Sin embargo, eso no hizo desaparecer, como algunos presagiaban, a la prensa tradicional. El advenimiento de la televisión en los años cuarenta llevó a muchos a predecir el fin de la prensa. Nadie querría leer una noticia cuando podría verla y oírla.
Dos décadas después, en su edición de diciembre de 1969, Forbes dedicaba su portada a los días de oro que, pese a todo, vivía la prensa tradicional en todo el mundo. Aunque el valor de la televisión resultaba evidente, por ejemplo en las imágenes de la guerra de Vietnam, la prensa escrita seguía defendiendo su lugar a través, sobre todo, de los reportajes de investigación así como de columnistas de afilada pluma.
Habrían de pasar cuatro décadas para que volviera a hablarse de crisis del sector. Esta vez, parece, con más fundamento.