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¿Está a punto de estallar la burbuja de la inteligencia artificial?

Los grandes saltos en el precio de las acciones son vistos a veces por los analistas como un indicador de que los precios están a punto de sufrir una corrección.

Tras unas agitadas semanas en el mercado bursátil, se especula mucho con la posibilidad de que la «burbuja» de la inteligencia artificial (IA) esté a punto de estallar.

Muchas empresas dedicadas a la IA han visto cómo el valor de sus acciones se disparaba espectacularmente en el último año. El ejemplo más célebre es Nvidia, cuyos títulos se han más que triplicado desde el verano pasado. Otras empresas con fuertes inversiones en IA, como Google y Microsoft, también han experimentado grandes subidas.

Los grandes saltos en el precio de las acciones –especialmente cuando parecen difíciles de vincular a la generación de valor real– son vistos a veces por los analistas como un indicador de que los precios están a punto de sufrir una corrección.

Es difícil evitar la sensación de que ya hemos visto todo esto antes. El bombo y platillo en torno a la recién surgida Internet, que alcanzó su punto álgido a principios del 2000, fue seguido rápidamente por el estallido de la burbuja puntocom. Muchas empresas quebraron, la economía experimentó una importante recesión y se perdieron muchos puestos de trabajo.

Entonces, ¿se trata de una burbuja? Aunque se dice que la IA podría añadir unos quince billones de dólares al valor de la economía mundial, los últimos informes de beneficios de empresas como Google y Tesla no han sido muy buenos, lo que ha provocado la reciente caída de los precios de las acciones. Al mismo tiempo, hay informes que indican que el público en general desconfía cada vez más de la IA y que a las empresas les cuesta ganar dinero con ella.

¿Significa esto que la revolución de la IA –que se anuncia como la solución a problemas tan diversos como la curación del cáncer y la protección del medio ambiente– está a punto de venirse abajo?

Personalmente, no lo creo. Pero incluso si así fuera, a largo plazo, eso podría no resultar negativo para la adopción de la IA.

¿Otra vez el año 2000?

Hay similitudes sorprendentes entre lo que estamos viendo hoy y las condiciones económicas y de mercado que condujeron al estallido de la gran burbuja de las puntocom en el año 2000.

En ambos periodos se produjeron enormes subidas de los precios de las acciones y de las valoraciones de las empresas, aparentemente impulsadas por las esperanzas y expectativas de futuro más que por los resultados tangibles del presente.

Esto ha dado lugar a grandes índices bursátiles como el S&P 500, compuesto en gran medida por valores tecnológicos, reflejando la ponderación de las empresas de Internet a principios de siglo.

Al igual que ocurrió entonces con Internet, todas las grandes empresas están tratando de aumentar sus valoraciones aprovechando su compromiso con la IA, con su promesa de desbloquear enormes beneficios y crecimiento en el futuro.

Sin embargo, también hay algunas diferencias muy importantes. Para empezar, los líderes actuales en IA –compañías como Microsoft, Nvidia, Alphabet y Meta– ya son enormemente rentables. Tienen modelos de negocio probados y flujos de ingresos sólidos y fiables que probablemente no se agotarán ni siquiera en el improbable escenario de que todos sus planes de IA fracasen.

Este no fue el caso de muchos de los cientos de empresas que fracasaron cuando estalló la burbuja de las puntocom, la mayoría de las cuales ya habrás olvidado por completo.

Con «todos los huevos en la misma cesta», por así decirlo, no estaban preparadas para sobrevivir ni siquiera a una caída temporal del entusiasmo del mercado por la fiebre del oro de Internet.

Hoy las cosas son muy diferentes. Incluso si resulta que todavía no estamos preparados para dar el salto a una sociedad totalmente automatizada e impulsada por la IA, los servicios de publicidad de Google y Meta, el negocio de compras de Amazon y los coches de Tesla mantendrán a estas empresas en funcionamiento hasta que lo estemos.

Además, sus enormes bases de usuarios y sus ingentes cantidades de datos patentados les sirven de protección frente a empresas emergentes que quieran colarse y lanzar servicios de IA competidores delante de sus narices.

Sin embargo, es importante señalar que ni siquiera estos gigantes tecnológicos son inmunes a las presiones externas. El actual caso antimonopolio de Google, por ejemplo, podría tener implicaciones de gran alcance no sólo para Google, sino también para otros grandes actores de la industria tecnológica. Nvidia ya se enfrenta a dos investigaciones antimonopolio del Departamento de Justicia de Estados Unidos, centradas en su adquisición de Run:ai y en supuestas prácticas anticompetitivas en el mercado de chips de IA. Estos desafíos legales y regulatorios podrían reconfigurar el panorama de las ambiciones de IA de las grandes tecnológicas.

También merece la pena mencionar que, mientras que las empresas tecnológicas consolidadas han diversificado sus fuentes de ingresos, hay nuevas empresas como OpenAI y Anthropic que se centran principalmente en la IA. A diferencia de muchas startups de la era puntocom, estas empresas centradas en la IA se benefician del apoyo y las asociaciones de compañías tecnológicas más grandes. Además, el panorama de las startups de IA está menos saturado que en el boom de las puntocom, con menos empresas ganando una tracción significativa. Este campo más concentrado de competidores serios podría conducir a un resultado diferente del que vimos a principios de la década de 2000.

Entonces, ¿es seguro invertir todo mi dinero en acciones de IA?

En primer lugar, nada de lo que diga aquí debe tomarse como un consejo de inversión, ya que no soy asesor financiero ni mucho menos.

Pero ésta es mi opinión. Está claro que las valoraciones enormemente infladas que hemos visto en los últimos dos años son indicativas de una burbuja; una corrección podría muy bien estar en las cartas e incluso podría estar en marcha ahora mismo.

A pesar de ello, creo que las perspectivas de la IA a medio y largo plazo son increíblemente sólidas. Sin duda, tiene el potencial de ser tan transformadora, o más, que la aparición de Internet a finales del siglo XX.

También creo que parte de la razón por la que todavía no hemos visto a muchas empresas conseguir un valor tangible real con la IA es que muchos líderes todavía no están preparados para la revolución de la IA.

Cuando estalló la burbuja de las puntocom, las empresas que no sobrevivieron fueron las que no pensaron estratégicamente en cómo afectaría Internet a su negocio y a las oportunidades que creaba.

Mientras tanto, las que abordaron Internet no sólo como una oportunidad para poner en línea un modelo de negocio existente, sino como una forma de replantearlo radicalmente desde cero –Amazon, Google y Netflix son sólo tres de los ejemplos más evidentes– no sólo se recuperaron, sino que alcanzaron cotas aún mayores.

Por eso, incluso para un firme creyente en el potencial de la IA como yo, es importante reconocer la probabilidad de que estemos en una burbuja de algún tipo y el hecho de que podría haber algunas turbulencias en el futuro.

Las correcciones del mercado sirven para recordarnos que el verdadero potencial transformador de avances revolucionarios como la IA (o, de hecho, Internet) reside en sus aplicaciones prácticas y en el valor real que crean, más que en el entusiasmo y el bombo especulativos.

Al centrar nuestra atención en la innovación genuina y sus beneficios tangibles, estamos mejor equipados para reconocer este valor y tomar decisiones más informadas sobre nuestras inversiones en el futuro de la IA.

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