Diecisiete años al frente de un negocio propio dedicado a la industria audiovisual es mucho tiempo para tener una balance muy definido y acertado del panorama del sector. Por ello, María Luisa Gutiérrez, que nunca para de estar inmersa en una u otra producción y ya tiene a la espera varios estrenos de cartelera para la temporada estival, reconoce que 2020 ha sido un año difícil para el cine en particular y la cultura en general.
Gutiérrez, que fundó Bowfinger International Pictures junto a Santiago Segura en el año 2007, también es presidenta de la Asociación Estatal de Cine y Televisión (AECine) y desde su cargo puede observar una constante, y es que de forma general todos carecemos de la capacidad de escuchar. Aunque se han ofrecido ayudas al cine, cree que las cosas se podrían haber hecho de otra manera.
La crisis de 2020 en el ámbito cultural podría haberse gestionado de otra manera –mejor–, pero aún así reconoce que el audiovisual se encuentra en constante estado de evolución, actualmente goza de buena salud y atisba un futuro lleno de esperanza, a pesar de que el año pasado el cine haya terminado con cifras no tan altas como sus predecesores. Bowfinger, en concreto, tiene ya varios estrenos a la vista para este verano: La casa del caracol, con Javier Rey y Paz Vega como actores protagonistas, y ¡A todo tren! Destino Asturias.
En el año 2007 funda la productora Bowfinger junto a Santiago Segura, ¿cómo surge?
Un empresario nace. En mi caso, lo llevé en la sangre desde pequeñita. Además, estudié Administración y Dirección de Empresas, hice un Programa de Dirección General en el IESE y llevaba siendo CEO y productora de la empresa de Santiago Segura ya demasiado tiempo. En el 2007, decidí dar un paso adelante y ser la CEO de mi propia empresa. Gestionar mi propio riesgo y Santiago lo entendió, y me acompañó en el viaje empresarial formando parte de Bowfinger conmigo.
¿Qué balance hace de esta industria tras 17 años de un negocio propio dedicado por completo al audiovisual?
Se trata de una industria en auge. Siempre lo ha sido. Siempre ha estado en la vanguardia de la modernización de los procesos. Comencé haciendo cine en 35 mm, y ahora se nos habla de fondos europeos para, entre otras cosas, la digitalización de las industrias, cuando el cine (y el audiovisual) lleva años digitalizado y a la vanguardia de las nuevas tecnologías, aunque apenas se hable de ello.
Es un sector que siempre ha gozado de buena salud y nunca ha estado en mejor momento. Se ha visto, a raíz de la pandemia. El audiovisual, se ha convertido en un bien esencial. Nadie, a lo largo de un día, prescinde de ver contenidos audiovisuales. ¡Esta es la gran noticia!. Por supuesto, me estaría poniendo una venda en los ojos, si no dijera que el audiovisual en general, y la producción cinematográfica en particular, está teniendo en estos momentos una transición acelerada en cuanto al ciclo de explotación y que, lo que resulte de esta transición, se verá en los próximos 10 meses.
Nos enfrentamos a cambios normativos este año que van a atacar directamente a la línea de flotación de la financiación de los productos cinematográficos y, por ende, a la cuenta de resultados de todos los jugadores que los producimos. El cambio más significativo en el ciclo de explotación de las películas, sin ninguna duda, va a venir marcado por los cambios de estrategia que están haciendo las majors que, como estamos viendo, se están lanzando a estrenar grandes títulos de forma simultánea en las salas de cine y en sus plataformas. ¿Cómo va a afectar esto al consumo?. Pues lo iremos viendo. Cada país está reaccionando de una manera a esta tendencia.
En un año 2020 marcado por la pandemia y un 2021 por su resaca, mucha gente ha cogido miedo a pasar varias horas en una sala de cine. ¿Cuál diría que es la clave del éxito para ver el cine como una actividad cultural a seguir cultivando?
El miedo es totalmente gratuito e incontrolable. Y prueba de ello es que haya gente con ese miedo real a entrar en un espacio grande (como es una sala de cine), separado de la gente por mínimo una butaca, durante una hora y media donde lo único que hace la gente es mirar hacia delante, no interactuar con nadie y tener puesta la mascarilla…
Un país que no cuide su patrimonio cultural está condenado al fracaso: nuestro legado arquitectónico, nuestras obras literarias, nuestras obras pictóricas… y, como no, nuestro cine, forman parte de ese patrimonio. ¿Y si lo perdemos? ¿qué nos quedará?…
No nos gusta pensar que la obra de Goya o de Picasso tenemos que verla en los museos de otro país. Tampoco nos gustaría pensar que se llevaran piedra a piedra nuestras catedrales o castillos al extranjero pues, igualmente, sería muy triste pensar que las películas de nuestros grandes cineastas, o esas películas que recordamos de nuestra niñez y que retrataban esa época de España, hoy no pudiéramos verlas porque se hubieran quedado en el patrimonio de empresas de otro país que si supo apostar y ver que era un activo que tiene un valor en el tiempo, más allá del actual.
El patrimonio de mañana existirá si hoy nos preocupamos porque se quede en casa y se cuide. Tan importante son las políticas de un país para que esto ocurra, como la actuación individual de cada uno de nosotros.
“Un país que no cuide su patrimonio cultural está condenado al fracaso”
¿Qué cambios (de haberlos) ha sufrido una productora como Bowfinger tras el covid19?
Se acabó el uso del papel. Todos hemos hecho un curso acelerado administrativo para que el papel no circule (contratos, facturas, órdenes de rodaje, planes de rodaje…). Y se acabaron los atascos innecesarios para reuniones en la otra punta de tu ciudad o los viajes para reuniones en otra ciudad… El teletrabajo está instaurado en nuestra plantilla.
Por supuesto, hasta donde se puede, porque las preparaciones y los rodajes siguen y seguirán siendo presenciales. Además, nos hemos convertido en unos “expertos” de test. Porque toda nuestra plantilla está testeada semanalmente.
Desde la pandemia, ¿cómo calificaría el tipo de ayuda o seguimiento ofrecido a la industria por parte de las instituciones responsables?
Cualquier cambio en la Administración Pública siempre es lento. La maquinaria a mover es muy grande. Aun así, ha habido una gran sensibilidad hacia nosotros. Y soy consciente de los grandes esfuerzos que han hecho. Pero, me temo, que han sido insuficientes los resultados.
A día de hoy seguimos rodando sin que haya un seguro que nos cubra la eventualidad de tener que parar un rodaje por COVID de alguna de las personas esenciales para continuar (director, actor protagonista…) con todo lo que eso implica en cuanto a perder actores, técnicos, localizaciones por el movimiento de fechas.
Nuestra actividad no se puede parar un lunes y reactivar (como si nada hubiera pasado) 15 días después. Porque tienes que volver a encajar todas las localizaciones, actores, técnicos en un nuevo plan… En nuestra actividad si el protagonista enferma de COVID, no es sustituible. El productor ha tenido que tomar la decisión de seguir adelante con los rodajes generando empleo y actividad económica, sin una red de lo público que lo ampare.
Por otro lado, la característica principal de los trabajadores de esta industria es la intermitencia, que no la temporalidad. Con la pandemia se pararon muchos rodajes y, más allá del coste empresarial que supuso, también está la situación en la que se quedaron un montón de trabajadores sin ningún ingreso.
¿Cree que podría haberse gestionado de otra manera?
De ser así, cómo. Siempre se pueden hacer las cosas mejor. Creo que en este país carecemos todos de la cualidad de escuchar. Desde mi punto de vista las distintas Administraciones han hablado mucho con los distintos sectores para intentar entender sus problemáticas y, sin embargo, se les ha escuchado muy poco.
Ante una crisis tan bestia como la vivida en el 2020, creo que nos hubiera ido mejor si Agricultura hubiera escuchado a los agricultores, Sanidad a los sanitarios y así ministerio por ministerio.
A todas aquellas personas que dicen que el cine tiene precios muy elevados, ¿qué les diría?
Repite mil veces una mentira y terminará convirtiéndose en verdad. Se trata de una percepción totalmente errónea. Yo les diría que me digan 3 opciones más baratas que la entrada a una sala de cine de consumo de ocio durante 90 minutos fuera de sus casas. Por supuesto, opciones en las que se les ofrezca algo (no cuenta ir de paseo). Me temo que tendría complicada la respuesta.
¿Cómo ve el futuro de la industria?
Nos estamos reinventando y adaptándonos a las nuevas formas de consumo, pero habiendo una gran demanda (como la hay), sin duda el futuro va a ser muy distinto aunque con muy buenas perspectivas.
“Los gustos del espectador de cine son un 18,59% en acción, un 17,40% en dramas, un 15,23% en aventuras, el 15,50% Animación, un 13,10% en comedias”
Como presidenta de AECine, ¿qué datos nos puede arrojar sobre la industria en su pasado, presente y futuro? ¿Qué tipo de cine se consume más y qué razones cree que se debe?
El otro día hicimos un encuentro con Arturo Guillén, EVP & Gloval Managing Director para la división de Cine de Comscore, y nos enseñó una foto suya con la portada de un periódico industrial francés del 2012 muy simbólica: se trataba de un cadáver y de su pie colgaba un etiqueta que ponía “CINE ESPAÑOL”.
En Francia ya nos habían enterrado por esa fecha… Es verdad, que había que contextualizar y hablaban de la subida del IVA en las salas de cine. Pero la realidad es que el cine español (salvando la pandemia) ha gozado de muy buena salud y, así, si en el 2010, el número de espectadores en salas era de 101,6 millones, en el 2019 el número de espectadores fue de 104,89 millones.
Quiero decir que, incluso, había crecido a pesar de la entrada de las nuevas plataformas en nuestros hogares. Y esa es una realidad contrastada. La cuota del cine español en la taquilla de nuestro país versus el cine extranjero (mayoritariamente EEUU) ronda el 15%. Por supuesto en todos estos datos, excepciono el 2020 dónde la taquilla cayó en general un 75% con respecto al 2019.
Por temáticas y según datos de Comscore los gustos del espectador de cine son un 18,59% en acción, un 17,40% en dramas, un 15,23% en aventuras, el 15,50% Animación, un 13,10% en comedias… Sin lugar dudas, el espectador en la sala de cine va a ver escenas de acción espectaculares y a sentir emociones más fuertes que las que uno adquiere en la soledad de su hogar (dramas, aventuras, comedias). Vuelvo a decir que las salas de cine no están reñidas con el consumo hogareño. Simplemente, son experiencias incomparables.