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La gran retirada verde: cómo la política cortoplacista está descarrilando la estrategia climática corporativa

La decisión de Trump de retirarse del Acuerdo de París está afectando negativamente el compromiso climático de empresas y bancos. Muchos se están alejando de sus promesas medioambientales, y las inversiones ecológicas están siendo reconsideradas.

La decisión de Trump de retirarse del Acuerdo de París sobre el clima ya está teniendo un efecto amedrentador sobre los compromisos climáticos de las empresas, ya que los principales bancos se están alejando de sus compromisos ambientales y las empresas están reconsiderando sus inversiones ecológicas. Las consecuencias para la acción climática global podrían ser de largo alcance, advierten los expertos. «La señal que se está enviando a las grandes empresas estadounidenses es sísmica», afirma Kathleen Egan, directora ejecutiva y cofundadora de la empresa de tecnología de construcción sostenible Ecomedes. «Estamos viendo cómo se desmoronan años de compromisos climáticos en tiempo real».

Para las empresas que ya han comprometido millones de dólares en iniciativas de sostenibilidad, el momento de esta retirada es particularmente devastador. No se trata de proyectos que se puedan solucionar de forma rápida y que se puedan pausar o revertir fácilmente.

«Las iniciativas climáticas son inversiones maratonianas, no carreras de velocidad», explica Egan. «Requieren equipos dedicados, un capital significativo y un compromiso sostenido. Estábamos en una trayectoria increíblemente prometedora, y ahora ese impulso se ha roto».

La retirada del sector bancario simboliza este repliegue corporativo más amplio. Donde antes los grandes bancos proclamaban con orgullo sus compromisos climáticos, ahora hay un silencio ensordecedor. «La Net Zero Banking Alliance pasó de la participación universal y las sesiones de fotos con los directores ejecutivos a la disolución total en cuestión de meses», señala Egan. «Así de rápido pueden desmoronarse las cosas».

El desafío fundamental radica en lo que Egan llama «la brutal matemática de los plazos corporativos». Si bien las iniciativas climáticas requieren años de inversión sostenida, las empresas operan en ciclos trimestrales implacables. «Una pausa de cuatro años en la política climática puede no parecer catastrófica», explica, «pero es una eternidad para las empresas que informan sus ganancias cada tres meses».

El desafío de la desinformación

A esta complejidad se suma el aumento del escepticismo climático en los principales medios de comunicación económicos. Egan señala un artículo de opinión particularmente preocupante del Wall Street Journal como prueba de este cambio. «Están utilizando el uso de aviones privados por parte de un puñado de directores ejecutivos de empresas tecnológicas para desacreditar décadas de ciencia climática», afirma. «Cuando las publicaciones económicas respetadas promueven este tipo de lógica, les da a las empresas una excusa para dar marcha atrás en sus compromisos climáticos».

A pesar de estos obstáculos, Egan ve posibles caminos a seguir a través de iniciativas que superen las divisiones políticas. «Necesitamos replantear el debate», sostiene. «Tomemos como ejemplo la fabricación ‘Made in USA’: los productos Made in USA requieren menos transporte, menos carbono incorporado y son mucho más transparentes. Esto es algo muy bueno para la sostenibilidad y es un gran mantra republicano».

La clave del progreso podría residir en cambiar la perspectiva de las ganancias a corto plazo al valor a largo plazo. Como observa Egan: «Si pudiéramos lograr que todos pensaran en un horizonte temporal más amplio, apuesto a que todos estaríamos mucho más de acuerdo en los distintos partidos políticos. Es ese ciclo de corto plazo el que hace que sea realmente difícil hacer inversiones a largo plazo y que la gente esté de acuerdo en lo que importa».

Un camino pragmático hacia adelante

De cara al futuro, Egan aboga por un enfoque lúcido para mantener el progreso a pesar de los cambios en las políticas federales. «La comunidad mundial seguirá avanzando en la acción climática con o sin el liderazgo de Estados Unidos», señala. «La pregunta es si las empresas estadounidenses quieren liderar o seguir el ejemplo de la economía verde emergente».

Esta visión pragmática sugiere centrarse en áreas en las que los intereses ambientales y comerciales se alinean naturalmente. «El desafío de la sostenibilidad no va a desaparecer», enfatiza Egan. «Las empresas inteligentes encontrarán formas de mantener el progreso incluso en un clima político desafiante».

Para los líderes corporativos que se enfrentan a este panorama cambiante, el mensaje es claro: si bien los obstáculos políticos pueden estar intensificándose, la justificación comercial de la sostenibilidad sigue siendo convincente. El desafío ahora es encontrar formas creativas de promover los intereses comerciales y ambientales en un entorno político cada vez más complejo.

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