La NASA marcó un nuevo capítulo en la historia aeronáutica con el primer vuelo de prueba de su avión experimental X-59, un avión supersónico diseñado para viajar a gran velocidad sin producir el fuerte estruendo que caracteriza a este tipo de vuelos. La prueba se llevó a cabo el martes por la mañana en el cielo del sur de California, despegando desde la emblemática Planta 42 de Skunk Works, las instalaciones de Lockheed Martin en Palmdale.
El X-59, pilotado por el jefe de pruebas de la NASA, Nils Larson, realizó un ascenso pronunciado antes de dirigirse hacia el norte, rumbo a la Base de la Fuerza Aérea de Edwards. Después de aproximadamente una hora de vuelo, la aeronave aterrizó sin complicaciones, cumpliendo todos los objetivos previstos para esta etapa inicial. Durante esta prueba, que fue monitoreada por un avión de apoyo de la NASA, el X-59 no superó la barrera del sonido, voló a una velocidad aproximada de 370 km/h y alcanzó una altura cercana a los 3.660 metros. Aún falta tiempo para verlo volar a velocidades supersónicas, algo que se espera que ocurra dentro de algunas semanas, cuando comiencen las pruebas más exigentes.
El desarrollo del X-59 está a cargo de Lockheed Martin Skunk Works, en colaboración con la NASA, y su diseño es uno de sus aspectos más llamativos. Tiene un morro extremadamente alargado que ocupa casi la mitad de su longitud total, una cabina que no se ve desde el exterior, alas pequeñas y un motor que sobresale sobre el fuselaje como una gran estructura elevada. Aunque su apariencia puede parecer poco convencional, cada detalle tiene un propósito clave: reducir drásticamente el ruido que se genera al romper la barrera del sonido. A diferencia de los aviones supersónicos tradicionales, que producen un fuerte estallido capaz de hacer vibrar ventanas, el X-59 busca generar un sonido suave.
Con casi 30 metros de largo, este avión monomotor está diseñado para volar alto y rápido sin generar contaminación sonora significativa. La NASA estima que podrá alcanzar velocidades de hasta 925 millas por hora y elevarse hasta unos 55.000 pies de altura, es decir, más del doble de altitud y casi el doble de velocidad que un avión comercial convencional. Si estos resultados se confirman, abrirían la posibilidad de que los vuelos supersónicos comerciales regresen, especialmente sobre zonas terrestres, donde actualmente están prohibidos precisamente por el ruido que generan.
La agencia espacial estadounidense no es la única que ha puesto su mirada en este tipo de tecnología. Empresas privadas como Boom y Spike también trabajan en aviones de alta velocidad, inspiradas por el legado del famoso Concorde, retirado en 2003 debido a sus elevados costos de operación, su baja capacidad de pasajeros y las restricciones por el ruido que generaba. Sin embargo, la gran diferencia del X-59 es su intención de resolver precisamente ese problema: lograr un avión rápido, pero silencioso.
Durante los próximos meses, el equipo de Skunk Works continuará realizando pruebas junto a la NASA, incluyendo el esperado primer vuelo supersónico del X-59. Ese momento será crucial, ya que permitirá medir el nivel real de sonido que produce la aeronave al superar la barrera del sonido. Los datos obtenidos podrían cambiar el futuro de la aviación comercial, acercando el sueño de viajes más rápidos, silenciosos y eficientes. El mundo de la tecnología aérea avanza rápidamente, y todas las miradas estarán atentas a los próximos pasos de este prometedor proyecto.
