Finalmente Francia lo ha hecho: Macron ha decidido activar el servicio militar voluntario de 10 meses para chicos y chicas de 18 años, que estará operativo a partir de 2026. Detrás de la iniciativa no solo hay un objetivo estratégico, sino también un impacto económico directo, en un momento en que el país ya se encuentra en plena expansión de su gasto militar. Probablemente no será el único país de Europa, pero sí el primero; en un contexto en el que la escalada bélica en el mundo es cada vez más preocupante, Macron piensa, por un lado, en la seguridad y, por otro, en el factor económico.
Una inversión inicial superior a 2.000 millones de euros
El presidente Emmanuel Macron confirmó que el programa exigirá una financiación adicional de más de 2.000 millones de euros, que se integrará dentro del incremento previsto en la Ley de Programación Militar 2026-2030. Esta partida cubrirá la formación, el equipamiento, alojamiento, logística y la remuneración de los voluntarios, prevista en torno a 1.000 euros mensuales, según estimaciones no oficiales difundidas por Defensa.
La incorporación inicial será de 3.000 jóvenes, pero el coste crecerá progresivamente a medida que el contingente aumente a 10.000 en 2030 y hasta 50.000 en 2035, si la situación estratégica europea lo exige. Esto implica una expansión gradual del gasto anual asociado al programa, que podría multiplicarse por más de diez en menos de una década.
El servicio militar voluntario se integra en una política de expansión presupuestaria que Macron ha impulsado desde su llegada al Elíseo. Entre 2017 y 2027, el presupuesto de defensa se habrá duplicado, pasando de 32.000 millones de euros a 64.000 millones, un salto inédito en tiempos de paz para un país europeo.
Este incremento permite financiar modernización armamentística, aumento de capacidades operativas, refuerzo de la reserva y ahora también la creación de un cuerpo intermedio de jóvenes voluntarios que actuarán exclusivamente en territorio nacional.
Impacto en empleo juvenil
El programa no solo supone un gasto militar, sino que funciona también como una política de inserción laboral. Miles de jóvenes recibirán un salario, formación y certificaciones útiles para su transición posterior al mercado de trabajo o para integrarse profesionalmente en el ejército.
El Estado, por su parte, asume un doble coste:
- Remuneraciones y equipamiento, que crecen con cada nueva promoción.
- Infraestructura y logística, que requiere ampliaciones para absorber a decenas de miles de voluntarios adicionales.
A largo plazo, el Ejecutivo confía en que parte de los voluntarios pasen a la reserva operativa, cuyo objetivo es aumentar de 45.000 a 80.000 miembros en 2030, lo que también impacta en formación y dotación presupuestaria.
Un modelo militar híbrido
La visión de Macron es avanzar hacia un ejército “híbrido”, con una base profesional reforzada por un cuerpo estable de voluntarios y reservistas. Desde el punto de vista económico, esto supone una estructura de defensa de costes crecientes pero predecibles, menos dependiente del reclutamiento obligatorio, que el presidente descarta reactivar salvo en situaciones excepcionales.
El nuevo servicio militar se integra así en una tendencia general europea de incremento de gasto defensivo, impulsada por un entorno estratégico más incierto y por la presión para aumentar la autonomía militar del continente. Para Francia, este programa representa una apuesta costosa, pero central para su ambición de mantenerse como potencia militar de referencia en Europa.
