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Cómo un ron puede convertirse en un destilado de culturas y en una historia de superación 

La herencia de Speyside, origen de una nueva historia de superación y maestría.

Speyside, región icónica de Escocia famosa por sus whiskies de malta suaves y complejos, se convierte en el punto de partida del último y sofisticado giro en la historia del ron Santa Teresa. Inspirado por la riqueza cultural y la tradición de esta región, la edición limitada Santa Teresa 1796 Speyside Cask Finish trae consigo la maestría de los whiskies escoceses en un proceso de envejecimiento único, que simboliza la unión entre dos mundos.

La familia Vollmer-Ribas ha hecho de las adversidades, oportunidades y de los retos, un ron valiente que destila creatividad y maestría. Todo comienza con una historia en la que no falta creatividad y mujeres con maestría.

Cuando los soldados españoles secuestraron a la niña Panchita Ribas, prima de Simón Bolívar, a su paso destructor por la región de Aragua (Venezuela) solo quedaron de testigos los chaguaramos —la especie local de palmera— y una esclava que su familia había liberado tiempo atrás. Así arranca la insólita historia del ron más veterano y comprometido de Venezuela, el ron Santa Teresa, que desde sus orígenes ha sido un blend de culturas y un ejemplo de cómo las adversidades pueden transformarse en oportunidades con innovación. 

Pero el último y sofisticado giro de la historia del ron Santa Teresa se llama Santa Teresa 1796 Speyside Cask Finish, la primera edición limitada de la casa, con un envejecimiento de no menos de 13 meses en barricas que previamente contenían whiskey Speyside. Este proceso se suma al triple envejecimiento característico del ya conocido Santa Teresa 1796, de manera que esta elaboración pasa por hasta cuatro barricas de roble diferentes antes de ser embotellada en la Hacienda Santa Teresa deliberadamente al 46% de concentración de alcohol, para no perder un solo matiz.

El triángulo de las barricas

Poco podía imaginar Panchita Ribas en su secuestro que más de 200 años después, el legado de su familia llegaría tan lejos y el ron que se comenzó elaborando como un trago popular, sería una bebida premium, producto de un trabajo artesano y maestro. Esta edición limitada, que la casa lanzó el pasado abril, lleva la firma de otra mujer: Nancy Duarte, la primera maestra ronera, que sigue los pasos valientes de su antecesor en Santa Teresa, Néstor Ortega, y que tiende así un puente de ida y vuelta entre Venezuela y Escocia. Pues, si bien Santa Teresa 1796 es un destilado que, por su carácter matizado y seco, atrae al tradicional bebedor de whisky, ST1796 Speyside Cask pretende seducir al ‘bebedor de escocés’ más exigente. Para ello incorpora notas de cebada malteada, almendras caramelizadas y humo de leña que en la copa se convierte en un destilado de sabor robusto y mucho cuerpo, y que al paladar llega como un equilibrio perfecto con toques de miel y caramelo, de albaricoque, de frutos secos y de chocolate amargo. “ST1796 Speyside es un ron único que sabe simultáneamente a Venezuela y Escocia”, concluyen desde Santa Teresa.

Se cierra el triángulo de las barricas: los whiskys de malta escoceses, tradicionalmente envejecidos en botas (las barricas del vino de Jerez), legan su aroma al ron venezolano, cuyas barricas a su vez se emplean para envejecer whiskys y vinos de Jerez.

Esto es la culminación de una historia de inconformismo, cuyas primeras líneas están teñidas de escarlata como las gotas del propio ron Santa Teresa, y que —como decíamos— comenzó a escribirse a comienzos del siglo XIX. Fue en plena guerra de la independencia venezolana, en la que toda la familia Ribas había sido aniquilada, incluido el padre de Panchita, José Félix Ribas, comandante en jefe del ejército patriótico.

Panchita Ribas creció, como la Escarlata O’Hara de Venezuela, con la mirada puesta en la reconstrucción de su tierra. Pero ninguno de sus sueños habría sido posible de no ser por aquella esclava liberada por su familia, quien tan pronto como supo del secuestro de Panchita, se presentó ante los soldados españoles con siete piezas de oro para pagar su rescate. Así, el primer gran cruce cultural en la Hacienda Santa Teresa fue la boda en 1830 de la propia Panchita Ribas 1830 con un joven comerciante alemán, Gustav Julius Vollmer, quien había llegado de Europa cargado de objetos e invenciones sensacionales, entre ellos unos alambiques de cobre a los que pronto encontraría uso el hijo de la pareja, Gustavo Julio Vollmer Ribas. 

El primer descendiente de Panchita compró a su primo la hacienda Santa Teresa, que el conde de Tobar había fundado en 1796. El noble español había comenzado a cultivar café, cacao y caña de azúcar, una planta proveniente del sureste asiático, que se había introducido en el valle ya en 1500 por sus tierras fértiles y húmedas que favorecen su cultivo. La familia Vollmer-Ribas dio continuidad a estos cultivos, pero dio un paso más y comenzó a producir en aquellos alambiques alemanes el primer ron venezolano, el ron Santa Teresa, cuya marca registró en 1909. Desde entonces, este ron se ha convertido en símbolo de renacer, de unión de culturas, y de la riqueza de una tierra resiliente.

El impuesto de los ángeles y la magia del alquimista

De cara al bicentenario de la fundación de la finca, Alberto Vollmer Herrera, miembro de la cuarta generación de la familia, lanzó un reto: el de crear un producto super premium, el Santa Teresa 1796, que fuera capaz de reunir la esencia de 200 años de maestría e historia. La respuesta fue más cruce y riqueza cultural. Tomando como inspiración el sistema de solera de los vinos de Jerez, se creó en 1992 la bodega de solera del ron Santa Teresa. En una superposición de barricas de cuatro alturas, el ron pasa por un proceso de alquimia que arranca con el ron madre, el contenido en la cuarta barrica, la que está más cerca del suelo (la de solera) y que nunca se vacía del todo. El ron madre está elaborado a base de un blend de tres alcoholes (el pesado, el ligero y el artesanal ‘pot still’, de alambique),extraídos en diferentes puntos de la destilación y añejados en barricas de roble por un mínimo de cuatro años y un máximo de 35. En este periodo el alcohol ha ‘respirado’, expandiéndose y contrayéndose la barrica, y se ha evaporado una pequeña parte, lo que se conoce como “el impuesto de los ángeles”.

Con esta receta, en la que el maestro ronero busca el equilibrio y los aromas, se rellena la barrica de solera, donde descansa hasta su embotellado. Llegado el momento, sólo la mitad de esta barrica va a parar a los toneles, de manera que en ella siempre descansa el ‘ron madre’. Después, de la tercera barrica se obtiene la mitad para mezclarla con la cuarta, la mitad de la segunda va a parar a la tercera, la mitad de la primera barrica se introducirá en la segunda y, la primera, que se queda a la mitad, se rellenará con el blend de ron ligero-pesado- artesanal añejado de cuatro a 35 años para que se realice la crianza.

Tampoco el 100% del tonel extraído de la cuarta barrica se embotella. De los 19.000 litros de ron añejado sólo se embotellan la mitad. La otra mitad permanece en el tonel añejando durante más tiempo. Sin duda, un trabajo que tiene plasmado el gusto artesano desde el alambique hasta el sellado del corcho que se realiza mediante la aplicación manual de la cera, para que cada botella sea una pieza exclusiva. Así, Santa Teresa 1796 es un ron valiente, elegante, sorprendentemente seco (tiene 3 gr de azúcar por litro), suave y equilibrado.

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