El Maxi 72 Balthasar de Louis Balcaen se ha proclamado campeón absoluto de la 46 edición de la Rolex Middle Sea Race. Y, cómo no, detrás del trofeo hay una historia que habla con acento español: Javier de la Plaza, Pablo Arrarte, Simbad Quiroga y Diego Torrado fueron piezas fundamentales de una tripulación que supo dominar 606 millas de navegación táctica, condiciones variables y una competencia feroz entre 117 barcos de 31 nacionalidades.
Esta es la crónica de un triunfo excepcional del Balthasar, escrita desde otro barco en la misma regata. Desde el White Shadow, un Swan 57 diseñado por Sparkman & Stephens y botado en 1977. Navegábamos como preparación para la Ocean Globe Race 2027, después de haber completado la vuelta al mundo en la edición 2023/24. Así, fue mágico correr en modo ‘slow sailing’ nuestra regata en un velero de casi 50 años, y ver al mismo tiempo al futuro campeón, al Balthasar, ejecutar su estrategia perfecta con precisión quirúrgica.
El Balthasar cruzó segundo la línea de llegada en Malta, unas cinco horas detrás de la Cinta Azul que se llevó el Black Jack 100 de Remon Vos. Y aunque llegó a La Valletta casi 10 horas antes que el Django Deer, en tiempo compensado la distancia a favor del barco de los españoles se redujo a, apenas, cinco minutos. Un margen microscópico después de tres días de navegación continua que demuestra el nivel de exigencia de esta regata y la ejecución impecable del equipo liderado por Balcaen.
«Una regata de 600 millas a bordo de un barco como Balthasar suelen ser entre dos y tres días de navegación y supone trabajar sin descanso», explicó Javier de la Plaza. «La clave estuvo en conservar la confianza, acertar en la toma de decisiones, no dejar de apretar y mantener la concentración para sacar lo mejor del barco en cada momento. Al final ganamos al Django Deer por sólo cinco minutos, y eso después de 606 millas es casi una foto finish».
Cuatro españoles en el podio absoluto
La victoria del Balthasar con cuatro españoles en roles clave de la tripulación —Javier de la Plaza, Pablo Arrarte, Simbad Quiroga y Diego Torrado— representa un hito para la vela oceánica española. No son nombres que aparezcan habitualmente en los titulares de la prensa deportiva generalista, pero en el circuito de regatas offshore son regatistas respetados con currículums extensos en competiciones de alto nivel.
De la Plaza y Arrarte, ambos cántabros, han acumulado miles de millas en regatas vuelta al mundo. Quiroga, canario, aporta experiencia en navegación atlántica y mediterránea. El gallego Torrado, como capitán, fue responsable de la preparación técnica del barco y de asegurar que cada sistema funcionara sin fallos durante los tres días de competición.
La combinación de talento español con la estructura profesional de un proyecto como el Balthasar y el liderazgo de Balcaen y Bekking resultó en una tripulación equilibrada, capaz de ejecutar maniobras complejas bajo presión y de mantener la concentración cuando la diferencia entre victoria y derrota se medía en minutos después de 606 millas.
«No dejamos nada al azar», resumió Balcaen. Esa frase resume la filosofía que llevó al Balthasar a lo más alto del podio en Malta.
Norte primero, Túnez después: los secretos del triunfo
El primer movimiento ganador se ejecutó poco después de la salida desde el Grand Harbour de La Valleta. Balthasar navegó hacia el norte de la línea de rumbo y la apuesta dio resultado: encontraron mejor viento y se adelantaron de forma decisiva a rivales que quedaron atrapados en condiciones más flojas al sur.
Desde el White Shadow, con sus 48 años de historia y su configuración clásica, observábamos estos movimientos con la perspectiva que da navegar un barco de otra época. Nuestro objetivo era completar la regata, acumular millas como tripulación y prepararnos para los 30.000 millas de la vuelta al mundo en 2027. No competíamos por el podio absoluto, pero cada decisión táctica de los barcos punteros se convertía prácticamente en material de estudio desde cubierta.
El segundo acierto táctico del Balthasar llegó tras rodear Favignana, en el extremo noroeste de Sicilia. La decisión de dirigirse al este, y mucho más cerca de la costa tunecina que el resto de la flota, volvió a posicionarlos por delante de sus rivales. Bouwe Bekking, el experimentado táctico holandés del equipo, lo resumió con precisión: «La clave fue nuestra constancia. La tripulación lleva mucho tiempo junta y varios han participado en regatas alrededor del mundo, por lo que conocemos los ritmos de cada uno. Tomamos nuestras decisiones con antelación, nos adaptamos rápidamente y confiamos plenamente los unos en los otros».
La Rolex Middle Sea Race 2025 no fue una regata rápida. Los 117 barcos que tomaron la salida se enfrentaron a condiciones de viento irregular, casi 20 horas de lluvia intensa hasta Sicilia, calmas relativas y el desafío constante de un recorrido que obliga a cambiar de rumbo docenas de veces mientras se circunnavega Sicilia en sentido antihorario. De esos 117, solo 110 logramos cruzar la línea de meta.
Balthasar: 15 días para salvar una temporada
La participación del Balthasar en esta edición estuvo en riesgo hasta el último momento. Diego Torrado, capitán del barco y vigués con años de experiencia en regatas oceánicas, lo explicó sin rodeos: «Apenas seis semanas antes nos vimos obligados a retirarnos de la Maxi Yacht Rolex Cup tras un incidente con la jarcia. Pasarlo a configuración oceánica requirió de un esfuerzo intenso del equipo».
El trabajo fue contrarreloj. Después de asegurar la jarcia, navegaron desde Cerdeña hasta Malta, donde desmontaron el palo completo para realizar todas las revisiones y reparaciones necesarias. Fueron 15 días de preparación exhaustiva antes de la salida.
«Por mi experiencia en regatas vuelta al mundo, soy consciente de la importancia de la preparación, los recambios, y saber que van a competir 24 horas durante tres o cuatro días», continuó Torrado. «Muy contento, porque la tripulación ha podido apretar sin pensar en la consistencia del barco, y ahí está el resultado».
Esa filosofía de preparación meticulosa es la misma que aplicamos en el White Shadow. Un Swan 57 de 1977 no compite en velocidad pura con los diseños modernos, pero su robustez y fiabilidad son legendarias. Sparkman & Stephens diseñaron estos barcos para cruzar océanos, no para ganar sprints costeros. En la Ocean Globe Race 2023/24 completamos la vuelta al mundo sin problemas estructurales graves, y esa confianza en el barco nos permitió navegar la Middle Sea Race concentrados en la táctica y el trabajo de equipo, no en gestionar averías.
La edición 2025 de la Rolex Middle Sea Race no pasará a la historia por sus récords de velocidad. El Black Jack 100, el Maxi de 30,5 metros de Remon Vos que ganó en tiempo real, completó el recorrido en 65 horas y 44 minutos. Un tiempo muy lejos del récord de 40 horas, 17 minutos y 50 segundos establecido por el Comanche en 2021. Las condiciones de viento flojo que prevalecieron este año convirtieron la regata en un test de paciencia táctica más que en una carrera de velocidad.
Para el Black Jack 100 fue una reivindicación. En 2024 había perdido por solo 18 minutos ante el Scallywag. En la Rolex Fastnet Race de julio pasado logró la revancha, y en Malta cerró el círculo con una victoria en tiempo real que su tripulación perseguía desde hace años.
El efecto acordeón del Mediterráneo
Christian Ripard, el regatista maltés que igualó con su Artie III el récord de 35 participaciones de Arthur Podesta, describió la naturaleza única de esta regata: «Sigue siendo una regata muy táctica y se necesita algo de suerte para situarse en la posición adecuada en el campo de regatas. Es como un efecto acordeón: puedes alejarte de tus oponentes y, al doblar una esquina, todos vuelven a alcanzarte. Ese es el reto, una regata de 600 millas en la que hay que estar atento en todo momento».
Ripard comenzó a competir en la Middle Sea Race a mediados de los años 70, cuando una embarcación de tamaño medio tardaba entre seis y siete días en completar el recorrido. Hoy la media es de tres o cuatro días, pero la naturaleza del desafío permanece intacta. El Mediterráneo es un mar de esquinas, de cambios de viento abruptos, de corrientes locales y efectos térmicos que pueden comprimir o expandir la flota en cuestión de horas.
Desde el White Shadow experimentamos ese efecto acordeón de primera mano. En un momento dado navegábamos solos en nuestro sector del campo de regatas, con el horizonte limpio en todas direcciones. Tres horas después, al doblar el cabo noreste de Sicilia, nos encontramos rodeados de una docena de barcos que habían tomado opciones diferentes y convergían en el mismo punto geográfico. La Middle Sea Race castiga los errores tácticos, pero también comprime las diferencias y ofrece oportunidades constantes de recuperación.
Representación española: Galbula 10
El Galbula 10 de Pedro Gonzalo fue el único barco de pabellón español en la regata. Cruzó la meta el jueves 23 de octubre al mediodía, logrando la octava posición en clase ORC 3 y la primera en división Corinthian. Un clásico como Sergio Llorca resumió la experiencia a bordo: «Hemos cumplido nuestro objetivo, que era terminar. En la regata nos ha pasado de todo, pero gracias a Dios no ha habido demasiadas encalmadas y la hemos completado en cinco días, que era lo previsto”.
Completar la Middle Sea Race a bordo del White Shadow, después de haber dado la vuelta al mundo en la Ocean Globe Race 2023/24, ofrece una perspectiva única sobre el estado de la vela oceánica. El ritmo náutico del White Shadow, que compitió en la OGR como barco español, es un recordatorio de que la navegación oceánica no siempre fue de foils, carbono y equipos de hiper atletas.
Pero la esencia de la competición oceánica permanece idéntica. Da igual que navegues un Maxi 72 de carbono o un Swan clásico de 48 años: la lectura del viento, la gestión de la tripulación, las decisiones tácticas en momentos críticos, la resistencia mental durante guardias nocturnas de cuatro horas. Esos elementos son universales y atemporales.
Observar al Balthasar ejecutar su estrategia ganadora desde la cubierta de un barco clásico fue ver a dos generaciones de vela oceánica compartiendo el mismo campo de regatas. Ellos navegaban para ganar el trofeo absoluto. Nosotros navegábamos para prepararnos para la próxima vuelta al mundo. Pero todos compartíamos el mismo mar, las mismas 606 millas, el mismo desafío de Sicilia rodeada en sentido antihorario.
