viajes. No es casualidad que firmas como Dolce & Gabbana hayan elegido sus joyas para vestir sus desfiles internacionales: hay algo en su obra que desafía y seduce a partes iguales.
Este año marca un nuevo comienzo. La firma abre una segunda tienda, también en el corazón de Vara de Rey, y transforma sus espacios icónicos de la joyería ibicenca. Lugares donde no solo se exhiben joyas, también una forma de entender el lujo como experiencia, como permanencia, como raíz.
En 2016, Elisa Pomar recibió la Medalla de Oro del Consell d’Eivissa, un reconocimiento al valor cultural de su trabajo. Pero sus verdaderos hitos son otros: ver cómo sus piezas recorren el mundo, cómo dialogan con nuevas generaciones, cómo mantienen vivo un legado que habla de Ibiza con un idioma propio.
En un mundo veloz y volátil, las joyas de Elisa Pomar Ibiza nos invitan a detenernos. A contemplar lo que permanece. A vestir una historia que no pasa de moda. Y así, la artesanía y el diseño de la más alta calidad se aúnan en cada una de sus joyas, que encarnan la más pura esencia de la filosofía de Adlib Ibiza. Porque hay belleza que no se inventa, se hereda. Y cuando se lleva con orgullo, se convierte en símbolo.
