Xi y Putin se reúnen en un encuentro que destila cercanía política y, sobre todo, estratégica, tal como la ha definido el propio presidente ruso, Vladimir Putin. «Querido amigo, tanto yo como toda la delegación rusa estamos encantados de reunirnos una vez más con nuestros amigos y colegas chinos», fue la bienvenida de Putin al presidente chino, Xi Jinping, en esta cumbre bilateral con la participación del presidente de Mongolia, Ukhnaa Khurelsukh.
En los últimos días, China se ha convertido en el epicentro de la geopolítica mundial. El presidente chino, Xi Jinping, ha recibido a su homólogo ruso, Vladímir Putin, en un encuentro a puertas cerradas que culminó con un acercamiento informal en una mesa de té. Este encuentro, el 40º entre ambos, subraya la profunda y creciente relación entre los dos líderes, quienes se refieren el uno al otro como «viejo amigo».
Este acercamiento se ha visto materializado en importantes acuerdos económicos. Con China consolidada como el principal sostén extranjero de la economía rusa, el viaje de Putin ha culminado con la firma de un acuerdo para la construcción del gasoducto Power of Siberia 2 a través de Mongolia. Este proyecto, que ha tardado años en concretarse, prevé el suministro de hasta 50.000 millones de metros cúbicos de gas al año a China durante las próximas tres décadas, a un precio más competitivo que el que Gazprom ofrece a sus clientes europeos.
La alianza del Este se consolida mientras la OTAN se adapta a la nueva era Trump
La consolidada alianza entre Rusia y China, con la incorporación de Corea del Norte, contrasta con el panorama de la OTAN, que ya se enfrenta a una situación diferente, menos compacta y sólida y con muchas dificultades derivadas sobre todo por la guerra en Ucrania. Trump no es un amigo fácil para Von der Leyen, para Macron, para Europa en general. Las dificultades derivadas de las relaciones con Zelensky, el aumento del presupuesto para los gastos de defensa militar, los aranceles; cuestiones espinosas que han debilitado también a los ojos de la opinión pública las relaciones entre Estados Unidos y Europa. Trump pide en parte a la Unión Europea que resuelva sus problemas por sí sola, sin querer distanciarse, sin embargo, de los beneficios económicos que Estados Unidos tiene al otro lado del océano.
Bajo la influencia de Trump, se ha visto un acelerado aumento en los presupuestos de defensa de los países miembros, con el objetivo de alcanzar metas de gasto más altas, como el 5% del PIB en algunos casos.
Por el otro lado la alianza entre Rusia, China y Corea del Norte se fortalece, presentando un frente unido en un contexto de redefinición de los bloques de poder. Este panorama dibuja un mundo en el que los tradicionales equilibrios geopolíticos se han alterado. En un lado, la alianza oriental gana fuerza y cohesión, y en el otro, la OTAN busca reafirmar su propósito y su unidad en una era de profundos cambios.
