La figura del gurú siempre ha estado presente en el entorno bursátil. Durante décadas, gestores de fondos, analistas e inversores minoristas han tenido como referencia las dinámicas de inversión de estos grandes tiburones de las finanzas, que con el transcurso del tiempo y el cambio de las tendencias han ido readaptando sus modelos. Nada permanece por siempre: ni el petróleo es la bicoca de los años 70 ni los bancos son generadores de los beneficios de antaño. Como ocurre en otros ámbitos, a estos generadores de influencia no les ha quedado más remedio que cambiar su hoja de ruta.
Warren Buffett, Carl Icahn y Ray Dalio son tres de los gurús más relevantes a nivel mundial y dan ejemplo de ello. Kilométricas carreras en el sector financiero respaldadas por resultados a lo largo de los años. Personalidades diferentes, pero con la palabra “éxito”, en el largo plazo, como denominador común. “Estos tres inversores comparten el pleno conocimiento de este oficio, es decir, gestionar el riesgo y saber mantener las posiciones ganadoras, alejarse del ruido del mercado y tomar decisiones razonadas, teniendo la paciencia necesaria para esperar que la bolsa ponga en valor el trabajo bien hecho”, explica Gisela Turazzini, CEO de BlackBird Bank. Así que en las finanzas, como en la vida, parece que la autenticidad suele estar ligada al triunfo. “Seguir la estrategia de inversión de los gurús pienso que es exitosa, ya que estos han demostrado con el paso del tiempo su buen hacer para conseguir sus objetivos”, apunta Rafael Ojeda, analista senior macro en Fortage Funds.
La mejor alternativa para seguir su estela es tratar de movilizar el dinero a través de sus fondos y no emular su estrategia de inversión, ya que resulta muy complicado para un particular. “Estos inversores cuentan con los mejores analistas en busca de nuevas oportunidades y, aunque se puedan conocer sus nuevas adquisiciones, son capaces de permanecer en una compañía durante más de diez años e incluso incrementar su exposición cuando esta cae un 50%, algo muy complicado para un inversor minorista”, destaca Joaquín Robles, analista de XTB.
“Hay exitosos fondos de value investing –la principal filosofía en la que se centran algunos de estos inversores, como el caso de Warren Buffett– que han tenido en sus carteras empresas que han quebrado, sin que ello afecte el resultado”, explica Turazzini, resaltando la importancia de la diversificación del riesgo a la hora de invertir. “No se dejan arrastrar por el entusiasmo de los inversores y son fieles a sus objetivos de inversión”, apunta Robles. Además, el hecho de que busquen comprar a precios bajos les permite poder mantenerlos a mayor plazo.
En esencia, son inversores a largo plazo, que tienen la habilidad para reducir exposición en los momentos álgidos del mercado reduciendo riesgo e incrementando liquidez, con el objetivo de comprar cuando se produzcan las correcciones. De ahí el atractivo que muchos ven en replicar sus carteras en aras de captar rendimientos estables. Una selección de activos y valores que se ha transformado con el paso de los años. Los gurús se reinventan y se rehacen así mismos, ampliando su equipo de analistas, dejando entrar savia nueva en sus respectivos holdings y confiando en las nuevas tendencias del mundo digital.
Warren Buffett: de lo más tradicional a dar un paso al lado
El nonagenario multimillonario Warren Buffett, es el inversor de Wall Street más afamado de los últimos, probablemente, 50 años. Sin pestañear, desde el año 1965 ha batido al S&P 500, índice de referencia de Wall Street, en 43 ocasiones. Lo ha hecho apostando por valores que considera que el mercado ha infravalorado y que poseen potencial a largo plazo por sus fundamentales. Dicho de otro modo, se ha centrado en compañías con baja deuda, gran generación de caja, retorno sobre el capital (ROE), una gestión capaz, un precio razonable y beneficios recurrentes.
“Comprender cómo Warren Buffett selecciona las acciones ganadoras comienza con el análisis de la filosofía de inversión de la empresa con la que está más estrechamente asociado, Berkshire Hathaway, que tiene una estrategia pública y de largo historial”, explican los expertos de Atlantic Capital.
Buffett dispone de un patrimonio neto de 86.800 millones de dólares en el momento de la edición de este artículo. Ha resistido las tentaciones asociadas con la inversión de “las próximas grandes tendencias” y también ha utilizado su inmensa riqueza para el bien contribuyendo a organizaciones benéficas.
Con su asombrosa habilidad para descubrir alternativas rentables a largo plazo, es comprensible que a la mayoría de los inversores les gustaría saber exactamente qué busca el Oráculo de Omaha a la hora de seleccionar una acción.
Buffett pertenece a la escuela de inversión value, popularizada por Benjamin Graham. “Esta estrategia analiza el valor intrínseco de una acción en lugar de centrarse en indicadores técnicos, como medias móviles, volumen o indicadores de impulso”, determina José Luis Herrera, analista independiente. “Esto supone que se centra en las finanzas de una empresa, especialmente en sus resultados, declaraciones de ingresos y beneficios”, añade.
Tradicionalmente, se ha focalizado en empresas de la que es conocedor de su modelo de negocio. En sus propias palabras: “no hay que invertir en aquello que no conoces para tener éxito”. Su predilección por los bancos, aseguradoras, medios de comunicación, o aerolíneas ha sido muy sonada durante los últimos años.
Sin embargo, con la llegada de la década del 2010 el esquema voló por los aires. Empezó a delegar más sus decisiones en su equipo. En el año 2015 sonó altamente la figura de Tracy Britt Cool a la que, con tan solo 29 años, otorgaba grandes poderes de decisión sobre dónde invertir.
Pese a dejar Berkshire Hataway, sociedad de inversión bajo el paraguas de Buffett, en el año 2019 para embarcarse en su propio proyecto personal, Cool tuvo mucho que ver en la toma de decisión de entrar en el capital de Apple, la primera empresa tecnológica en la que apostaba el magnate estadounidense. Era el inicio hacia una nueva manera de afrontar el entorno actual.
Un ejemplo de ello es la evolución de la cartera de Buffett en los últimos años. Si bien hace 20 años el sector financiero e industrial sumaban más del 50% del total de su cartera de acciones, ahora es el sector tecnológico el que aglutina el 51%. De hecho, solo la enseña de la manzana suma más de un 47% del conjunto del portfolio.
“Este viraje en la toma de decisiones responde a que Buffett ya no entiende el mundo de la inversión como antes lo hacía, como se observó también con su salida del negocio de las aerolíneas a raíz de la pandemia de la COVID-19 y que ahora la estrategia se realiza más en equipo en comparación con el pasado”, relataban en un informe los expertos de Morgan Stanley.
Pero más allá de pensar que la figura del gurú ha ido a menos, es todo lo contrario. Sería una forma de contrastar que su enorme inteligencia al ver cuándo era el mejor momento de dar un paso al lado para tratar de recibir más opiniones de esas ideas que no entendía. Saber escuchar ha sido su mejor arma en los últimos años.
Ray Dalio: de la lluvia de millones a la reinvención forzosa
Fundador de Bridgewater Associates, el hedge fund más grande del planeta, Ray Dalio es un hombre que ha construido su fortuna, valorada en 16.900 millones de dólares en el momento de la edición de este artículo, basándose en una estrategia consistente y decidida. Su fondo Pure Alpha, que hizo su debut en 1989, puede hacer gala de ello.
Dalio y Bridgewater han sido pioneros en varias estrategias de inversión, e incluso asesoraron al gobierno de Estados Unidos sobre la adopción de bonos indexados a la inflación. Por tanto, en términos generales, se puede definir que se trata de un “macroinversor”: centra sus apuestas en la visión de la economía, oponiéndose a metodologías como el stock picking o selección de valores concretos.
Pure Alpha, el principal vehículo bajo el que sustentan sus ideas de inversión, realiza apuestas direccionales en varios mercados, incluyendo acciones, bonos, materias primas y divisas al predecir las tendencias en el cuadro macro con la ayuda de modelos y algoritmos informáticos.
Esta misma descripción se puede aplicar a muchos hedge funds “macro” de la actualidad, pero Dalio fue uno de los primeros en adoptar con firmeza la inteligencia artificial para verificar sus ideas sobre la forma en que funciona la economía y cómo responden los precios de los activos. Fue pionero.
Un ejemplo del método utilizado por el neoyorkino de 71 años podría ser la estrategia con el tipo de cambio entre el dólar estadounidense y el yen japonés. Basado en la creencia de que los tipos de interés en Estados Unidos subirían más rápido que en Japón, Bridgewater tomó una posición larga en el cruce de las dos divisas.
Su otro fondo destacado, ‘All Weather’, asigna activos dentro de la cartera de una manera más equilibrada para ajustar el riesgo. Bob Prince Co-CIO en Bridgewater explica la diferencia con la construcción tradicional de carteras: “el enfoque habitual de asignación de activos tolera un mayor riesgo a corto plazo a través de una concentración en las acciones para generar mayores rentabilidades a largo plazo”.
Y añade: “el riesgo a largo plazo de tener una cartera que se concentra en acciones, o en cualquier otro activo, es mucho mayor de lo que la mayoría de los inversores se dan cuenta y, en realidad, es demasiado grande para que ellos lo soporten”.
Parafraseando a Prince, Bridgewater y Dalio no se ajustan a la idea de “comprar y mantener”. Su idea pivota entre la inversión de largo plazo asumiendo determinadas alternativas tácticas. Una estrategia que le ha llevado a obtener rentabilidades anualizadas del 7,52% en los últimos 20 años.
Pero no es oro todo lo que reluce y Dalio también está abocado a beber de más fuentes. Bridgewater Associates tuvo un 2020 pobre, mientras que en 2019 “Pure Alpha” perdió dinero por primera vez desde el año 2000. Un hito que jamás se pensaba que iba a llegar.
En la actualidad está en proceso de rotación de cartera, centrándose en los fondos cotizados (ETF) que le pueden proporcionar un mayor aguante ante determinadas turbulencias, conjugado con empresas como Alibaba, WalMart y Procter&Gamble dentro de su cartera. Con todo, aún tiene mucho peso del sector financiero pese al cambio de paradigma.
“Siendo lo que es, uno de los mejores traders del mundo, deberá luchar por lo mismo que luchamos todos los profesionales, contra uno mismo y por comprender que en este negocio no se trata de saber ganar tanto como de saber perder”, señala Turazzini. Comprender este punto, puede dar sin lugar a duda a una oportunidad.
Carl Icahn: el tiburón financiero centrado en el activismo
Una de las figuras más exitosas del mercado estadounidense y mundial lleva el nombre de Carl Icahn. De ascendencia judía y con un patrimonio que alcanza los 15.500 millones, lleva operando decenas de años y actuando como lo que verdaderamente es: un activista.
En la década de 1980, este multimillonario inversor utilizaba los bonos basura de Drexel Burnham como una forma de generar rentabilidad de lo que nadie quería. Es lo que algunos definían como “el capitalista buitre”. Desde entonces su filosofía era clara: invertir en empresas para entrar en el consejo de administración y exigir cambios extremos tanto en su liderazgo corporativo como en sus estilos de gestión. A menudo, le pagaban dinero “greenmail”, con la previsión de que se alejase de sus objetivos. Pero no lo conseguían.
En 1979, la primera victoria de Icahn fue la adquisición a través de un voto por poder de Tappan Company. Poco después de ganar un puesto en la junta, diseñó la venta de la compañía en una transacción que duplicó su inversión inicial.
Eso solo fue el principio. Hay grandes ejemplos de empresas en las que ha entrado como un elefante en una cacharrería: Motorola, Yahoo!, Blockbuster, o eBay. No ha cesado nunca en sus intenciones hasta que ha conseguido lo que pretendía. A veces, dando la sensación de responder más a sus caprichos personales que a su olfato inversor.
Otro ejemplo de la influencia de Icahn en los precios de las acciones fue Netflix, en el otoño de 2012. Fiel a su filosofía contraria, acumuló más del 10% de la empresa cuando estaba cerca de sus mínimos de 52 semanas. Pero su desembarco en el capital hizo que los títulos subieran un 14% después de anunciar su llegada.
A finales del Siglo XX, su reputación y estrategia cambió al pesar más en sus acciones el activismo. Los inversores siguieron su ejemplo y compraron las empresas en las que se centró. El aumento en el precio de las acciones causado por la anticipación de que Icahn descubriría el valor para los accionistas se conoció como la “revalorización de Icahn”.
En este sentido, el tiburón de las finanzas de 84 años siempre ha apuntado que su filosofía de inversión en general, con excepciones, se centra en comprar algo cuando nadie lo quiere. “Más específicamente, como inversor contrarian, identificar las empresas con precios de las acciones que reflejan una mala relación PER o con valores contables que superan la valoración actual del mercado”, describía Icahn en declaraciones a diferentes medios.
Tras su último viraje con el fin de cambiar las estructuras empresariales, su cartera se posiciona en valores como Herbalife Nutrition, donde tiene una guerra abierta desde hace varios años con el todopoderoso inversor Bill Ackman, o en acciones energéticas como Cheniere Energy, CVR Energy u Occidental Petroleum.