Él relata una anécdota que resume parte de su esencia: en uno de sus primeros viajes a Japón en los años ochenta, se llevó consigo un maletín en cuyo interior había un tren eléctrico en miniatura.
Durante una de esas interminables reuniones con clientes, en un momento dado dijo: “Estoy aburrido, necesito parar”, y abrió su maletín para contemplar cómo el tren daba vueltas. Sus colegas japoneses entraron en shock. Pero en las siguientes reuniones ya sólo esperaban ese deleitoso momento en el que abría su maletín y rompía la monotonía y el tedio.
Así, el jovial señor Smith tiene entre otras virtudes el don de cambiar alegre y traviesamente el paso. En la moda y en la vida. Y, además, de pasárselo bien: una suerte de misión personal que lleva a gala desde sus comienzos, hace ya la friolera de 50 años.
Con ese motivo, la editorial Phaidon ha publicado un libro monográfico que captura el espíritu y la trayectoria del diseñador británico a través de 50 piezas seleccionadas por él mismo. 50 objetos que le han inspirado para convertirse en todo un icono de la moda que va más allá de la moda.
Mr. Smith. En su historia siempre hay un juego, un maletín, un tren, un gesto que cautiva. ¿El humor es un arma muy efectiva?
Lo importante sobre el humor y esas pequeñas concesiones o es elegir el momento correcto, cuándo es apropiado hacerlo, para que no sea una falta de respeto ni algo rudo… Pero yo creo que es más interesante desarrollar la capacidad de comunicación suficiente para hacer sentir al otro cómodo enseguida.
En 50 años su firma, Paul Smith, ha crecido mucho. Actualmente cuenta con 166 tiendas en más de 60 países. El éxito se mide en números, pero ¿qué más?
El éxito siempre es relativo. Mi compañía ha crecido, sí, pero hay otras empresas que empezaron a la vez y ahora probablemente tengan 2.000 tiendas o forman parte de grandes grupos. Y otras, lamentablemente, han desaparecido. Así que según se mire. Lo que sí sé es que yo siempre he procurado que mi empresa sea sostenible en términos financieros e independientes.
¿Y cómo se convierte una marca unipersonal en un imperio global?
Creo que manteniendo los pies en la tierra. No dejando que la industria me aparte de mis principios y mis valores originales. Y dejando espacio para el pensamiento lateral. Definitivamente, si hay algo importante para mí, es pensar siempre de una manera fuera de lo ordinario, distinta a lo convencional… es decir, podríamos seguir el camino obvio, o tomar otras vías, que es lo que yo he elegido siempre.
Hablando de elecciones, en su libro pone su atención en la belleza de muchos objetos cotidianos.
Mi interés en los objetos que nos rodean lo he tenido toda mi vida… porque no solo son importantes y hermosos, sino porque son prácticos, ergonómicos y funcionan.
Si tuviera que reencarnarse en un objeto, ¿cuál sería?
Una cámara de fotos, porque podría disfrutar observando, y es algo que se puede llevar a muchos sitios. Es interesante, porque si vas a mi casa, donde vivo con mi esposa, Pauline desde 1967, allí tenemos como unos 50 álbumes de fotos con imágenes de todas nuestras vacaciones… Lo que me lleva a que, además, estaría en las situaciones más afortunadas, generalmente cuando la gente está de vacaciones y feliz.
En su libro cuenta que, a través de su primera cámara Kodak, aprendió a mirar la realidad que le rodea de una forma concreta. ¿La creación radica precisamente en es tener un punto de vista único?
Esa cámara, que aún tengo conmigo, me la regaló mi padre con once años y fue gracias a ella que entendí la diferencia entre mirar y ver. Ahora el mundo se mueve muy rápido con esa obsesión de tomar fotos de todo, desde un plato de sopa al pan o esa obsesión con los selfies… Pero una cámara antigua te obligaba a tomarte tu tiempo, a componer la imagen, porque no veías el resultado hasta que no lo revelabas. Era un proceso lento y emocionante que te obligaba a respirar y a elegir muy bien la foto que querías hacer.
Colecciona muchas cosas: desde cajas de cerillas hasta pegatinas de viaje… ¿Diógenes estaría feliz con este homenaje?
Es interesante, porque para mí este filósofo griego tenía algo que me parece muy interesante, que es su rechazo a la convención. Mi punto “débil” en el mundo de la moda es que parece que siempre ha costado encasillarme, y eso a veces resulta un inconveniente.
Pero, en cualquier caso, mi aproximación es distinta.
En la moda, reivindica siempre ese estilo relajado y divertido… ¿en su vida también?
¡Absolutamente! La vida es demasiado corta como para desperdiciarla. Uno de mis lemas es que “cada día es un nuevo comienzo”… incluso en los momentos más críticos, y este año especialmente. Para mí, cada día sale el sol o llueve y pueden suceder cosas maravillosas.
Da la impresión de que nunca se aburre, pero ¿qué es lo que más le aburre?
Personalmente, cierto, no me aburro nunca, porque literalmente puedo encontrar inspiración en casi cualquier cosa. Lo que me aburre es la gente que habla con frases muy complicada y que repiten siempre lo mismo. Creo que se puede decir todo de manera muy simple, sin frases pomposas ni complicadas.
¿Cree que el mundo se toma a sí mismo demasiado en serio?
Sí. Obviamente tenemos que tener disciplina y normas –especialmente ahora con el virus– pero, una vez que eso se sobreentiende, conviene estar relajado. Aunque por desgracia el mundo está lleno de avaricia, cobardía y ego… y es muy decepcionante con el ser humano. A menudo me pregunto, ¿por qué no ser más amables? Es tan fácil decir por favor y gracias… Cuesta lo mismo comunicarse bien con el resto como hacerlo de forma agresiva. Aun así, siempre procuro ver el lado bueno de las cosas. Yo nunca he estado deprimido y amo la vida.
Cuando elige a su equipo, se entiende que uno de los requisitos es que sea gente adorable, ¿es así?
Sí, pero eso es algo que se aprecia casi al instante, porque no tiene que ver con las cualificaciones tradicionales sino con lo que sientes cuando estás con esa persona. Obviamente para entrar en el equipo tienen que tener las cualidades profesionales que se requieren, pero también tiene que haber buen feeling con esa persona, que te apetezca volver a verla.
Trabajar es como ir a una cena: uno siempre prefiere sentarse junto a aquellos que se lo pasan bien.
Mi mujer y yo ahora ya no vamos a cenas ni a fiestas, pero ella suele decirme cuando voy que quien se sienta a mi lado es afortunado porque le hago sonreír…
¿Y esa buena onda, cómo combina con el negocio?
Combina muy bien, pero sólo si hay buena onda cada día. Si tienes buen rollo un año pero al siguiente estás perezoso o no tienes energía, el negocio se resiente. La buena energía debe estar presente cada día. Por eso, una de mis tareas diarias cuando estoy trabajando es darme una vuelta y contar anécdotas, mantener conversaciones, y animar a mi estupendo equipo.
Alguna vez ha dicho: “Tienes 40 segundos para llamar la atención de una persona que pasa por la calle junto a tu tienda. Entonces tienes que ser imaginativo”. ¿La originalidad se puede aprender?
Creo que uno se puede entrenar en ver y mirar, pero la clave de la originalidad en el diseño, para mí, es pensar como un niño. Y matizo: pensar como un niño, no de manera infantil. La originalidad tiene más que ver con la curiosidad y la espontaneidad, pero tiene en cuenta la experiencia del pasado. Lo más importante para aprender es la curiosidad, si te preguntas cómo se hace algo o por qué sucede algo, a través de eso tu educación continúa sin tener que ir a clases, sólo hay que hacerse preguntas. También tiene que ver con la atención, aunque por desgracia esos 40 segundos, ahora son sólo 10 o 5. Imagínate, competir con esa velocidad de atención de los jóvenes en Instagram.
Su marca sigue resultando muy atractiva también para esos jóvenes.
Creo que mucha gente se interesa por de Paul Smith porque no pertenecemos a una gran compañía, una de esas que dominan el mundo. Y eso les da esperanzas a los jóvenes de que pueden abrirse camino en la industria de la moda sin tener que recurrir a las grandes corporaciones financieras. La gracia de Paul Smith es que hay todavía hay un tipo, que también se llama Paul Smith, que llega cada mañana a las seis de la mañana a la oficina, que es una empresa independiente, y que ama su trabajo.
Trabajar en una tienda en sus inicios, además de las nociones sobre el negocio, le enseñaría mucha psicología, como la de la barra del bar.
A los chicos que vienen a visitar el estudio porque quieren entrar en la industria de la creatividad siempre les digo que es muy bueno tener experiencia en cualquier trabajo. Y suelo poner como ejemplo que si trabajas en un bar y un cliente entra y te pide un gin tonic con hielo, pero no has preparado el hielo, entonces sabrás que no estás haciendo tu trabajo… Es importante hacer trabajos no muy interesantes solo para aprender de una manera práctica cómo hacer cosas cotidianas. Yo dejé la escuela a los 15 años y descargué cajas, fui repartidor, hice muchos pequeños trabajos que me ayudaron mucho después.
Por ejemplo, a entender a la gente.
Para mí hay varias cosas interesantes al respecto: una es aprender a escuchar y la otra es aprender cuándo hablar y cuándo escuchar. Lo que viene a ser la diferencia entre estar interesado y ser interesante. Y luego también conviene prestar atención al lenguaje corporal, a la comunicación no verbal. Abrir una maleta con un tren es un buen ejemplo, ayuda a entender cómo conseguir que la gente esté relajada. Hay muchas habilidades que importan en nuestros trabajos, la clave es encontrar el equilibrio.
Otra de sus grandes escuelas viene del ciclismo. ¿Qué es lo más interesante que aprendió de ello?
He aprendido muchísimo, porque pasé doce años compitiendo. Pero lo más importante es el sentido del trabajo en equipo, más en un trabajo como ese, extremadamente duro, que requiere una concentración enorme y una gran camaradería. Trabajar en equipo supone hacerlo con debilidades y fortalezas. Yo tengo a 200 personas trabajando en esta oficina, y a 4.000 trabajando para mí, así que hay una relación muy interesante, para la que hay que tratar de maximizar las fortalezas, y ayudar a minimizar las debilidades.
Ha tenido un éxito increíble en su carrera. ¿Cuáles cree que son los tres o cuatro ingredientes clave?
Uno es estar sano, porque necesitas energía para llevar un equipo y seguir las demandas del mundo moderno. También, al menos en mi caso, mantener los pies en la tierra y ser humilde. En moda hay una frase que me gusta, que es que nadie te dice lo bueno que solías ser… así que no seas un snob. Y no emplees fórmulas, las fórmulas no existen. Hay que reinventarse constantemente, porque si no llegará alguien más joven, más listo o con más dinero que tú. Y, por último y en un grado aparte, tener estabilidad en casa. Es agradable compartir tu vida con alguien que amas, porque eso al final es lo que de verdad importa.
Usted siempre reivindica la ropa con la que uno se siente cómodo. Pero el mundo se está poniendo muy incómodo últimamente, ¿algún consejo para vestir en el futuro?
Creo que el momento de gente trabajando en casa ha hecho que todo sea mucho más casual, pero creo que precisamente por eso la gente quiere vestir mucho más elegante fuera. Pero en el sentido práctico creo que hay que tener en cuenta y pensar en el carácter el trabajo, la edad, la talla de cada uno… y vestir apropiadamente. No hay nada más terrible que alguien que viste a la moda cuando no va con su carácter.
¿Qué es para usted la elegancia?
Para la mayoría de la gente la elegancia tiene que ver con la apariencia, pero para mí tiene más que ver con los buenos modales y la postura, con cómo se mueve y se comporta la gente, especialmente en la mesa. Comiendo y bebiendo se ve la diferencia.
Por último… ¿Qué le gustaría ser de mayor?
Nunca en mi vida he pensado en la edad que tengo. De hecho, no sé si tengo 70, 73 o 45. Para mí no es nada más que un número. Pero mi respuesta es que no quiero ser mayor.