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Netanyahu desata la polémica al proponer a Trump para el Nobel de la Paz

Más allá del caso Trump, este 2025 ha marcado un hito en la historia del Nobel. El Comité Noruego del Nobel confirmó que ha recibido un total de 338 candidaturas, entre ellas 244 individuos y 94 organizaciones. Se trata del segundo número más alto jamás registrado, apenas por debajo del récord absoluto de 2016.

En un gesto tan simbólico como controvertido, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha nominado formalmente al expresidente Donald J. Trump al Premio Nobel de la Paz 2025. La escena tuvo lugar durante una visita oficial a la Casa Blanca, y aunque revestida de solemnidad diplomática, el anuncio dejó a más de uno preguntándose si la palabra «paz» ha perdido su significado original en el lenguaje de la geopolítica moderna.

Un Nobel de la Paz con sabor a pólvora

La justificación de Netanyahu se centró en lo que calificó como “una contribución decisiva a la estabilidad de Oriente Medio”. Entre los argumentos se encuentra el papel de Trump en los Acuerdos de Abraham, que normalizaron relaciones entre Israel y varios países árabes, así como su rol en recientes negociaciones para un alto el fuego entre Israel e Irán. No obstante, para muchos observadores, estas gestas diplomáticas han estado siempre acompañadas por un lenguaje beligerante, presiones económicas y una estrategia más cercana al poder duro que a la construcción de paz duradera.

Trump, por su parte, recibió la nominación con entusiasmo, calificándola como un “reconocimiento inevitable”, y no dudó en recordar que, en su opinión, “debería haber ganado hace tiempo”. Ya en su mandato, había sido propuesto en otras ocasiones, pero sin éxito.

¿Qué significa hoy «promover la paz»?

La sola posibilidad de que una figura tan divisiva sea contemplada para el Nobel más prestigioso del mundo abre un debate necesario: ¿qué se premia cuando se otorga el Nobel de la Paz? ¿Es suficiente con lograr acuerdos, aunque sean fruto de presiones, amenazas o intercambios estratégicos? ¿O debería el Nobel continuar reservándose para quienes promueven la paz como fin, no como medio?

El Comité Nobel nunca ha sido ajeno a la controversia; en el pasado, ya hubo casos muy discutidos, como las propuestas del Premio Nobel de la Paz a personas como: Theodore Roosevelt, Henry Kissinger, Mijaíl Gorbachov en 1990 y el último a Barack Obama. La historia del premio incluye decisiones discutidas, omisiones notorias y candidaturas inesperadas, pero la propuesta de Trump se siente especialmente contradictoria, sobre todo teniendo en cuenta su historial en materia de derechos humanos, discurso divisivo, e intervenciones militares avaladas durante su presidencia.

Nobel de la Paz 2025: cifras récord y total hermetismo

Más allá del caso Trump, este 2025 ha marcado un hito en la historia del Nobel. El Comité Noruego del Nobel confirmó que ha recibido un total de 338 candidaturas, entre ellas 244 individuos y 94 organizaciones. Se trata del segundo número más alto jamás registrado, apenas por debajo del récord absoluto de 2016.

El proceso de selección, como es habitual, está envuelto en el más estricto secreto. Los nombres de los candidatos no se hacen públicos oficialmente hasta pasados 50 años, aunque algunas nominaciones trascienden porque quienes las presentan, parlamentarios, académicos, líderes religiosos, deciden revelarlas por cuenta propia.

Lo que sí se sabe es que el comité ya ha cerrado la recepción de propuestas a finales de enero, y que actualmente se encuentra evaluando la llamada lista corta, con informes confidenciales que se preparan entre marzo y agosto. El ganador o ganadora se anunciará el próximo 10 de octubre, con la entrega del premio prevista para el 10 de diciembre en Oslo, Noruega, como dicta la tradición desde 1901.

Paz, poder y prestigio: ¿qué está en juego?

La nominación de Trump por parte de Netanyahu no es solo un gesto político, sino también un termómetro del tiempo que vivimos. En un mundo donde la diplomacia se entrelaza con intereses económicos y estratégicos, el concepto de “promover la paz” ha empezado a perder nitidez. Ya no basta con desear un mundo sin guerras: ahora, parece, también se premia a quien sabe gestionarlas.

Por supuesto, todavía es pronto para saber quién se alzará con el galardón. Tal vez el comité opte por una figura humanitaria, una organización olvidada que actúa en silencio, o un movimiento social que encarne el espíritu original de Alfred Nobel. Lo que está claro es que la nominación de Trump, más allá de su viabilidad real, deja un sabor amargo en quienes todavía creen que la paz es mucho más que una estrategia geopolítica. Los tiempos modernos nos muestran cómo la política y la historia adquieren cada vez más las características de una farsa.

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