1. Mantén siempre a la vista tu objetivo a conseguir, no pierdas el norte por nada del mundo.
2. No le des excesiva importancia a los fracasos o tropiezos. La clave está en seguir adelante.
3. La competencia no sólo no es mala, sino que es positiva e incluso fundamental para tu negocio.
4. Piensa en el futuro sin perder de vista el presente. El presente es el trampolín perfecto para lanzarte de cabeza a por el próspero futuro de tu empresa.
5. La estabilidad en una empresa no existe, siempre habrá altibajos que debes saber gestionar de la mejor forma posible.
6. Las palabras “rendición” y “fracaso” no están dentro del diccionario de un emprendedor. Un buen empresario lucha hasta el final y asume los “fracasos” como estupendas oportunidades de aprendizaje.
7. Mantener la calma en los malos momentos es la base para el buen funcionamiento de cualquier negocio. Si se sueltan las riendas es muy complicado volverlas a coger.
8. Cada cliente es un tesoro, por eso debes cuidar a cada uno como si fuese único e imprescindible. Son la vida que mueve tu empresa y sin ellos no existes.
9. Los horarios no existen, sobre todo al comienzo de tu negocio. Tendrás que hacer sacrificios con tu tiempo libre, pero merecerá la pena.
10. Por supuesto lo importante no es llegar, lo importante es mantenerse. Y por eso una vez alcanzado tu objetivo tienes que luchar por mejorar y continuar en una línea (relativamente) estable.