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El Flatiron de Nueva York, a subasta tras varios años de disputas entre propietarios

Uno de los más emblemáticos edificios de la Gran Manzana, vacío desde 2019, se subastará el 22 de marzo para poner fin a casi cuatro años de disputa entre Nathan Silverstein y el resto de copropietarios, Sorgente Group, GFP Real Estate y ABS Real Estate Partners.

El emblemático edificio Flatiron, uno de los primeros rascacielos de Nueva York, inaugurado en 1902 y vacío desde el verano de 2019, saldrá a subasta el 22 de marzo, después de que un juez del Tribunal Supremo del Estado de Nueva York permitiera la demanda de varios de los propietarios, GFP Real Estate, Sorgente Group, ABS Real Estate Partners y Newmark, enfrentados desde hace casi cuatro años con el accionista mayoritario, Nathan Silverstein.

GFP Real Estate y Newmark, Sorgente Group y ABS Real Estate Partners son propietarios, entre todas las empresas que forman parte de cada uno de estos consorcios, del 75% del edificio y en 2021 interpusieron una demanda para solicitar la venta por partición, al no conseguir ponerse de acuerdo con Nathan Silverstein, copropietario mayoritario del edificio, con el 25% íntegramente a su nombre. Un juez del estado de Nueva York ha permitido que la venta siga adelante. La subasta, que será dirigida por Matthew Mannion, de Mannion Auctions, se ha fijado para el 22 de marzo. Se desconoce todavía el precio de salida, pero la extraordinaria ubicación del edificio para su posible conversión en hotel cifraba en 2009 un precio estimado en 190 millones de dólares, que pasó a ser de 300 millones en 2013. No es aventurado pensar que en la actualidad pueda estar valorado en 500 millones.

Que vaya a producirse la subasta no quiere decir que el edificio vaya a cambiar completamente de manos, ya que los propietarios también pueden pujar por la propiedad mediante una “oferta de crédito”, utilizando su participación existente. Jeffrey Gural (1942), presidente de GFP Real Estate, la empresa propietaria, entre otras inversiones, de Newmark Holdings y Newmark Knight Frank, ha asegurado a The Real Deal que el grupo Sorgente-GFP-ABS probablemente pujará en la subasta.

La estructura de propiedad compartida del edificio da a cada propietario poder de veto sobre cualquier decisión importante en la propiedad. Esto llevó a un punto muerto que ha costado a los propietarios cientos de miles de dólares al mes. Los problemas comenzaron poco después de que el inquilino principal del edificio, MacMillan Publishers, que en aquel momento ocupaba las 21 plantas del edificio, anunciara en 2017 que se mudaría en dos años.

“Hemos intentado durante años resolver estas diferencias con el señor Silverstein, pero el acusado se ha negado, en última instancia, a aceptar el plan de negocios propuesto por los demandantes”, ha manifestado Gural en declaración jurada. Según Gural, las ideas de Silverstein eran “absurdas”. En primer lugar, pretendía sustituir a MacMillan Publishers sin realizar reformas de mejora en el edificio. Reformas que, según Gural, eran necesarias, por contravenir legalmente los actuales requisitos de seguridad.

Silverstein también propuso dividir físicamente el edificio en propiedades separadas. Pero Gural dijo que esto era imposible por muchas razones, entre las que destaca que el edificio fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1989. “Es alucinante sugerir que pudiéramos acordar un plan para dividir físicamente este edificio en cinco propiedades más pequeñas e independientes, ninguna de las cuales sería comercializable, y luego acordar un plan sobre cómo se financiaría ese trabajo”, dijo Gural.

Silverstein, por su parte, culpa a Gural y Newmark. A pesar del aviso con dos años de antelación de que MacMillan se iba, Newmark nunca comercializó la propiedad, alegó Silverstein. Dijo que cuando MacMillan se fue, Gural entabló negociaciones para alquilar el espacio de oficinas a la comercializadora de oficinas flexibles Knotel por un “coste excepcionalmente bajo por pie cuadrado de menos de 44 dólares” –el precio equivalente por m² sería de 473 dólares–, con periodos de renovación de cerca de 50 años.

El acuerdo de alquiler propuesto habría bloqueado la propiedad en un contrato de arrendamiento no rentable durante un largo período de tiempo”, dijo Silverstein en declaración jurada. El acuerdo con Knotel nunca llegó a fructificar, y la startup se declaró en quiebra en 2021 y fue comprada por Newmark.

Finalmente, los propietarios del 75% del edificio decidieron proceder con una propuesta de restauración de la propiedad valorada en 80 millones de dólares, incluida la restauración de la fachada, nuevos ascensores y un vestíbulo actualizado. Pero Silverstein alegó que Gural había inflado los costes de construcción. Afirmó, por ejemplo, que podía obtener “mármol de muy alta calidad” de proveedores locales por una fracción de lo que se pagaba. También dijo que podía encontrar mano de obra sindicalizada por 35 dólares la hora, en lugar de los 100 dólares habituales.

Al final, con el edificio todavía vacío, Gural aseguró que dado que no se veía final al conflicto, se presentó una demanda de partición, al haber llegado “a la conclusión de que no hay otra alternativa que poner fin a su relación con el demandado como copropietarios de esta propiedad histórica”.

La historia del Flatiron

El edificio Flatiron, inaugurado en 1902, no se llamaba así originalmente: era el edificio Fuller, uno de los primeros rascacielos de la ciudad, una construcción triangular de 22 plantas y 86,9 metros de altura situado en el número 175 de la Quinta Avenida, en la conflluencia con Broadway y la calle 22 Este –donde se encuentra la parte trasera del edificio, de 27 metros de altura–, mientras que la calle 23 Este roza el vértice norte del triángulo. El nombre con el que los neoyorquinos comenzaron a bautizarlo –Flat Iron– nace de su forma triangular, que recuerda a la de las viejas planchas de hierro fundido.

Desde su inauguración el Flatiron se convirtió en uno de los edificios de oficinas más solicitado de la ciudad, y la mayoría de sus inquilinos eran pequeñas empresas, desde editoriales de música a consultas de dentistas, pasando por sombrererías. Pero las cosas empezaron a cambiar a partir de 1959, cuando se instaló la potente editorial literaria St. Martin’s Press y empezó a expandirse, ocupando oficinas cuando otros inquilinos se marchaban. En 2004, su empresa matriz, la británica Macmillan Publishers, había ocupado las 21 plantas de oficinas del edificio.

Pero desde 2019 esas plantas se quedaron vacías. Macmillan se trasladó a principios de junio de ese a unas plantas renovadas del Equitable Building, en Lower Broadway.

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