Las sociedades occidentales no preparan a sus miembros para asumir la inevitabilidad de la muerte, hasta convertirla en un tema tabú. Es por ello que desde los albores mismos de la psicología como ciencia, allá por el 1979, cuando el médico alemán Wilhelm Wundt funda el primer laboratorio de psicología experimental en la Universidad de Leipzig, afrontar la muerte ha sido uno de sus temas fundamentales.
Pocas personas están preparadas para aceptar el fin de su vida o de sus seres queridos. La psicoterapia en pacientes terminales precisa de un perfil profesional muy concreto y específico del psicólogo especializado en ese ámbito. Si para las personas sanas es un tema delicado de abordar, para las personas con enfermedades avanzadas lo es todavía más, dado el sufrimiento que provoca asimilar que ese final llegará no sólo antes de lo esperado, siendo plenamente consciente de su advenimiento.
Fue en 2009 cuando Isidro Fainé –en aquellos momentos presidente de La Caixa–, consciente del dolor que esta circunstancia provocaba, impulsó la puesta en marcha del Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas de la Fundación la Caixa. Su objetivo era el tratamiento psicológico de enfermos avanzados, como un complemento indispensable a los tratamientos farmacológicos de los cuidados paliativos. Desde entonces, este programa pionero en la atención emocional y espiritual en los cuidados paliativos, procesos de final de vida y duelo, ha atendido a 204.665 pacientes y 276.748 familiares, abarcando las más variadas dolencias.
El año más intenso de atención a terminales
Ha sido 2020, indudablemente, el año más intenso que han vivido los profesionales adscritos a este programa. Las tremendas cifras de mortandad de esta enfemedad han supuesto una gran angustia para las decenas de miles de personas que han debido ser ingresadas en las Unidades de Cuidados Intensivos de todos los hospitales de España.
La posibilidad de fallecimiento ha visibilizado, de cara a la opinión pública, la ingente labor de los 44 equipos de atención psicosocial de que dispone actualmente la Fundación la Caixa, formados por 230 profesionales (entre psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros, médicos y agentes pastorales) y más de 1.000 voluntarios, repartidos entre 132 hospitales (y a los que hay que sumar 133 unidades de apoyo domiciliario).
Según los datos facilitados por la propia fundación, este año se han superado todas las cifras de atención, ofreciendo acompañamiento emocional a 56.730 personas: 24.894 pacientes terminales (no solo de covid-19) y 31.836 familiares. La virulencia de la pandemia ha hecho que un tema tabú para nuestra sociedad como es la muerte haya sido imposible de evitar. Montserrat Esquerda, directora del Instituto Borja de Bioética la Universidad Ramón Llull de Barcelona y colaboradora del programa, afirma que “la pandemia nos ha traído muchísimas muertes, muertes sin preparar y muertes no esperadas. Ahora podemos decir que estamos más preparados que antes de la pandemia para hablar de la muerte y del trabajo que se hace en las unidades de cuidados paliativos”.
De modo parecido se expresa Veronica Linares, psicóloga del EAPS (Equipos de Atención Psicosocial) de la Fundación la Caixa en Tarragona, para quien “una de las cosas que hemos detectado es la necesidad de ofrecer una atención integral del enfermo. Se atiende el cuerpo y la salud y es un reto pasar a un paradigma más psicosocial. La covid-19 ha puesto de relieve la importancia de este tipo de atención y de que el psicólogo tenga más presencia en el sistema sanitario y pueda realizar este acompañamiento psicológico”
Cambios en la forma de acompañamiento
Desde hace un año, la inevitable presencia de elevadas cifras diarias de muertes ha hecho que la labor de los EAPS haya tenido más visibilidad y valoración en el ámbito sociosanitario.
Las especiales circunstancias han generando, además, transformaciones radicales en las distintas formas de acompañamiento. Ha surgido, por ejemplo, la extensión de la atención a través de internet para ofrecer acompañamiento a distancia. También se han producido cambios en el modelo de colaboración con los profesionales sanitarios, potenciando su integración total en los equipos, para proporcionar una atención cálida y personalizada, que complementa la labor que las unidades de cuidados paliativos realizan en hospitales y domicilios.
La evaluación científica del programa concluye que la atención psicosocial ofrecida responde a las necesidades y mejora en el 90% los síntomas provocados por la enfermedad y que perjudican el estado anímico y psicológico de los enfermos atendidos.
El estudio establece que el 92% de las personas enfermas califican de excelente o muy buena la atención recibida y cerca del 90% aseguran que han podido resolver temas difíciles (la mayor parte de ellos, de comunicación y de relación con la familia y el entorno) gracias al apoyo recibido del Programa para la Atención Integral a Personas con Enfermedades Avanzadas.