Apunta y revisa tus logros
Es imposible que a lo largo de tu vida no hayas conseguido absolutamente nada. Piensa, porque por pequeños que sean tus logros, algo habrás conseguido. Ordénalos y revísalos de vez en cuando. Ver linealmente todo lo que has hecho bien es motivador.
Haz un análisis DAFO propio
Es decir, analiza tus D-ebilidades, A-menazas, F-ortalezas y O-portunidades. ¿En qué fallas? ¿Qué te da miedo/perturba? ¿Qué se te da bien? ¿Qué tienes a mano o puedes mejorar? Responder estas preguntas te ayudará a ver de forma más realista tu situación.
Piensa en lo positivo de cada debilidad
¿Consideras una debilidad ser impaciente? Apúntalo, pero no te olvides de poner al lado si eso te hace ser, por ejemplo, más proactivo. Como dice el refrán, “no hay mal que por bien no venga”, y así es como debes afrontar tus debilidades.
Busca lo que te motiva
¿Qué es lo que te gusta? ¿Qué tienes que hacer para conseguirlo? ¿Merece la pena? Si de verdad algo te gusta, la respuesta a la tercera pregunta será afirmativa sin duda alguna, ni siquiera pensarás la respuesta. Pues bien, ya estás seguro de algo que quieres…
Admite lo que no sabes
La ignorancia no es mala si se sabe llevar. Si no sabes algo, lo mejor es que lo admitas cuanto antes y busques la manera de ponerle solución. Reconocer que tienes alguna carencia es un ejemplo de seguridad en ti mismo, de que te conoces y sabes cómo actuar.
Benefíciate de la envidia
Que no te importe lo que digan los demás, que sus comentarios negativos, y nada constructivos, fruto de la envidia no te hagan sentir inseguro. Si te tienen envidia, es que algo estás haciendo bien… Piénsalo así, haz que suponga una fortaleza para ti.
Piensa cómo te sentirías al conseguir tus metas
Soñar es gratis, así que no te cortes a la hora de imaginar todo lo bueno que te podría traer como consecuencia lograr eso que te has propuesto o que aún no estás seguro de iniciar porque no estás seguro. Pensar en las futuras mejoras siempre es un buen empujón.