La guerra en la actualidad se ha convertido, a todos los efectos, en un espectáculo global, impulsado por imágenes en tiempo real, videos de ataques y masacres, y por todos los medios de comunicación que hoy conectan a millones de usuarios. Todo lo que vemos en nuestros smartphones se ha vuelto de dominio público: un entrelazado de “me gusta” y compartidos que no deja de lado ningún tema, y mucho menos los conflictos bélicos, que se muestran entre un video y otro; el algoritmo no discrimina a nadie.
Lo que sorprende es cómo la guerra se ha transformado en una apuesta en plataformas de blockchain como Polymarket, donde se puede especular sobre posibles altos el fuego o eventos bélicos, apostando en conflictos como el de Ucrania o incluso en crisis internacionales como la de Venezuela, al mismo nivel que se apuesta en partidos de fútbol, la NBA o la NFL.
Se estima que el volumen de negocios en estos mercados supera los 60 millones de dólares, incluyendo apuestas sobre la fecha de inicio de un eventual despliegue militar de Estados Unidos en Venezuela, con montos que rondan los 40 millones de dólares. Las apuestas son simples: “Sí” o “No”, con una selección de fechas posibles sobre las que apostar.
No solo se apuesta sobre guerras: los usuarios también participan en mercados políticos, como las elecciones de 2026 en Portugal, e incluso en cuestiones mediáticas de alto perfil, como los contenidos de los archivos de Jeffrey Epstein. Los participantes compran “acciones” que van de 0 a 1 dólar, según la probabilidad implícita del evento en el mercado.
Sin embargo, esta transformación plantea dilemas éticos y riesgos significativos. Monetizar el sufrimiento humano y las crisis geopolíticas genera un debate moral intenso. Además, como cualquier mercado no regulado, existe el riesgo de manipulación: estudios recientes sugieren que hasta un 25 % del volumen de operaciones podría corresponder a movimientos ficticios, inflando la actividad percibida y la liquidez de estos mercados.
Aun así, para analistas y observadores, los precios en estas plataformas funcionan como un indicador de expectativas colectivas. Representan, en tiempo real, la percepción global de los eventos, aunque siempre con los riesgos inherentes de un mercado especulativo. Así, la guerra no solo se ve y se comparte: también se apuesta, se calcula y, en cierto modo, se comercializa, reflejando una mezcla inquietante de información, tecnología y finanzas en la era digital.
A mediados de noviembre se registró un caso polémico: varios mercados se cerraron con ganancias desorbitadas, de hasta 33.000 %, que terminaron en manos de unas pocas cuentas privilegiadas. Todo se debió a la supuesta caída de la ciudad ucraniana de Myrnohrad, un hecho que en realidad no llegó a ocurrir en el frente.
La investigación realizada por 404 Media reveló que la manipulación se produjo mediante la alteración de un mapa del Institute for the Study of War, un reconocido think tank estadounidense, utilizado para influir en el comportamiento de los apostadores. Este episodio pone de relieve no solo la extrema volatilidad y el riesgo de estas plataformas, sino también cómo la información, incluso la militar, puede ser distorsionada para generar ganancias millonarias en cuestión de horas.

Qué es Polymarket, quién lo dirige y su dimensión económica
Polymarket es una plataforma de mercados de predicción basada en blockchain que permite a los usuarios apostar sobre la probabilidad de que ocurran eventos del mundo real. Los contratos son simples: “sí” o “no”, y su precio refleja la probabilidad que el mercado asigna al resultado. Los pagos se realizan en criptomonedas estables y la plataforma utiliza tecnología que reduce costos de transacción, lo que facilita la participación global en tiempo real.
La compañía fue fundada en 2020 por Shayne Coplan, quien todavía actúa como CEO. Coplan comenzó el proyecto con la idea de combinar la predicción colectiva con la tecnología blockchain y, en pocos años, lo convirtió en una empresa de alcance internacional. Su liderazgo ha sido clave para que Polymarket pase de ser una startup emergente a una plataforma con reconocimiento global y participación institucional.
En términos financieros, Polymarket ha alcanzado volúmenes de negociación acumulados de varios miles de millones de dólares desde su creación. Los picos de actividad suelen coincidir con eventos políticos, deportivos o geopolíticos de gran interés público, donde se concentran cientos de millones de dólares en cuestión de días.
Además de la actividad del mercado, Polymarket ha atraído inversiones significativas de capital privado. En 2025, un acuerdo estratégico con Intercontinental Exchange (ICE), la matriz de la Bolsa de Nueva York, posicionó a la empresa con una valoración aproximada de 9.000 millones de dólares. Esta inversión no solo reforzó su presencia financiera, sino que también abrió la puerta a una mayor integración con actores institucionales y a la posibilidad de que sus datos sean utilizados para análisis de mercado a gran escala.
Gracias a esta combinación de crecimiento tecnológico y respaldo financiero, Shayne Coplan se ha consolidado como uno de los empresarios más jóvenes en alcanzar un patrimonio estimado en más de mil millones de dólares, resultado directo del éxito y expansión de Polymarket.
El peligro en la actualidad es tangible y real. Apostar sobre eventos de destrucción masiva, guerras o despliegues militares corre el riesgo de convertir el conflicto en una tendencia más que en un hecho a evitar, sabotear o frenar. Normalizar la guerra a través de apuestas solo contribuye a deshumanizar aún más acontecimientos que, por sí mismos, ya son profundamente inhumanos.
Estas plataformas no solo reflejan el comportamiento del mercado, sino que tienen el potencial de influir en él, y a través de la dinámica de los mercados y de las acciones que se generan, a menudo pueden impactar indirectamente en la aparición de nuevos conflictos. Tal vez las etiquetas de “jugar responsablemente” ya no sean suficientes para afrontar las implicaciones éticas y sociales de estas apuestas.
