A sus noventa y cuatro años, Rupert Murdoch aún tenía la última palabra. En septiembre de 2025, firmó un acuerdo de 3.300 millones de dólares que puso fin a décadas de especulaciones sobre quién controlaría uno de los imperios mediáticos más influyentes del mundo. Lo que comenzó como una rivalidad entre hermanos por valores y visión terminó con una compra que transformó tanto la fortuna familiar como el poder mediático.
El resultado finalmente respondió a la pregunta que había rondado a los Murdoch durante años: ¿quién heredaría? La respuesta tuvo un coste extraordinario y ofreció lecciones cruciales para las family offices que afrontan sus propios desafíos sucesorios.
En 2020, la disputa de la familia Murdoch por la cobertura climática ya era un caso temprano de desajuste generacional. Cinco años después, esa fractura se ha convertido en uno de los acuerdos más costosos en la historia de las empresas familiares.
Durante décadas, la familia Murdoch ha impartido una clase magistral sobre cómo la dinámica familiar, la estrategia empresarial y los valores personales colisionan cuando miles de millones están en juego. Su saga, en parte rivalidad, en parte ideología, en parte control patriarcal, ofrece advertencias y sabiduría para las familias adineradas que enfrentan sus propias transiciones.
El alto costo de retrasar la planificación de la sucesión
El acuerdo que otorgó a Lachlan Murdoch el control del fideicomiso familiar, con un costo de 3.300 millones de dólares pagados a los hermanos James, Elisabeth y Prudence, fue más que una simple transacción financiera. Fue la factura vencida por décadas de vacilación.
Los costos de sucesión se acumulan como los intereses. La demora no ahorra dinero, sino que suma ceros. Cada año de vacilación es una inversión en futuros conflictos. El caso Murdoch muestra cómo las diferencias de valor que podrían haberse abordado mediante el diálogo en años anteriores finalmente requirieron miles de millones para resolverse.
Este patrón se repite en muchas familias. El coste de la alineación aumenta exponencialmente una vez que la siguiente generación llega a la mediana edad con valores divergentes, identidades consolidadas y una situación financiera independiente. Para cuando Rupert Murdoch finalmente dejó clara su decisión de sucesión, la única salida era pagar la paz a precio de mercado.
Cuando los valores divergen: el catalizador del cambio climático
La historia de Murdoch también ilustra cómo las diferencias generacionales en valores pueden alterar fundamentalmente las trayectorias empresariales. Para James Murdoch, el cambio climático se convirtió en el punto de quiebre que fracturó públicamente la unidad familiar.
James y Kathryn Murdoch rompieron filas durante los incendios forestales australianos, un momento en que el país ardía y los medios de comunicación de la familia fueron acusados de avivar el fuego político. Este rechazo público a la postura editorial de la familia fue más que un desacuerdo. Marcó una ruptura irreversible.
Esto demuestra que las presiones externas no perduran. Los debates sobre el clima, la identidad política y el impulso hacia una estrategia de inversión de impacto se hacen presentes en las salas de juntas. Para la próxima generación , estos temas no son distracciones; son la base de su compromiso.
El acuerdo de 2025 permitió a ambas partes perseguir sus valores de forma independiente: James, con su enfoque en el clima y las causas progresistas, y Lachlan, manteniendo la línea editorial conservadora que defendía su padre. El precio de la alineación no se midió solo en miles de millones, sino en el derecho a definir el propósito en términos separados.
La liquidez como herramienta de alineación
Una de las lecciones más olvidadas de la saga Murdoch es el papel de la liquidez. El acuerdo de 3.300 millones de dólares fue posible gracias a que los hermanos que discrepaban pudieron convertir una participación ilíquida en liquidez. Esto creó una ruptura total, aunque redujo la participación de la familia en el imperio a largo plazo.
Sin liquidez, la ruptura podría haberse prolongado indefinidamente, profundizando las tensiones y paralizando la toma de decisiones. La capacidad de comprar las voces disidentes transformó lo que podrían haber sido años de disputa en una única, aunque costosa, resolución.
La liquidez suele confundirse con el fracaso. En la práctica, es una válvula de escape. Unas cláusulas de rescisión, constituciones familiares y disposiciones fiduciarias bien diseñadas ofrecen a las familias una vía para resolver disputas antes de que se agraven. Para las family offices, la liquidez no se limita a la diversificación o la flexibilidad. Es una herramienta de gobernanza , una forma de preservar tanto las relaciones como la continuidad cuando los valores no pueden conciliarse.
Estructuras de confianza: la arquitectura de la sucesión
El caso Murdoch también demuestra cómo las estructuras fiduciarias influyen en los resultados tanto como las decisiones personales. El fideicomiso original de la familia Murdoch otorgó el mismo derecho a voto a los cuatro hijos mayores de Rupert. Ese diseño creó un posible estancamiento tras su muerte.
Al reestructurar la empresa para comprar la parte de tres hijos y dejar a Lachlan al mando, mientras que sus hermanastras Grace y Chloe permanecen como beneficiarias, Rupert cambió la propia arquitectura de gobernanza. Fue un recordatorio de que los fundadores pueden reestructurar los marcos de sucesión incluso en etapas avanzadas, siempre que estén dispuestos a pagar la prima.
Para las family offices, la conclusión es sencilla: las estructuras fiduciarias deben anticipar futuras diferencias, no asumir una armonía perpetua. Los mecanismos para gestionar desacuerdos, las cláusulas de salida y los marcos de gobernanza no son detalles técnicos. Constituyen la infraestructura sobre la que las transiciones tienen éxito o fracasan.
El imperativo de la administración
A pesar de su costo de 3.300 millones de dólares, el acuerdo con Murdoch brindó algo que décadas de especulación no lograron: claridad. Lachlan ahora tiene autoridad indiscutible para definir el rumbo de News Corp y Fox sin interferencia familiar, aunque a costa de una reducción significativa del patrimonio familiar.
La sucesión nunca se trata solo de transferir activos. Se trata de transferir la administración. La propiedad sin legitimidad es frágil. La autoridad sin claridad es cuestionada. Las transiciones más exitosas ocurren cuando los herederos heredan no solo la riqueza, sino también el reconocimiento y el mandato de usarla con un propósito.
Si se hace bien, la administración prepara a la próxima generación para innovar. Si se hace mal, obliga a los fundadores a intervenir en etapas avanzadas de su vida que imponen claridad a un alto costo.
Claridad sin costo
La sucesión de Murdoch será recordada como una de las respuestas más costosas a una pregunta sobre una empresa familiar en la historia moderna. Para otras familias, el reto es diferente: cómo garantizar que la claridad no se consiga mediante adquisiciones multimillonarias, sino mediante marcos de gobernanza que permitan a las generaciones liderar con propósito.
Las oficinas familiares pueden evitar este destino actuando con anticipación, estructurando mejor y alineándose con mayor intención. La claridad siempre llega. La decisión es si llega como un legado cuidadosamente construido o como un acuerdo costoso que erosiona tanto el patrimonio como la confianza.
