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¿Por qué los ultrarricos regalan experiencias de viaje en lugar de objetos?

Los expertos del sector turístico están documentando una tendencia creciente entre las personas con un patrimonio neto ultraelevado del mundo: regalar experiencias altamente personalizadas y cuidadosamente seleccionadas en lugar de objetos materiales.

El viajero adinerado busca regalar una experiencia que, además, beneficie al país y a la comunidad. GETTY

Los expertos del sector turístico están documentando una tendencia creciente entre las personas con un patrimonio neto ultraelevado: regalar experiencias en vez de objetos materiales. Y no se trata solo de un crucero o un paquete vacacional preestablecido, sino de experiencias de viaje altamente personalizadas y cuidadosamente seleccionadas.

«Cuando alguien ya posee varias casas, coches, yates y los objetos más exclusivos, otro bolso o reloj de alta gama apenas le aporta emoción», explica Katrina Aleksa, asesora de regalos personales y fundadora de Roxy Wraps.

«En la ciencia del comportamiento, la adaptación hedónica implica que nos acostumbramos rápidamente a las nuevas posesiones; la emoción se desvanece. Pero una experiencia, sobre todo una que sorprende, sumerge o transforma, tiene mayor impacto en la memoria y las emociones».

Entonces, ¿qué hace que unas vacaciones merezcan ser regaladas a quienes lo tienen todo?

Lujo personalizado, no genérico

“Las marcas reconocen que el lujo se nutre de experiencias que el dinero, técnicamente, no puede comprar”, afirma Aleksa. “Eso significa que nunca se trata solo del destino; se trata de cómo un lugar te recuerda”.

Esto podría significar que un hotel graba tu nombre en la parte trasera de una bicicleta de bambú, escribe a mano tu vino favorito en una nota de bienvenida o tiene el cuento para dormir de tu hijo esperándote en la habitación. “Ese tipo de intimidad no se puede comprar. Se siente como un lujo personalizado, no genérico”, añade.

«Una experiencia, especialmente una que sorprende, sumerge o transforma, tiene mayor impacto y perdura en la memoria», afirma Aleksa. LEFT: KATRINA ALEKSA. RIGHT: MAXIMILIEN T’SCHARNER

Aleksa comenta que también es por eso que, cuando se trata de regalos de viajes de alto valor, el verdadero arte reside en anclar la experiencia con un sentimiento. “El jet privado, la suite de cinco estrellas, la cena exclusiva: todo es impresionante, pero lo que hace que un regalo sea inolvidable es el hilo emocional que lo recorre”.

Por ello, observa una evolución desde el “mira dónde he estado” hacia “mira lo que significó este viaje”. Las generaciones más jóvenes, en particular, no buscan el lujo clásico, sino que priorizan experiencias transformadoras y con propósito que se alineen con su identidad, valores y visión del mundo.

“Ya no se trata de grandes gestos ni de lujos desmesurados, sino de intención”.

Soni Dhariwal es experta en viajes y fundadora de Luxury Travel by Soni, un servicio de planificación de viajes a medida. Recibe numerosas solicitudes de experiencias de viaje personalizadas para regalar durante las fiestas y, al igual que Aleksa, observa una tendencia clara.

“Ya no se trata de grandes gestos ni de lujos desmesurados, sino de intención. Los regalos más significativos ahora se centran en el tiempo compartido y la conexión emocional”, afirma. “La pregunta que más escucho es: ‘¿Adónde podemos ir juntos para sentirnos más unidos?’”. Organizar un viaje profundamente personal y significativo para un desconocido no es tarea fácil, por lo que para Dhariwal, conectar con sus clientes es fundamental. “Me fijo mucho en quiénes son, no solo en lo que disfrutan, sino en lo que les revitaliza, lo que les entusiasma y cómo conectan con los demás”, explica. “A partir de ahí, diseño pensando en los sentidos: la sensación de la brisa del amanecer en la piel, el aroma a sal marina, la textura de la artesanía local, el ritmo de una comida compartida en el momento justo”.

Luego, trabaja en estrecha colaboración con el personal de hoteles y resorts para que ellos también sientan una cierta intimidad con el huésped de antemano. “Les presento a mis clientes incluso antes de que lleguen, para que cuando entren en un hotel, no sean tratados como huéspedes, sino como amigos de honor”, ​​afirma.

Regalos de viaje con impacto

Las personas con un patrimonio neto ultraelevado también se están alejando del lujo ostentoso. Como explica Dhariwal, ahora lo que importa no es tanto el número de hilos de las sábanas, sino las experiencias que conmueven a los viajeros. En lugar de un chef famoso, buscan a alguien que creció en la zona y les presente la cocina hiperlocal. En lugar de una cadena hotelera impersonal, quieren un anfitrión cercano, dispuesto a hablar con entusiasmo sobre su proyecto.

A esto se suma una mayor sensibilidad hacia los hoteles que visitan. El viajero adinerado busca regalar una experiencia que, además, beneficie al territorio y a la comunidad. Por ejemplo, The Brando, en la Polinesia Francesa, garantiza que sus huéspedes vivan de verdad las políticas de sostenibilidad y neutralidad de carbono del hotel. Desde proyectos de restauración de arrecifes hasta experiencias culturales dirigidas por polinesios, los huéspedes participan activamente en la conservación, en lugar de ser meros espectadores.

En Camboya, Shinta Mani Wild ha transformado la conservación en aventura, invitando a sus huéspedes a unirse a patrullas contra la caza furtiva y a comprender los ecosistemas que ayudan a proteger. En Islandia, Deplar Farm ha perfeccionado el arte de los viajes multigeneracionales: mañanas llenas de heliesquí o rituales de spa, y veladas bajo la aurora boreal.

«El nuevo lujo reside en la conexión con la naturaleza, con la cultura, con los demás y en la sutil comprensión de que el significado es la máxima expresión de exclusividad», afirma Dhariwal.

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