Elon Musk anunció que reducirá significativamente su implicación en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), una iniciativa impulsada por Donald Trump, con el argumento de que la mayor parte del “trabajo duro” ya está hecho. Durante una presentación con inversionistas de Tesla, el magnate aseguró que, aunque continuará vinculado hasta fin de año, su papel será mucho menos activo y representativo a partir de mayo. Según él, ya se ha logrado sanear las finanzas gubernamentales y poner en marcha al equipo, aunque aún queda evitar la reaparición del despilfarro y el fraude.
Este anuncio coincide con un trimestre complicado para Tesla, que reportó apenas 409 millones de dólares en beneficios, una caída del 71% con respecto al mismo periodo del año anterior. Los ingresos también descendieron cerca de un 20%, situándose en 14.000 millones de dólares, mientras que las ventas totales cayeron un 9%, hasta los 19.300 millones. La compañía atribuye esta contracción a factores como la actualización de sus líneas de producción y una política de reducción de precios.
Las posturas políticas de Elon Musk han pasado factura a Tesla. Su vinculación con la administración Trump, así como su apoyo a figuras de la extrema derecha en Europa, han generado protestas, campañas de boicot, especialmente en mercados progresistas como California y en diversas regiones de Europa, y un notable deterioro de la imagen de la marca. Según informes de la propia empresa, este “cambio en el sentimiento político” figura entre las causas que explican el desplome financiero.
A esto se suma el impacto de las políticas arancelarias agresivas de Donald Trump. Aunque Tesla ensambla sus vehículos en Estados Unidos, muchos de sus componentes provienen del extranjero, especialmente de China, lo que los hace vulnerables a nuevos impuestos y frente a su potente competencia, empresas como BYD, Xpeng y Nio ganan terreno con modelos eléctricos más asequibles o de alta gama, y tecnologías innovadoras como carga ultrarrápida, sumando presión al ya complejo panorama de la compañía. Este contexto de tensión comercial también ha influido negativamente en las expectativas del mercado y en la capacidad operativa de la compañía.
En cuanto a resultados, Tesla cerró el primer trimestre de 2025 con el peor desempeño desde 2020: las entregas de vehículos cayeron un 13% interanual, alcanzando solo 336.681 unidades. Esta caída de ventas, junto con el desgaste político de Musk, deja a la compañía en una situación especialmente delicada, obligándola a pensarse más de dos veces tanto su estrategia comercial como la exposición pública de su fundador. ¿Será demasiado tarde para Musk para darle una vuelta de tuerca a esta situación?
