Los robots de la NASA son únicos entre los dispositivos espaciales. En su búsqueda de signos de vida en Marte, ellos mismos han adquirido cualidades humanas.
A pesar de su sofisticación tecnológica, sus gordos neumáticos y sus brazos robóticos parecen juguetes de niños. Las fotos que envían a la Tierra –de polvo volcánico y enormes mosaicos rocosos en elevadas laderas– son impresionantemente de otro mundo. Pero los astromóvil también fotografían sus propias huellas en la arena, lo que hace que a veces parezca que se han quitado los zapatos para retozar en una playa de Cape Cod.
Una de las historias que se están contando sobre los rovers de Marte es Good Night Oppy, un documental que se sumerge en la sentida historia del rover Opportunity y que se ha estrenado en Amazon Prime. Cuando el rover Opportunity finalmente se apagó en junio de 2018, después de operar catorce años más de lo que nadie esperaba y abandonado solo después de que la NASA intentara cientos de veces restablecer el contacto, fue un momento emotivo. Se derramaron lágrimas. Es seguro decir que a nadie se le hizo un nudo en la garganta por llorar la ardiente muerte de un cohete propulsor.
«Este fue [uno] de los periodos más conmovedores y devastadores en los que aún no se ha perdido la esperanza de poder contactar con la misión», dijo Kathryn Stack Morgan, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, a FORBES.
«Fue muy triste», aseguró Marianne González, colega de Morgan. «Había mucha conmoción en el JPL. Ver todo el trabajo duro que hizo [el equipo de Opportunity] y apagarse la conexión [con Opportunity] fue algo desgarrador».
Desde el Opportunity ha habido dos exploradores de Marte: el Curiosity, que aterrizó en agosto de 2012, y el Perseverance, que lleva casi dos años recorriendo el planeta rojo, y cada uno de ellos ha evocado también fuertes conexiones con sus equipos en la Tierra.
Para Hannah Rana, que ayudó a desarrollar un rover para la Agencia Espacial Europea, la relación con los extravagantes carros de golf se vuelve casi parental. «Empezamos con un modelo realmente sencillo, y luego pones este lindo ejemplar que estás modelando en el espacio«, dijo a FORBES. «Poco a poco vas aumentando la complejidad del diseño y –esto va a sonar extraño– realmente parece que estás construyendo a tu bebé«.
Morgan, González y Rana son exalumnos de la lista FORBES 30 Under 30. Es un momento emocionante en la NASA, con el lanzamiento inaugural el pasado 16 de noviembre de la misión Artemis que promete llevar gente a la Luna y, eventualmente, asentarse en Marte. Morgan, exalumna de la clasificación de FORBES en 2013, es una científica participante en la Misión de Investigación de Marte y fue la científica adjunta del proyecto de la Misión Rover Marte 2020. González, que figura en la lista de 2022, ha sido tecnóloga e ingeniera de sistemas del JPL de la NASA durante siete años. Rana, que estaba en la lista europea de 2022, es una científica investigadora del JPL que se centra en los detectores de partículas criogénicas (que pueden detectar partículas a las bajísimas temperaturas del espacio).
En un sector en el que sólo uno de cada cinco participantes se identifica como mujer, estas tres féminas se han hecho un hueco entre la élite.
González trabaja en el desarrollo de un instrumento denominado Mars Oxygen In-Situ Resource Utilization Experiment. El dispositivo prueba una forma para que los futuros exploradores humanos puedan fabricar su propio oxígeno a partir de la atmósfera marciana. El oxígeno no sólo sirve para respirar, sino también como combustible para cohetes.
«La idea es que cuando vayamos a Marte, seamos capaces de generar oxígeno de forma autónoma porque la atmósfera de ese planeta está compuesta en realidad por un 95%/96% de dióxido de carbono», explica a FORBES. «Si podemos enviar estas unidades que pueden producir [oxígeno] mientras estamos en Marte, eso nos ahorrará mucho tiempo y dinero».
González trabajó en el desarrollo del rover Perseverance, pero una vez que se lanzó en julio de 2020, pasó a su siguiente misión. Sin embargo, Perseverance fue su primera misión con la NASA, por lo que todavía sigue su progreso a través del árido Marscape.
«Todavía tengo un vínculo emocional con el rover, aunque ya no esté involucrada«, dijo González.
Por suerte para González, Perseverance parece estar en buenas manos con Morgan, que trabaja en estrecha colaboración con el rover. En febrero de 2021, aterrizó en el cráter Jezero de Marte y se convirtió en el primero en devolver a la Tierra muestras de la superficie del planeta. El cráter tenía un antiguo lago, por lo que a Perseverance se le encomendó la tarea de encontrar vida antigua que pudiera haber prosperado allí.
Morgan es la segunda al mando en la parte científica de la misión, actuando como el pegamento que mantiene unidos a los diseñadores y a los ingenieros para garantizar que los equipos funcionen sin problemas y en armonía.
«Tenemos un equipo científico de unos 500 investigadores de todo el mundo que están asociados al equipo científico del rover», dijo a FORBES. «Nuestro trabajo como científicos del proyecto es dirigir ese equipo».
Aunque Morgan dedica gran parte de su tiempo a Perseverance, todavía sigue pendiente de su primer «hijo rover», Curiosity. En aquel momento, Curiosity era el mayor rover que la NASA había enviado al espacio, y su aterrizaje en Marte formaba parte de la misión Mars Science Laboratory de 2011, cuyo trabajo consistía en descubrir si el planeta rojo tiene las condiciones adecuadas para albergar pequeñas formas de vida o microbios. Aterrizó el 5 de agosto de 2012 y debía operar durante dos años terrestres. Lleva diez explorando y enviando imágenes. «Todo esto es ahora tiempo prestado», dijo Morgan.
Rana, natural de Luxemburgo, trabajó en la misión Luna-27 durante su estancia en la Agencia Espacial Europea de 2015 a 2017. Luna-27 tiene previsto aterrizar su propio rover en el polo sur de la Luna en 2025, y parte del trabajo de Rana fue averiguar a qué tipo de calor estaría expuesto el rover. El objetivo de la misión es encontrar minerales y hielo que puedan utilizarse para una base tripulada que podría incluir estaciones de servicio para los viajeros a Marte.
La Luna «es una especie de punto de control útil para las misiones a Marte», explicó Rana a FORBES. «Realmente nos estamos moviendo hacia una visión muy futurista de lo que podemos hacer con los viajes espaciales».
La conexión emocional entre el personal de la agencia espacial en la Tierra y los rovers en lugares remotos ayuda a mantener a las personas en el centro de esa visión futurista. Humanizar el Opportunity y sus sucesores parece ser algo muy terrestre, y un sentimiento que Morgan describe cuando habla del Perseverance.
«Hay una foto mía con mis dos hijos en el JPL con el rover de fondo antes de que saliera a Marte», recordó con FORBES. «Cuando miro esa foto, realmente pienso en mis dos hijos humanos y luego en mi rover en el fondo».