Opinión Salvador Sostres

Woody Madrid Spacey

La tristeza es que lo lúcido sucumba a lo militante, que el prejuicio pueda más que el destello.

Me gusta la presidenta Ayuso, me gusta Woody Allen. Me gusta que se hayan encontrado. Me gusta el genio sobre todo cuando intentan cancelarlo, García Ortiz y Mia Farrow. Me gustaría que la película, además de pasar en Madrid, y de llevar el nombre de la capital en el título, explicara la ciudad a través de la vida política de la presidenta, especialmente las últimas cosas que le han pasado.

Me gustan los malos oficiales porque encarnan lo incómodo, que es siempre lo fértil, lo vibrante. Madrid explicada a través de Manhattan. Una a la que intentan matar a través de su novio explicada por uno al que intentaron matar a través de una ex enloquecida a la que ha desdeñado el sistema judicial americano en todas sus instancias. Me gustan los desahuciados, los golpeados, los que tras cada linchamiento -y van unos cuantos- se levantan y continúan con sus vidas, con su genio, sin quejarse. Me gusta Kevin Spacey. No sé cómo se lleva con Woody Allen, pero sería cerrar un círculo que tuviera un papel en la próxima película. También Mel Gibson, y Leo di Caprio (con una de sus jovencitas intercambiables, siempre menor de 25 años). Sería todo un detalle que la banda sonora se basara en la preciosa, aún preciosa voz de Plácido. De “Vicky Cristina Barcelona” a “Woody Madrid Spacey”.

Madrid es lo que no nos hemos dejado hacer cuando han venido a buscarnos. Madrid es el premio si no te rindes. Todos te decían lo que tenías que hacer y en Madrid pudiste hacer lo que quisiste. El Madrid de Ayuso hace tiempo que dejó de ser un espacio físico, Madrid en Barcelona también existe, en la manera de pensar y de comportarse de las personas libres que deciden con quién se juntan, y dónde y para qué, y no permiten que ni en sus corazones ni en sus vidas la policía de la moral establezca filas sudafricanas de buenos y apestados. Si Madrid es el destino de Woody Allen es también el destino de los que, el poco o mucho tiempo que nos quede, queremos vivirlo según nuestra idea del amor, de la generosidad y la libertad, que son muchas palabras para decir exactamente lo mismo.

Me gusta Ayuso hasta cuando se equivoca y dice no más que bobadas sobre el catalán y Cataluña; me gusta Woody Allen en sus panfletos izquierdistas y relativistas como Poderosa Afrodita, Todos dicen I love you o Si la cosa funciona. Cuando hay genio, talento, cuando hay instinto letal la discrepancia se vuelve la forma más sexy de conocimiento. Tú y yo no estamos para tener opiniones. Tú y yo estamos para hacer que el mundo funcione.

La tristeza es que lo lúcido sucumba a lo militante, que el prejuicio pueda más que el destello. La alegría es cuando la luz nos muestra y aprendemos y, dando por descontada, con ternura y sin duelo, la parte que todo tiene de corrupción, degeneración y muerte, crecemos y somos mejores.

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