Donald Trump vuelve a demostrar que su política exterior y económica se juega tanto en los salones diplomáticos como en la inmediatez de sus publicaciones en redes. Este lunes, el presidente de Estados Unidos adelantó en su propia plataforma, Truth, que las conversaciones comerciales entre Washington y Pekín en Madrid habían sido “muy buenas”. Pero lo que realmente sacudió el tablero fue la confirmación de que TikTok podrá seguir operando en territorio estadounidense, tras un principio de acuerdo que la separará formalmente de su matriz china, ByteDance.
El anuncio no es un detalle menor: la plataforma de videos cortos es mucho más que un entretenimiento juvenil. Representa influencia cultural, capital político y un terreno de batalla estratégico en la pugna tecnológica entre las dos mayores economías del mundo.
Un pacto
El acuerdo llega en el momento justo: esta semana debía entrar en vigor la prohibición que obligaba a ByteDance a vender TikTok en Estados Unidos o cesar operaciones. Tras meses de prórrogas y tensiones legales, el movimiento de Trump da aire a la compañía y, al mismo tiempo, refuerza su imagen de negociador duro pero pragmático.
Scott Bessent, secretario del Tesoro y arquitecto económico del gobierno republicano, confirmó en Madrid que ya existe un marco para transferir TikTok a manos estadounidenses. No dio detalles, pero dejó claro que la “línea roja” de la Casa Blanca se ha respetado: ningún vínculo directo con el Partido Comunista Chino. El cierre formal dependerá de la llamada que Trump mantendrá el viernes con Xi Jinping.
El silencio de la delegación china, que abandonó discretamente la reunión en la capital española, refleja lo delicado del tema: TikTok es, quizás, el mayor embajador global del soft power digital de China.
La política detrás del algoritmo
El acuerdo tiene también un matiz electoral. TikTok fue clave para que Trump lograra un inusual respaldo entre votantes jóvenes, un segmento históricamente esquivo para los republicanos. No es casualidad que la Casa Blanca haya abierto recientemente su propia cuenta en la plataforma. Garantizar su permanencia en EE. UU. significa mantener un canal de comunicación directo con millones de electores nativos digitales.
Además, el gesto llega en vísperas de nuevas rondas de negociación arancelaria, donde ambas partes siguen midiendo fuerzas. Si bien se han logrado pausas temporales en la guerra comercial, las tarifas aún encarecen el intercambio de bienes entre ambos países: un 30% sobre productos chinos al cruzar la aduana estadounidense, frente a un 10% en sentido inverso.
Madrid, escenario de la nueva geopolítica económica
La elección de Madrid como sede para este encuentro no es casual. Europa se ha convertido en un terreno neutral donde Washington y Pekín tantean espacios de acuerdo sin la presión mediática de sus capitales. Desde Ginebra hasta Estocolmo, pasando ahora por la capital española, los negociadores han buscado avanzar en un marco que reduzca la incertidumbre para los mercados globales.
El telón de fondo, sin embargo, sigue siendo complejo. China acaba de abrir investigaciones antimonopolio contra gigantes tecnológicos estadounidenses, como Nvidia, mientras que USA mantiene su apuesta por limitar la dependencia de chips y tecnologías críticas provenientes de Asia.
¿Un respiro real o una tregua táctica?
El principio de acuerdo sobre TikTok puede interpretarse como un balón de oxígeno para ambas partes. Para Trump, significa mostrar liderazgo y cumplir con una de sus promesas más sonadas: “americanizar” la plataforma sin perder el entusiasmo de los jóvenes. Para China, evita un golpe simbólico a su compañía estrella justo en un momento en que su economía necesita certidumbre.
Pero el trasfondo no cambia: las tensiones comerciales, tecnológicas y geopolíticas siguen marcando la relación bilateral. Si no se logra un pacto integral antes de noviembre, los aranceles volverán a escalar y la frágil tregua podría romperse.
En este tablero, TikTok no es solo una red social: es la pieza que refleja cómo la diplomacia, los negocios y la política electoral se entrelazan en la era digital.
