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El contable de la mafia


Meyer Lansky desembarcó en Estados Unidos un 8 de abril de 1911 procedente de Grodno, un pueblo de la actual Bielorrusia. Allí, Lansky pronto comenzó a juntarse con Charly Luciano, un siciliano más tarde conocido como Luciano el afortunado. Poco después, ambos se juntarían con el judío de origen alemán Bugsy Siegel y con el calabrés Frank Costello. Lo que nadie sabría es que estos cuatro niños serían en un futuro los reyes del crimen organizado.

Con apenas 30 años, estos amigos comenzaron a llamar la atención de los grandes capos de la ciudad de Nueva York gracias al éxito de sus negocios. Llegaron a ser amenazados por hombres como Salvatore Maranzano, pero gracias a las estrategias de Lansky, consiguieron deshacerse de él. Tras convertirse en los reyes de Las Vegas y La Habana, en 1959 las tropas revolucionarias toman la capital de Cuba, haciendo caer así los grandes años de esplendor de la mafia.

Meyer Lansky buscó asilo en Israel, Paraguay, Perú y Panamá sin éxito. Murió de cáncer de pulmón el 15 de enero de 1983 a los 80 años, dejando a su familia una modesta casa en Miami Beach y unos pocos dólares de humildes ahorros. Sin embargo, durante muchos años, numerosos mafiosos trataron de dar con el paradero de 300 millones de dólares que supuestamente Lansky había sacado de las cuentas de la organización antes de que el FBI se echase sobre ellos. Fue el último movimiento maestro del astuto banquero del crimen organizado.