Competir con las legendarias firmas que sentaron los cimientos de la alta relojería moderna en los siglos XVIII, XIX y XX intimida y no está al alcance de cualquiera. Pero esas enseñas de excelsa trayectoria que han llegado hasta hoy con sus complejos movimientos no lo inventaron todo, y siempre hay hueco para una idea feliz. Como la que tuvo el empresario Carlo Crocco en los 80. Al italiano, que fundó la compañía de relojes MDM Genève en Ginebra, se le ocurrió mezclar en un reloj dos materiales antagónicos en aquel entonces: el elitista y tradicional oro amarillo y el caucho natural para la correa. Lo llamó Hublot, que en francés significa ojo de buey, porque se inspiraba en las ventanas de los barcos. Y solo con un diseño tan rompedor y reconocible pudo acceder al restringido y competitivo universo de la alta relojería.
Aquella disrupción no fue la única. A lo largo de los años, Hublot ha hecho de la innovación su razón de ser, y ésta no se circunscribe solo a la estética de sus relojes. Los responsables de la marca se toman la relojería muy en serio, y eso atañe, en primer lugar, al interior de cada pieza. Los Hublot han ido ganando con el tiempo en complejidad y en dotaciones mecánicas. El 90% de los relojes que se producen en su sede de la localidad suiza de Nyon (70.000 al año) son mecánicos, y no de cuarzo. El 25% funciona con movimientos de manufactura, y 400 ejemplares anuales portan altas complicaciones (tourbillones, calendarios perpetuos, etcétera), más que otras casas con más historia detrás.
Uno de los mayores puntos de inflexión de la casa, que en 2005 alumbró su exitoso modelo Big Bang, tuvo lugar cinco años después, en 2010. Tras cinco años de desarrollo, marcó un hito con la presentación del Calibre Unico, el primer movimiento diseñado al 100% por la manufactura, tan vanguardista como los nuevos materiales que emplea para confeccionar sus piezas. Para una marca de relojes, fabricar sus propios movimientos (los motores de estos instrumentos) supone un salto cualitativo. Deja en parte de depender de terceros, muestra su poderío técnico y demuestra su voluntad de jugar en las grandes ligas.
El Unico de Hublot, un cronógrafo automático con 72 horas de reserva de marcha, aproximadamente, era sólido y fiable, y se convirtió en la piedra angular de la mayoría de sus relojes. Incluía una transmisión de rueda de pilares visible a través de la esfera (poco común en la alta relojería) y una función flyback que permite reiniciar rápidamente una medición mientras el cronógrafo está en acción con una sola pulsación. Además, el registro de minutos del cronógrafo medía 60 minutos, en lugar del contador más tradicional de 30 minutos. El mantenimiento del calibre se facilitó con un escape modular, de manera que el módulo de escape (que libera y regula la energía) se podía quitar como una sola unidad, sin tener que desmontar más partes del movimiento.
Con esa base establecida, a lo largo de los años Hublot fue reinventando las complicaciones relojeras (esas funciones que van más allá de dar las horas y los minutos), añadiendo al movimiento base Unico módulos de hora mundial o de calendario perpetuo. Ocho años después de alumbrar dicho calibre, la marca propiedad del grupo LVMH presentó una nueva generación del Unico, adaptando el original (que se encajaba en cajas de 45 mm de diámetro) a versiones más reducidas de 42 mm. Llegaba el HUB1280, que sucedía al 1242.
Y no solo adelgazó (pasando de 8,05 mm a 6,75), sino que era más preciso, gracias a un sistema patentado. Otras cuatro patentes daban fe de su innovación: la que propició un remontaje más suave, las que facilitaban una visualización del cronógrafo sin defectos y una reducción al mínimo del consumo de energía del cronógrafo y, por último, la que añadía una mayor resistencia a los impactos.
Muchos de los rompedores modelos que Hublot ha presentado este año incluyen su exitoso calibre Unico en su versión más moderna. Por ejemplo, el dúo de cerámica Big Bang Unico Orange Ceramic y el Dark Green Ceramic, ambos de 42 mm y en edición limitada a 250 unidades de cada uno. También el Big Bang Unico Pink Sapphire, elaborado en zafiro de color rosa inédito, y dos Square Bang en magic gold, el oro de 18 quilates al que le han dado el título de “único oro irrayable del mundo”. Todos ellos son una prueba del fuerte carácter que Hublot imprime a sus relojes, tanto por fuera como por dentro.