Opinión Salvador Sostres

Muere Gabriel Masfurroll. El amor como único antídoto de la tristeza

Gabriel Masfurroll lo pasó mal, pero en lugar de cargar al mundo con su pena, la utilizó para hacernos a todos mejores. Su ejemplo es un tesoro.

Ha muerto Gabriel Masfurroll y sobre su actividad profesional hay mucho y bueno que decir, y se ha dicho, no sólo a propósito de su muerte, sino durante toda su vida. Pero hay algo que me parece central en su vida y es cómo afrontó la muerte de su hijo Alex, a los tres años de edad, como consecuencia de una muy grave enfermedad de nacimiento. Ningún padre tendría que ver morir a su hijo y los que han tenido que pasar por esta experiencia, están por mi parte disculpados de cualquier error o acto negativo para el resto de tiempo que les quede entre nosotros.

No hay nada, en cambio, que tengamos que disculpar a Gabriel Masfurroll, sino todo lo contrario. En lugar de recibir el golpe, terrible golpe, con ira y resentimiento, a lo que habría tenido perfecto derecho, lo encajó como una continuidad del amor a su hijo y creó la Fundación Álex para ayudar a los niños nacidos bajo las más severas dificultades. Esta fundación, con sede en la calle Anglí de Barcelona, cuida de niños gravemente enfermos y de los más diversos extractos sociales. Sin la generosidad de Gabriel, muchos de ellos vivirían en condiciones mucho más duras. El conjunto de médicos y terapeutas del centro hacen una labor increíble que es posible gracias a la inquietud e inteligencia empresarial de Masfurroll, y la de las empresas y personas que han tenido también la calidez y calidad humana de hacer sus aportaciones.

El dolor cuando es tan seco y tan injusto es muy difícil de administrar, y no podemos entender porque un Dios bondadoso permite tanta atrocidad. Decir que nos pone a prueba yo siempre he pensado que es algo muy exagerado, y cruel, y en cualquier caso poco útil para afrontar los muchos problemas y desesperes que provoca una situación así. Pero la única solución es el amor. Lo demás son formas de rendirse, dejarse ganar por el mal o por el infortunio. Solo el amor es útil, sólo el más amor es el antídoto contra el más dolor. Es difícil encontrar este modo a veces, pero no hay otro camino. Muchos quieren entonces tomarse la revancha con la vida y se vuelven oscuros, desconfiados, vengativos. Se encierran en sí mismos en un espiral de odio y autodestrucción que, aunque es completamente comprensible, no lleva a ninguna parte.

Gabriel Masfurroll lo pasó mal, pero en lugar de cargar al mundo con su pena, la utilizó para hacernos a todos mejores. Su ejemplo es un tesoro. Lo vi pocas veces, pero la última hace poco, este verano en el Eurostars Gran Hotel la Toja, y tuvimos una muy agradable conversación en la piscina. Su enfermedad parecía controlada, pero él tenía perfectamente calculada la continuidad de su fundación más allá de su vida.

No sabemos lo que nos va a pasar. Hacemos cálculos, hacemos planes, pero en realidad no sabemos qué nos depara el minuto siguiente. Gabriel tampoco lo sabía, ni cuando nació su hijo ni cuando estábamos en la piscina este pasado mes de agosto. Pero si sabemos cuál es nuestro amor, y cuáles nuestras decisiones. Gabriel lo sabía y así ilumino su vida, y así su luz quedará entre las familias que más sufren muchos más allá de su muerte.

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