Dado que un amplio porcentaje del calzado de EEUU se fabrica en los países del TTP, las implicaciones para el universo sneaker son claras: rechazar el acuerdo supondría elevar las tarifas de importación del 5% al 40% (dependiendo del material), según la Oficina de Textiles y Prendas.
Un tratado controvertido
El TTP ha sido objeto de debate desde que Obama lo propusiera como una herramienta para mejorar la economía de EEUU abriendo el mercado asiático a los bienes americanos. Y es que los críticos ven en este tratado una clara invitación a las compañías americanas para trasladar sus fábricas a Asia, en detrimento de sus trabajadores.
Aún no se ha celebrado una votación al respecto en el Congreso, pero las declaraciones del magnate hacen peligrar el futuro del acuerdo ahora que es presidente. Los documentos internos del equipo de Trump, obtenidos por Politico, confirmaban que rechazar el acuerdo es una de las prioridades en la agenda presidencial para los primeros 100 días de mandato.
El TPP en cifras
Entre el 97 y 99% del calzado deportivo que se vende en EEUU está hecho fuera de sus fronteras, lo que implica el desembolso anual de 3 billones de dólares en tarifas, según indica la organización pro-comercio Footwear Distributors and Retailers of America. Cerca de medio billón de dólares proviene de países del TTP, mayormente de Vietnam y Malasia, aunque el mayor exportador de calzado a EEUU, China, no está incluido en el Tratado.
Aprobar el TTP reduciría o incluso eliminaría las tarifas de los zapatos importados desde Vietnam y otros países, reduciendo también el coste de descentralizar la producción de calzado al extranjero. Esto supondría un menor coste de las sneakers en EEUU, según indica el estudio del analista del NPD Matt Powell, e incrementaría las ventas totales de zapatillas de deporte.
Los jugadores implicados
Nike, el mayor productor de calzado deportivo del mundo, no ha tardado en posicionarse del lado del TTP. La compañía posee 26 fábricas en Vietnam, la mayoría de las cuales producen zapatillas para el mercado americano. Para limar reticencias, la empresa ha prometido ofertar hasta 10.000 puestos de trabajo en EEUU si el pacto prospera, ya que según Nike una reducción de tarifas podría usarse para contratar mano de obra más cualificada. Por su parte, el gigante alemán del calzado deportivo, Adidas, también ha apoyado el tratado por razones similares.
New Balance, que fabrica el 25% de sus zapatillas en EEUU, está en contra del acuerdo del que sin embargo no se ha retirado, lo que algunos han interpretado como una puerta abierta a las futuras políticas de Trump si les son provechosas. En respuesta, muchos consumidores han decidido quemar o deshacerse de sus New Balance como protesta.
Previsiones sobre el tablero de juego
Dadas las declaraciones previas del presidente electo y los documentos recientemente publicados, el TTP no ocupará un lugar relevante en la mesa de negociación. Lo que significa que los precios del calzado se mantendrán iguales, del mismo modo que los problemas de costes que presionan a gigantes como Nike no se aliviarán en el corto plazo.
La opción de lograr mayores ventas manteniendo márgenes similares está fuera del marco de posibilidades para las compañías de ropa deportiva que importan la gran mayoría de su calzado. Si Trump renegociara acuerdos comerciales con China y otros países, como manifestó que le gustaría hacer, eso podría suponer tarifas más altas y, posteriormente, precios más altos para la venta de zapatillas en los Estados Unidos.
Sin embargo, con el TTP fuera de consideración, iniciativas como la “speedfactory” de Adidas parecen más necesarias que nunca para equipar a las fábricas de las últimas tecnologías y que se optimicen recursos y costes. En los próximos años, parece más probable que encontremos etiquetas de “made in USA” bajo nuestras suelas.