Aunque estén lejos de los típicos éxitos de taquilla, el horror ha generado este verano rentabilidades sólidas para los estudios. El género suele aprovecharse de actores desconocidos, por lo que los presupuestos se pueden mantener fácilmente en una media de 5 o 6 millones de dólares.
El estreno veraniego “No apagues la luz” se hizo con un presupuesto de tan solo 4,9 millones de dólares y hasta la fecha ha recaudado 142 millones de dólares. El Conjuro 2, una secuela de la película original de 2013 sobre un equipo de investigadores paranormales, tuvo un valor atípico. Costó 40 millones de dólares -debido a algunos efectos especiales caros-, pero se las arregló para rastrillar en casi ocho veces su presupuesto, recaudó más de 320 millones de dólares a nivel mundial.
Dejando el beneficio a un lado, hay otro aspecto atractivo de las películas de terror: atraen a las niñas adolescentes. La industria tiene hambre de algo que atraiga a un público más joven. Eso es especialmente atractivo en Hollywood, donde el rendimiento de las películas de gran presupuesto no recaudan lo esperado. Una película de terror, por su parte, tiene un coste barato. Es probable que, incluso si fracasa en la taquilla, todavía se pueda hacer dinero con ella.