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Cuando Twitter se volvió X y los bancos apostaron por Elon Musk

Con Trump de nuevo en la Casa Blanca y Musk fortalecido como figura clave en el entorno político, la percepción sobre X cambió rápidamente. Lo que antes era una inversión tóxica, comenzó a despertar interés.

En 2022, Elon Musk decidió comprar Twitter por 44.000 millones de dólares. Para cerrar la operación, pidió prestados 13.000 millones a un grupo de grandes bancos liderados por Morgan Stanley. En ese momento, prometió que no perderían dinero con el acuerdo. Aunque muchos dudaban, tres años después ha cumplido su palabra. Y curiosamente, la victoria de Donald Trump en las elecciones de 2024 fue clave para lograrlo.

Desde el principio, la operación fue arriesgada. Musk iba con prisa, y los bancos apenas tuvieron unos días para revisar los detalles y firmar el acuerdo. Todo parecía marchar hasta que el propio Musk intentó dar marcha atrás. Sin embargo, la compra siguió adelante, y los bancos se vieron obligados a quedarse con los préstamos. El problema fue que, al deteriorarse el negocio de Twitter (rebautizado luego como X), nadie quería comprar esa deuda. El valor de los préstamos cayó en picado, y en 2023 algunos inversores ofrecían apenas 60 centavos por cada dólar prestado. Vender en ese momento habría supuesto pérdidas de más de 4.000 millones de dólares.

Aun así, los bancos decidieron mantener la deuda. Morgan Stanley organizó reuniones semanales para mantener a todos coordinados. Musk, por su parte, insistía en que no perderían dinero si confiaban en él. Parecía una apuesta ciega, hasta que ocurrió algo inesperado: Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos en noviembre de 2024.

Con Trump de nuevo en la Casa Blanca y Musk fortalecido como figura clave en el entorno político, la percepción sobre X cambió rápidamente. Lo que antes era una inversión tóxica, comenzó a despertar interés. Las ofertas por la deuda, que antes no llegaban ni a 70 centavos por dólar, subieron hasta los 97 y, en algunos casos, llegaron al valor nominal. En enero de 2025, los bancos comenzaron a vender discretamente partes de la deuda, logrando buenos precios y evitando pérdidas. La confianza volvió, y con ella, grandes firmas de inversión como Apollo y Citadel aparecieron en escena.

El último tramo, el más arriesgado, fue vendido en abril. Se trataba de 1.200 millones de dólares en préstamos subordinados. Sin embargo, los bancos lograron convertirlos en deuda sénior, lo que redujo el riesgo. Además, X cubrió parte de las pérdidas en la operación, algo poco común en el mundo financiero. De esta forma, los bancos no solo recuperaron todo su dinero, sino que además cobraron comisiones. Musk había cumplido su promesa.

Este desenlace muestra cómo el riesgo puede gestionarse con paciencia, coordinación y, en este caso, un poco de suerte política. La relación entre Musk y Trump se ha fortalecido, y el éxito de la operación ha dado nueva vida al futuro de X.

Además, se han filtrado planes de Musk para lanzar una plataforma de pagos integrada en X antes de 2026, lo que ampliaría aún más su influencia en el mundo tecnológico y financiero.

Elon Musk no solo compró Twitter. Se comprometió con los bancos a no hacerles perder dinero y, contra todo pronóstico, lo consiguió. La victoria de Trump fue el punto de inflexión, pero fue la estrategia y resistencia de Musk y los bancos lo que selló el éxito. Una jugada de alto riesgo que acabó siendo una victoria total.

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