Tras años de aislamiento, Siria busca reinsertarse en los grandes corredores económicos. Para Baghdadi Capital, la clave está en combinar reformas estructurales con proyectos de alto impacto que transformen la recuperación en desarrollo sostenible.
¿Qué indicadores muestran que Siria puede convertirse en un destino viable para la inversión?
Lo más esperanzador hoy en Siria no está en las cifras, sino en las señales. Sectores agrícolas y manufactureros comienzan a reactivarse, y el comercio transfronterizo recupera ritmo, impulsado por el interés de países vecinos y de la diáspora. Son pasos pequeños pero simbólicos: el tejido productivo empieza a respirar. Lo decisivo será convertir la estabilidad política en confianza económica, con seguridad jurídica, previsibilidad fiscal e instituciones sólidas que devuelvan credibilidad al país.
En un contexto de sanciones, ¿Qué mecanismos financieros exploran para atraer capital extranjero?
El capital se mueve por confianza. El levantamiento de sanciones es solo un paso: lo esencial es garantizar propiedad privada, repatriación de utilidades, arbitraje independiente y una administración eficiente. A partir de ahí surgen alianzas que combinen co-inversión, tecnología y financiación responsable. Hablamos de proyectos tangibles: energía, agua, agricultura, rehabilitación urbana. Lo importante no es solo atraer inversión, sino convertirla en desarrollo real. Desde Baghdadi Capital trabajamos en los principales corredores económicos del mundo y sabemos lo que buscan los inversores: previsibilidad, estabilidad y visión a largo plazo.
¿Qué industrias emergentes podrían impulsar el crecimiento?
El futuro de Siria debe ser diverso y sostenible. Podemos desarrollar agroindustria moderna, fortalecer la farmacéutica y la salud, y potenciar la logística y los servicios tecnológicos que reconecten al país con los grandes corredores económicos. También el turismo cultural y artesanal puede ser un motor clave: proyectos como Turquoise Mountain demuestran q ue recuperar oficios, restaurar patrimonio y formar jóvenes artesanos no solo genera economía, sino también orgullo y pertenencia.
La reconstrucción de Siria requiere grandes inversiones. ¿Cómo definir las prioridades?
Siria necesita volver a encender su energía, literal y simbólicamente. La electricidad es la base de todo; luego vienen la logística y el agua: carreteras, puertos y redes de riego. Los modelos más eficaces combinan colaboración público-privada, transparencia y riesgos compartidos. También hacen falta mecanismos financieros ágiles que mantengan vivas las cadenas de suministro. En Baghdadi Capital buscamos impulsar soluciones en deuda y capital, financiación comercial y formación de una nueva generación de banqueros comprometidos con la reconstrucción.
La percepción de riesgo sigue siendo alta. ¿Qué puede generar confianza en los inversionistas?
Para atraer capital no bastan los discursos: hay que garantizar propiedad repatriación de beneficios y marcos legales sólidos. Países como Emiratos o Turquía lo lograron construyendo entornos equilibrados, donde la protección del capital convive con estabilidad política y marcos fiscales bien calibrados. Siria debe avanzar con inteligencia y visión de largo plazo. No se trata de copiar modelos, sino de crear un sistema fiscal justo y duradero que estimule la inversión sin debilitar al Estado. Solo con seguridad jurídica y estabilidad administrativa las oportunidades dejarán de ser promesas para convertirse en desarrollo sostenible.
¿Qué papel puede jugar la diáspora siria en la recuperación?
La diáspora es una de nuestras mayores fortalezas: talento disperso por el mundo, pero unido por un mismo propósito. Empresarios, científicos, médicos, ingenieros… que se fueron, pero nunca se fueron del todo. Para activar su participación necesitamos reglas claras, confianza y canales abiertos: visados exprés para emprendedores, garantías jurídicas y programas de co-inversión con impacto real. Pero, sobre todo, debemos darles voz. La reconstrucción no será completa hasta que los sirios, dentro y fuera, vuelvan a construir juntos su país.
Tras su participación en el Concordia Annual Summit 2025, ¿qué reacciones recibió sobre el potencial de inversión en Siria?
Concordia fue un punto de inflexión. Confirmé algo esencial: el mundo quiere volver a hablar con Siria, no sobre Siria. Mantuvimos reuniones con la Atlantic Basin Initiative y la Transatlantic Leadership Network, y en todos los foros el mensaje fue claro: si Siria emprende reformas profundas, no estará sola. Hay voluntad de colaborar, invertir y acompañar la reconstrucción. Baghdadi Capital nació para tender puentes entre mercados y realidades distintas. Esa es la filosofía que Siria necesita hoy: conectar talento, recursos y confianza para integrarse en los grandes ejes estratégicos del comercio global.
Si proyectamos a Siria en diez años, ¿cuál es su visión?
Sueño con una Siria abierta, integrada en los corredores económicos del Mediterráneo y el Golfo. Con energía estable, infraestructura moderna y una economía diversificada, donde convivan agroindustria, farma, tecnología, turismo cultural y talento creativo. Imagino un país donde la estabilidad sea la norma y la inversión tenga un rostro humano. Reconstruir un país no es solo levantar edificios: es reconstruir esperanza. Si hacemos bien las cosas, en diez años Siria no solo volverá al mapa económico, sino también al corazón del mundo.
