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A la vanguardia del sabor

De izquierda a derecha, Francisco Escolano, director comercial; Jesús Navarro Navarro, presidente y Jesús Navarro Alberola, director general, fotografiados en la nueva fábrica de Carmencita, con equipo al fondo.

Hay marcas que atraviesan el tiempo como quien cruza un paisaje conocido: sin perder el paso, sin dejar de reconocer el camino, pero atentas a los nuevos vientos. En Novelda (Alicante) lo saben bien. Allí, en el epicentro silencioso de la industria de las especias, Carmencita da un paso decidido hacia una modernidad que no renuncia al perfume de su origen.

El ejercicio 2024 ha sido, para la firma, el mejor año de su historia: 108 millones de euros de facturación, un 12% de crecimiento, beneficios de 5,5 millones y una inversión estratégica que culminará en 2026 con la puesta en marcha de una nueva fábrica de 30.000 metros cuadrados, una de las más modernas de Europa. Pero más allá del músculo financiero, la verdadera transformación ocurre en otro plano: el de la identidad. Jesús Navarro Alberola, director general de la compañía, suele repetir una advertencia que funciona como brújula ética y empresarial. “Una de las cosas importantes en una empresa centenaria es no perder la esencia nunca”, afirma. Innovar de forma constante sin diluir el alma que sostiene las bases, en este caso desde 1925. Esa alma, dice Navarro, huele.

Huele a casa. “El alma de Carmencita es el aroma del hogar, el aroma de tu madre, de tu abuela, cocinando con las especias de toda la vida”, recuerda. Si en España el olor de la cocina doméstica ha sido históricamente un territorio sentimental, Carmencita ha tendido un puente entre ese pasado y el presente frenético de las nuevas generaciones. Su última innovación así lo demuestra: una gama de cuatro sazonadores diseñados específicamente para la freidora de aire, uno de los electrodomésticos estrella entre jóvenes y familias que buscan practicidad sin renunciar al sabor. Las mezclas, estudiadas al detalle, se aplican al inicio de la cocción y transforman el plato con un toque inesperado: verduras, pollo, pescado o patatas adquieren una profundidad aromática inédita. La marca logra así un gesto difícil: unir un electrodoméstico “supermoderno” con el legado de la empresa.

Es un ejemplo preciso de cómo se puede innovar sin traicionar la historia: modernidad tecnológica, sí, pero con el aroma de siempre. La otra gran palanca de renovación llega de la mano de dos gigantes: McDonald’s y Starbucks. Y no se trata de una concesión estética, sino de una estrategia madura para conectar con un público que no creció con la figura de la icónica niña de mantón en la alacena familiar. En McDonald’s, Carmencita ha colaborado en la creación de los sobres de especias que acompañan sus menús. Uno de ellos, creado junto al influencer Plex, colocó la marca en el paladar de miles de jóvenes cada día. Navarro lo enfoca con claridad: cuando un consumidor joven descubre en McDonald’s la misma marca que ve en la cocina de su madre o su abuela, el salto generacional deja de ser abismo y se convierte en continuidad natural.

“Nuestra nueva gama de sazonadores para Air Fryer confirma nuestro interés de acceder a nuevos públicos sin renunciar a nuestra identidad”, señala Jesús Navarro Alberola

La alianza con Starbucks no es menos emocionante. En los locales de la cadena ya pueden encontrarse tres mezclas de especias –canela, cacao y azúcar vainillado– en tarros compartidos por ambas marcas, lo que ha sido la plataforma perfecta para el lanzamiento de su Spice Coffee, una gama que fusiona las especias más icónicas de Carmencita con el universo del café. Las nuevas mezclas aportan un toque único, respondiendo tanto a la demanda de sabores más complejos como a la creciente popularidad del café de especialidad. Así, la tradición española se proyecta en un ritual global y contemporáneo. Además, con expansión prevista por toda Europa.

En un país donde el 96% de las empresas familiares desaparece en la tercera generación, la supervivencia no es solo cuestión deeficiencia productiva, sino de narrativas capaces de renovarse sin fractura. Carmencita dispara sus ventas, refuerza la exportación a más de 70 países, consolida alianzas estratégicas y profundiza en la investigación gastronómica junto a universidades y centros culinarios como la Universidad de Alicante y el Basque Culinary Center. Pero todo ello se sostiene sobre una premisa que funciona como una suerte de manifiesto: mantener vivo el aroma del hogar mientras se conquista el menú del futuro.

En esa pequeña gran ecuación –lo que permanece y lo que cambia– Carmencita parece haber encontrado la fórmula para que una marca centenaria respire como si acabara de nacer. Entre la freidora de aire, las barras de un Starbucks y los mostradores de McDonald’s, late todavía el recuerdo de una cocina familiar donde el tiempo tenía otro ritmo y las especias abrían, en silencio, el apetito del mundo.

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