El mes pasado, la UE lanzó su Libro Blanco de Defensa, que establece cómo se defenderá el bloque, principalmente ante la agresión rusa y una posible retirada de Estados Unidos de Europa.
El informe fue presentado por el relativamente nuevo comisario de Defensa y Espacio de la UE, Andrius Kubilius, quien fue dos veces primer ministro de Lituania, un país en el punto de mira de Rusia. El informe coincidió con la aprobación por parte del Bundestag de una exención del freno de la deuda alemana para el gasto de defensa (superior al 1 % del PIB) y tras el anuncio de una posible financiación de 800 000 millones de euros para infraestructura de defensa europea.
Desde el punto de vista político, el informe se cuida de afirmar que la OTAN sigue siendo la organización encargada de coordinar la defensa en toda Europa, pero en la práctica el informe se centra en el desarrollo de capacidades de defensa comunes de la UE (aviones de transporte pesado, radar y señales) y, en particular, se señalan siete «brechas» en materia de capacidades, como la defensa aérea y la infraestructura espacial en relación con los satélites, la recopilación de inteligencia y las comunicaciones.
Curiosamente para un documento de la UE, la responsabilidad de la implementación recae en los jefes nacionales de defensa y en la industria de defensa de la UE (en cuanto a soluciones basadas en equipos), así como en la propuesta de compras colectivas de armamento en todos los países de la UE. El informe quizá no sea lo suficientemente detallado sobre la posible flexibilización de las normas antimonopolio y de fusiones para facilitar la expansión, las cuestiones del mercado laboral, la captación de talento y la innovación, aunque estos temas quizá queden ligeramente fuera de su alcance.
El informe señala diversas amenazas a la defensa, desde el Ártico hasta Oriente Medio, y se pronuncia abiertamente sobre las amenazas que representa China para el orden mundial. Entre bastidores, se hicieron esfuerzos para denunciar públicamente a países como España, que se percibe que no invierten lo suficiente en su defensa (España e Italia se opusieron al título de «Rearmar» en la iniciativa).
Algunas fuentes nos han informado de que algunos estados están reevaluando sus relaciones de adquisición y entrenamiento con el Departamento de Defensa y los proveedores de armas estadounidenses, dado el nuevo enfoque de la administración Trump hacia Europa. Además, un foco de comentarios negativos fue la aparente prohibición de la compra de armas al Reino Unido (con financiación de la UE), un error de comunicación que algunos consideraron severo considerando la cooperación en defensa entre el Reino Unido y la UE.
El Libro Blanco de Defensa de la UE destaca en comparación con los documentos de política en otros ámbitos por su sólido respaldo político, su capital y su pragmatismo en su aplicación. En este sentido, coincide con algunas de las medidas financieras aplicadas a la economía de la eurozona en 2012.
Entiendo que gran parte del informe (iniciado en noviembre pasado) se redactó antes de la Conferencia de Seguridad de Múnich, por lo que su redacción no refleja la opinión de la UE sobre los recientes pronunciamientos de la Casa Blanca. Sin embargo, si bien la evaluación es completa, también destaca la vulnerabilidad a corto plazo de la UE.