Giorgio Armani, conocido en Italia y en el mundo como «Re Giorgio», un apodo que refleja tanto su inmensa influencia en el mundo de la moda como el respeto y admiración que despertaba dentro y fuera de Italia, fallecido recientemente, dejó instrucciones estrictas en su testamento sobre el futuro de la maison que fundó hace más de cinco décadas: la empresa deberá abrirse al capital externo o ser listada en bolsa. El documento, según reportó Reuters, establece que los herederos deberán vender un 15% de la compañía en un plazo de 18 meses, seguido de una segunda transacción, de entre un 30% y un 54,9%, en los próximos tres a cinco años al mismo comprador.
El testamento no deja margen a la improvisación: da preferencia explícita a tres conglomerados clave del sector. Se trata de:
- LVMH (propietaria de Louis Vuitton, Dior, entre muchas otras),
- L’Oréal, gigante de la cosmética y propietario de marcas como Lancôme o Yves Saint Laurent Beauty,
- EssilorLuxottica, líder mundial en óptica, con quien Armani ya mantiene acuerdos de licencias para gafas.
El documento también sugiere que, si la venta parcial no se concreta en los plazos establecidos, los herederos deberán optar por una salida a bolsa (IPO) como vía alternativa para abrir el capital de la empresa.
Giorgio Armani, quien nunca tuvo hijos, fue el único accionista significativo de la firma que fundó junto a Sergio Galeotti en los años 70. Su figura no solo dominó el aspecto creativo, sino también el estratégico y operativo. A lo largo de su vida, Armani rechazó ofertas millonarias de compra, defendiendo una independencia que ahora parece estar llegando a su fin.
Los herederos designados entre los que se encuentran sobrinos y colaboradores cercanos ahora deberán ejecutar un plan que rompe con décadas de control privado y que, de concretarse, podría redefinir el posicionamiento y el gobierno corporativo de la firma.
Aunque la casa Armani generó ingresos estables de 2.300 millones de euros en 2024, la empresa no ha sido inmune a las dificultades que atraviesa el sector del lujo. La presión sobre los márgenes y el debilitamiento del consumo en mercados clave —especialmente en China— han afectado la rentabilidad, abriendo espacio para una eventual reestructuración o alianza estratégica.
La eventual entrada de un socio mayoritario o una OPV obligará a Armani S.p.A. a adaptarse a una nueva gobernanza corporativa y a ofrecer mayor transparencia financiera, dos retos que el propio diseñador evitó enfrentar en vida.
¿Qué esperar ahora?
De confirmarse las intenciones plasmadas en el testamento, el futuro de Giorgio Armani S.p.A. podría tomar uno de dos caminos:
- Ser absorbida parcialmente por uno de los gigantes del sector, en una operación que consolidaría aún más el mercado del lujo;
- O convertirse en una nueva compañía cotizada en Milán o alguna otra bolsa internacional, abriéndose al escrutinio de los inversores globales.
En ambos casos, se trata de un cambio de era para una de las últimas grandes casas de moda independientes, que hasta ahora había sobrevivido a las olas de consolidación del sector.
