Era siete de octubre del año 2006, cuando todo un país se reunía frente a los televisores para ver la final del campeonato mundial de hockey femenino. La disputa en la cancha era entre Chile y España. Por primera vez el país latinoamericano participaba de un campeonato, mientras que la selección española ya había sido campeona tres veces. Ese día todos los ojos estaban puestos en “Las Marcianitas”, aquellas que podrían darle al fin un triunfo deportivo a Chile, en un año marcado por las primeras grandes manifestaciones sociales post dictadura.
De Arica, en el norte del país, a Punta Arenas, al sur, todas las niñas jugaban con palos de escobas, imitando al equipo de hockey. Era la primera vez que esas escobas dejaban de servir para limpiar y se transformaban en una herramienta de empoderamiento que llenó de ilusiones a toda una generación. Por primera vez un equipo chileno se podría convertir en campeón mundial en un deporte colectivo, y ese equipo además era de mujeres.
Tras un empate de 1:1 entre Chile y España, llegó el gol de oro de las hermanas Urrea –una dio el pase, la otra metió el gol–, el que coronó al equipo latinoamericano como campeón. La victoria marcó un hito en la historia del deporte chileno. Todas las niñas de Chile querían jugar al hockey y convirtieron a esas chicas en sus referentes. A pesar de la euforia colectiva aquel grupo de Marcianitas se sintió más extraterrestre que nunca. Algo empañaba tanta alegría. Algo que tardó veinte años en salir a la luz.
Explota el caso de abuso sexual: siete mujeres denuncian a su entrenador
Fue mientras yo trabajaba en el canal de televisión chileno Mega (el canal más visto de Chile, un equivalente a Antena 3), cuando mi editor me dio el contacto de una mujer. Quería denunciar que había sido víctima de abusos sexuales. No era solo ella, al menos siete mujeres se unieron para hablar sobre lo que habían vivido veinte años atrás. Mi sorpresa fue cuando me enteré de que algunas de ellas habían jugado en el histórico equipo de “Las Marcianitas”, aquellas jóvenes que hicieron vibrar a todo un país y que marcaron a una generación de mujeres en Chile.
¿Por qué habían estado calladas tanto tiempo? ¿Por qué habían decidido hablar ahora? ¿Qué las había empujado a hacer público el caso? Con todas esas preguntas golpeando mi cabeza me senté ante ellas. Con gesto serio y circunspecto las Marcianitas se sinceraron: “Volvió a pasar”. Las siete mujeres denunciaban que el mismo hombre que habría abusado de ellas décadas atrás, lo había vuelto a hacer con una niña de 14 años. Y habían decidido hablar para que no volviese a pasar nunca más. Las deportistas acusan a Eduardo Flores, el entrenador que lideró el primer proceso selectivo a nivel profesional de hockey patín el año 2000, había abusado sexualmente de ellas.
Los relatos son crudos, y se vuelven más fuertes al recordar que las chicas eran menores de edad en aquella época. Junto a la periodista Carola Vera y el cámara Javier Barría, oímos aquellos relatos estremecedores y decidimos investigar la línea temporal de clubes por los que pasó el entrenador para la realización de un reportaje.
Una de las primeras denuncias en esta cronología se sitúa en el primer club femenino que dirigió Flores. Camila Aballay afirma que el entrenador las llevaba una a una al baño del club, para realizarles a solas una «evaluación física», que ahora entienden como un pretexto para tocarlas. «Yo tenía 10 u 11 años, y este tipo abusó de mí y otras chicas en distinto grado. Me hizo quitar la ropa, bajar las calzas hasta las rodillas, y me empezaba a tocar las piernas […]. Él me tocaba los glúteos, la cintura. Todo bajo el pretexto de una evaluación física. Esa vez, él olía a mucho alcohol”, cuenta Camila en su testimonio. Ese año expulsaron a Flores del club, pero al no existir denuncias formales siguió entrenando a niñas y niños en otros clubes.
Otra de las declaraciones es de Constanza Reyes, la portera del histórico equipo de “Las Marcianitas”. En su relato destaca el control que tenía el entrenador sobre las chicas, pues él decidía quiénes integrarían el equipo de mujeres que representaría a Chile.
La ex delantera de «Las Marcianitas», Marcela Bustamante, empezó a entrenar en el club de hockey femenino de otro establecimiento escolar. En su testimonio declara que “siempre me hacía mirar la pared y se masturbaba, mientras hacía como que medía las caderas, y nos hacía tocar el piso”, relata la campeona mundial. La ex seleccionada rememora que siempre era el mismo modus operandi con las niñas: «Nos llevaba al baño y nos decía que era para pesarnos y medirnos, aunque no tenía competencias en materia de nutrición. Nos decía que nos sacáramos la ropa […]. Se masturbaba, acercaba sus genitales a nosotras. Después empezó a ser él sin ropa”.
El dolor de las Marcianitas se emitió anoche Meganoticias prime, uno de los programas de actualidad del canal Mega más vistos. Hoy en Chile no se habla de otra cosa. Desgraciadamente, las siete mujeres que han denunciado haber sido víctimas de abusos eran menores de edad, y dada la antigüedad de los casos no podrán revisarse en el sistema judicial, porque han prescrito. Pero una niña de 14 años denunció haber sido víctima a finales de 2021, es por este caso que el entrenador fue acusado este martes por el delito de abuso sexual reiterado. El proceso judicial continuará con una investigación que determinará si el entrenador es culpable.
No es solo en Chile, las denuncias traspasan fronteras
La situación se replica en otras disciplinas, en otros países. Existe un especial vulnerabilidad para los deportistas, pues entrenadores y directivos tienen el poder para determinar su participación en selecciones deportivas.
En España, el beso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso ha generado debate en el país respecto a este tema. Fue hace tan solo tres meses cuando la selección femenina de fútbol española se coronó como campeona mundial, al imponerse sobre Inglaterra con un gol de Olga Carmona.
La celebración del título mundial de fútbol femenino debía ser un momento especial para todas las jugadoras, pero quedó opacado por el malogrado beso. Era un momento donde ellas debían ser las protagonistas, pero ese beso se robó la atención de aquel triunfo. Las deportistas quedaron sorprendidas, minutos después de lo sucedido preguntaron por el hecho en los vestuarios, Hermoso respondía nerviosa.
A los días la futbolista presentó una denuncia formal en la fiscalía por ese beso. Ella dijo que no quería que la besaran y que se sentía vulnerable y víctima de una agresión. Rubiales, quien declara que todo fue consentido, arriesga una pena de prisión de entre 1 y 4 años.