1. Mantener un horario fijo.
Intenta acostarte y levantarte todos los días a la misma hora (más o menos). Si sigues ésta rutina te costará cada vez menos madrugar, ya que tu cuerpo se irá adaptando poco a poco a los horarios y cogerá una rutina de lo más sana para tu cerebro.
2. No dormir exageradamente en fin de semana.
Aunque no lo parezca, las horas de sueño perdidas no se recuperan días después, así que intenta dormir bien (unas 8 horas) en fin de semana sin pegarte “atracones de sueño”. De esta forma cuando llegue el lunes te será más sencillo levantarte de la cama cuando suene el despertador.
3. No dormir siestas largas.
Que no pasen de 15/20 minutos porque probablemente por la noche te cueste más de lo normal coger el sueño y, con ello, madrugar al día siguiente. Ponte una pequeña alarma en el móvil para evitar pasarte de la raya.
4. Despertar son sonidos que motiven.
Puedes ponerte una canción que te guste, la radio, una melodía enérgica, incluso un mensaje que te anime. Puede parecer una tontería, pero te ayudará a encarar el madrugón con algo más de motivación y felicidad.
5. Tomarse el madrugar como algo positivo
No te lamentes de lo mucho que te gustaría seguir metido en la cama, piensa en que si madrugas estás aprovechando muchísimo más el día y todo lo que éste tiene que ofrecerte. Ya sabes, “a quién madruga, Dios le ayuda”.