Con la llegada de la Navidad, la Fundación Juegaterapia ha dado un paso más en su compromiso con la humanización de los tratamientos oncológicos infantiles mediante la creación de Nieveterapia, una iniciativa que transforma el Club Juegaterapia en un auténtico pueblo de Laponia, donde la nieve, la magia y el juego envuelven a niños y adolescentes en tratamiento contra el cáncer.
El proyecto convierte la sala inmersiva del Club Juegaterapia en un espacio multisensorial repleto de nieve artificial, luces, música navideña y actividades diseñadas al detalle, con el objetivo de que los pequeños y sus familias vivan la Navidad “de una forma mágica”, según destacó la propia fundación.
El Club Juegaterapia es un espacio pionero, completamente adaptado a niños y niñas en tratamiento y postratamiento oncológico, concebido como un refugio alejado del entorno hospitalario. Allí pueden jugar, soñar, compartir tiempo en familia y seguir siendo niños, poniendo la enfermedad en un segundo plano, aunque sea por unas horas.
Durante varios días, los verdaderos protagonistas —los niños y sus familias— se sumergen en una experiencia que les permite evadirse del tratamiento y disfrutar juntos de momentos de ilusión, risas y emoción, reforzando el bienestar emocional en una etapa especialmente delicada.
El impacto de Nieveterapia se refleja directamente en las familias. “Ver a Mía volver a jugar es increíble; no la veía disfrutar así desde que comenzó la enfermedad. Poder traerla al Club Juegaterapia, donde además comparte y juega con otros niños, es una experiencia maravillosa para toda la familia”, explicó Victoria, madre de una de las niñas participantes.
La iniciativa ha sido posible gracias a la colaboración de empresas solidarias como Primark, Levadura Madre, Travelkids, Eonesia, Pau Costa Efectos Especiales, Newmedia y Susana Freire & Macarena Decoración, así como al compromiso del equipo de la Fundación Juegaterapia, que ha logrado recrear un universo navideño donde la fantasía se convierte en realidad.
“Para muchos de estos niños, la Navidad puede ser un momento complicado por la enfermedad y los tratamientos. En el Club Juegaterapia queríamos que la vivieran como lo que es: una época de ilusión, magia y esperanza”, señaló Mónica Esteban, presidenta de la Fundación Juegaterapia. “Aquí, la nieve cae, los sueños se cumplen y la Navidad se siente de verdad”, añadió.
Con Nieveterapia, el Club Juegaterapia vuelve a demostrar que el juego, la creatividad y la ilusión pueden transformar la experiencia de la enfermedad. Esta Navidad, niños y familias han viajado simbólicamente a Laponia sin salir de Madrid, guiados únicamente por la imaginación. Porque en el Club Juegaterapia, el juego también cura.
“Ver a los niños disfrutar, jugar en la nieve, sorprenderse con cada rincón y compartir ese momento con sus familias es profundamente emocionante. Nieveterapia nos recuerda que, incluso en los momentos más difíciles, la magia existe y puede cambiarlo todo”, afirmó María José Jara, directora del Club Juegaterapia.
La Fundación Juegaterapia, nacida en 2010, tiene como misión mejorar la vida de los niños y niñas con cáncer a través del juego. Bajo el lema “la quimio jugando se pasa volando”, ha transformado habitaciones hospitalarias, patios, azoteas y zonas comunes en 24 hospitales de toda España, además de impulsar estudios científicos y programas de humanización que integran el juego como herramienta terapéutica real.
Uno de sus proyectos más emblemáticos son los Baby Pelones, creados en 2014 como muñecos solidarios para sensibilizar sobre el cáncer infantil y representar uno de los momentos más duros del tratamiento: la caída del cabello. Convertidos hoy en el muñeco solidario más vendido, han superado los dos millones de unidades, con el apoyo altruista de embajadores como Alejandro Sanz, Shakira, Manuel Carrasco, Laura Pausini o Sara Carbonero.
Gracias a estas y otras colaboraciones, la Fundación Juegaterapia ha inaugurado 50 proyectos de humanización en 24 hospitales, acompañando a miles de niños y familias durante el tratamiento oncológico. Su objetivo es claro: lograr que los espacios hospitalarios pediátricos atiendan no solo a la salud física, sino también al bienestar emocional, convirtiendo el hospital en un lugar más humano y acogedor.
