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Álex de la Iglesia y Carolina Bang: Binomio de éxito

Álex de la Iglesia y Carolina Bang son los fundadores de Pokeepsie Films, la productora que se ha propuesto agitar los cimientos de la industria audiovisual española hasta crear una nueva dimensión a golpe de thriller, de comedia y de terror. Que empiece la acción.

Las entrañas de asfalto de Madrid esconden mundos donde suceden cosas que nadie espera. Malasaña, 16.30h. Entramos en una tienda, a priori, de telefonías para descender por las escaleras que nos transportan a otra dimensión. La luz natural pronto desaparece en virtud de unas luces de neón que nos invitan a meternos en esta boca del lobo que no muerde. Solo aúlla. Letreros con lemas de “Siempre abierto” y “Gaming Zone”, carteles de películas sobre muros de ladrillo, figuras gigantescas de Hulk y de Curro de la Expo 92, peluches sucios en una tienda de los horrores, estudios de tatuajes convertidos en oficinas acristaladas o una barra de bar que lo sigue siendo. Hablamos de un horror vacui donde lo tétrico y la comedia conviven con el absurdo y la ternura capaz de conectar con el niño que llevamos dentro. Uno gamberro, por supuesto. “Bienvenidos a Pokeepsie”.

De esta manera nos recibe Carolina Bang (39 años, Santa Cruz de Tenerife), actriz y productora a los mandos de esta factoría de ficción que se ha propuesto romper los moldes de la producción audiovisual de nuestro país y seguir haciéndolo lejos, muy lejos. Su aliado: Álex de la Iglesia (59 años, Bilbao). “¿Un objetivo? Dominar el mundo”. Bromea el cineasta vasco.

Bang y De la Iglesia se conocieron en el rodaje de la serie Plutón BRB Nero y desde entonces, la actriz se ha convertido en musa, esposa y socia del director. En 2014, este binomio de artistas creó un espacio donde dar rienda suelta a su infinito imaginario y abrazar géneros como el thriller, la comedia, el horror y la fantasía hasta dibujar un lenguaje propio. Así nació Pokeepsie Films. “La formamos para hacer Musarañas”, explica Bang, “nunca pensé que íbamos a convertirnos en una productora que siguiera en el tiempo”. Veneciafrenia, Perfectos desconocidos, 70 Binladens y la serie 30 monedas de HBO Max son solo algunos nombres de proyectos ambiciosos que han salido desde Pokeepsie Films que, además continúa con su apuesta por otros directores que están marcando el rumbo del entretenimiento nacional e internacional.

En 2020, la compañía se asoció con Sony Pictures y Amazon Prime Video para desarrollar The Fear Collection, una antología de películas de terror con distribución internacional. En 2024, la productora celebró su 10º aniversario como uno de los referentes nacionales en lo audiovisual y lo hizo con una batería de estrenos para cerrar un año de fantasía pokeepsieana. En diciembre lanzaron 1992, un thriller dirigido por el cineasta bilbaíno y ambientado en la Expo de Sevilla; Santuario, una serie de ciencia ficción para Atresplayer y Culpa Tuya, la primera parte de una trilogía de largometrajes para el público más joven que ha dado la vuelta al mundo. La rueda empieza a girar aquí.

¿Cuál era el escenario de la industria cuando empezaron con Pokeepsie?

De la Iglesia: Hace 10 años pintaba que esto iba a ser una explosión de producción. Veíamos que iba ocurrir y nuestra intención era avisar para que el audiovisual español se aprovechara de esta situación. Aún no estaba Netflix, HBO, Amazon Prime Video… Todavía no habían entrado las grandes plataformas por lo que era una gran oportunidad.

Terror, thriller, comedia… Tocamos todos los palos. Nuestro denominador común es que hacemos lo que nos gusta

Bang: Ha mejorado muchísimo el panorama. Ahora en España se produce mucho más. Cada vez hay más productoras, series, películas, plataformas… Era algo que ya estaba pasando en EE.UU. pero no en Europa. En ese momento Álex fue un visionario y lo vio. Entonces pensamos, “tenemos que ponernos las pilas porque hay mucho que hacer”. Estamos en España, en una industria ya muy formada, con técnicos maravillosos y por qué no vamos a competir en esa liga.

¿Cómo se han adaptado a los nuevos formatos?

Bang: Terror, thriller, comedia, romance, young adults… Tocamos todos los palos. Nuestro denominador común es que hacemos lo que nos gusta. No pensamos en que ahora se lleva esto y que vamos a generar un proyecto ad hoc a lo que nos están pidiendo. Son proyectos que nos llegan o que promovemos nosotros, pero lo primero de todo es que nos tiene que gustar. Al final estás muchos años con una película o con una serie y, si no te gusta, es un infierno.

¿Ha cambiado el público en estos diez años?

De la Iglesia: El público es el mismo, pero ahora está en sitios distintos. No está solo en las salas, también en el ordenador o el móvil, pero sigue pidiendo lo mismo: entretenimiento. Muchas veces inteligente, complicado o de festival. Otras veces está relajado, quiere palomitas y quiere pasárselo bien. Somos más de la segunda parte.

¿En qué momento están ahora?

De la Iglesia: Por fin tenemos una estructura que nos permite hacer las cosas que nos apetecen. Estamos disfrutando mucho. Veneciafrenia, Musarañas o Los Héroes del mal son, por ejemplo, películas complicadas que cuesta sacar adelante pero que, gracias a que hacemos todo tipo de cine, podemos hacer cosas más difíciles. Y eso es una gozada, no tienes barreras. Cuánto más sólida o estable es la productora, más posibilidades hay de libre movimiento y de ideas.

¿Qué objetivo se plantean?

Bang: Queremos hacer proyectos grandes, pequeños y de todos los géneros. Mi ilusión es que cada vez seamos más, tener más guionistas y más equipos para simultanear rodajes y proyectos. “Virgencita que me quede como estoy”, pero más grande.

De la Iglesia: Me gustaría que nos abriéramos a mercados de fuera. Me apetecería hacer películas en Francia o Corea. No sólo ver el cine como algo americano y alrededor un montón de gente pequeñita. Podemos hacer productos de calidad y entrar en competición con grandes compañías americanas. ¿Por qué no?

¿Cuál es el formato que más se demanda?

Bang: Nos apetece mucho hacer series porque es lo que más se está haciendo ahora. Las series me encantan porque puedes tener mucho más desarrollo de las historias. Aunque también te ocupan mucho más tiempo.

De la Iglesia: Nuestro formato clásico es el largometraje. Pero no deja de ser algo estándar que proviene del tiempo que uno aguanta en una sala a oscuras. Ahora, el espectador está delante de un teléfono, del ordenador, en su casa y tiene más tiempo para dedicarle al tema. El formato ya no es exclusivo de 90 minutos, sino que puede ser una novela por entregas como las de Dickens o Balzac. Tienes la posibilidad de generar más situaciones, otros mundos.

¿Cuál ha sido su proyecto más ambicioso?

Bang: En presupuesto, en diseño de producción, en volumen, en todo… 30 monedas. Yo creo que no se ha hecho una serie con igual presupuesto todavía en España. También era la primera serie que producíamos desde Pokeepsie y fue todo un reto. No fue fácil. Fue un proyecto muy ambicioso porque no sólo rodamos en España. Rodamos en Nueva York, Ginebra, Jerusalén, París, Londres… En muchos sitios.

De la Iglesia: Yo lo recuerdo con un nivel de tensión enorme en el rodaje. En plan: si hoy no acabo tenemos un problema. Teníamos que ser muy estrictos y fue duro. Es muy diferente ser director a ser director y productor.

¿Qué presupuesto manejaban?

De la Iglesia: Teníamos 3,5 millones por episodio. Para España es mucho nivel, pero un capítulo de The Witcher son 10 millones y nosotros nos comparábamos con Juego de Tronos. El público no está pensando en eso. Piensa “qué cutres” o “qué guay”. La clave fue cómo suplir esa diferencia de presupuesto con las ganas de un equipo que se está dejando la piel. En Nueva York, por ejemplo, recuerdo estar en Times Square parando el tráfico con diez personas. O cuando rodamos El Vaticano en un pueblecito de Segovia, o Jerusalén en Pedraza. Es esa sensación de generar un mundo con los torreznos del bar de Segovia. Era la sensación de tener muchos medios y de estar pilladísimo al mismo tiempo.

¿Cómo fue la gestión del equipo?

Bang: El equipo es de lo que tenemos más suerte en Pokeepsie. Hemos generado un equipo que al final repetimos muchísimo. Y me da igual decirlo. La gente funciona y hemos creado una familia en la que nos entendemos y que “En 30 monedas teníamos un presupuesto de 3,5 millones por episodio. Para España, es mucho nivel” trabaja con solo mirarte. Es de lo que más orgullosa estoy de la productora.

Bang y De la Iglesia, ¿cómo funciona este binomio en lo profesional?

Bang: Nos conocemos ya los trucos del uno y del otro. Nos compenetramos muy bien. Hacemos buen equipo. Si no, no llevaríamos todos los años que llevamos en la productora. También sabemos cuándo alguien nos está vendiendo algo que no es. Ahí usamos mucho el “veto” y el “next”.

De la Iglesia: Es tremendamente fácil. Nos conocemos muy bien y nos adivinamos las jugadas. Jugamos casi 3 o 4 movimientos por delante y está muy bien porque vamos rápido y hay una frontera, una línea roja que es cuando de pronto uno dice que no. Entonces no se discute, porque ¿para qué? Nos queremos entonces es muy fácil parar. Dedicar tiempo en convencer al otro de una idea no lleva a ningún lado.

Parece que nunca se equivocan.

De la Iglesia: Podríamos decir que nos corregimos el uno al otro, pero no va así. Es peor. Si yo noto que ella va por un lado, yo lo amplío. Y ella dice, “¿ah sí?” Pues lo amplía más. Directamente o nos estrellamos o triunfamos. El asunto es apoyarse y en una dirección.

Bang: Metemos mucho la pata. Los rodajes son duros y hay mucho estrés. Vamos todos rápido, a una y entonces pasan cosas. Se generan situaciones muy estresantes que luego son divertidas, porque nos reímos, pero en el momento es un verdadero infierno.

¿Cuál es el componente diferencial de Pokeepsie?

Bang: Intentamos formar una gran familia, con un equipo en el que estemos a gusto y que el trabajo sea lo más divertido posible. Tampoco estamos todo el día jugando al futbolín (ríe). Al final es un truco porque estás a gusto en la oficina y pasas muchas horas. De la Iglesia: Intentamos que el lugar donde estamos, lo que hacemos y el trabajo administrativo forme parte del mismo sentimiento de dirección y de entrega. Que no haya tiempos muertos.