Tecnología

Cómo China busca consolidarse como líder mundial en aplicaciones de IA en el sector energético

Desde el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania, China ha acelerado sus esfuerzos por alcanzar la independencia energética.

La inteligencia artificial con características chinas gira en torno a su principal cuello de botella logístico y una de las exportaciones más atractivas de China: la energía verde. (Foto: Getty)

A principios de octubre de 2025, la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma (NDRC, por sus siglas en inglés) de China y la Administración Nacional de Energía (NEA, por sus siglas en inglés) publicaron conjuntamente un comunicado en el que anunciaban planes para acelerar la integración de la inteligencia artificial (IA) en el sector energético. Con el objetivo de lograr una aplicación generalizada para 2027, la nueva estrategia de IA de China pretende consolidarse como líder mundial en aplicaciones de IA en el sector energético para 2030. Esto es solo un aspecto del impulso de la IA china para liderar los sectores energéticos, haciendo hincapié en la tecnología renovable de vanguardia tanto para uso doméstico como para la exportación, con el fin de asegurar una posición de liderazgo en la transición energética. Para China, el consumo energético de la IA supone, por tanto, una oportunidad para dominar a largo plazo tanto la entrada como la salida de esta tecnología de vanguardia.

La posición de China en materia de energía

Desde que asumió el cargo en 2013, el presidente chino Xi Jinping ha dado prioridad constante a la seguridad energética en la estrategia de desarrollo de China. Desde el estallido de la guerra entre Rusia y Ucrania en 2022, China ha acelerado sus esfuerzos por alcanzar la independencia energética. Rusia, tras perder a la UE como importante base de consumidores, ha recurrido a Pekín para compensar la disminución de sus ingresos por petróleo y gas. Esto ha reportado a China beneficios a corto plazo, ya que ha reforzado su seguridad en materia de petróleo y gas gracias a las importaciones con descuento. En agosto de 2025, China seguía siendo el mayor comprador mundial de combustibles fósiles rusos, con un 40% de los ingresos por exportaciones de Rusia. El 58% de las compras de China correspondían a importaciones de petróleo crudo, seguidas por un 15% de carbón, un 12% de gas por gasoducto y un 10% de productos petrolíferos.

A pesar de las ventajas a corto plazo de la energía más barata procedente de Rusia, China sigue mostrándose cautelosa con respecto a la dependencia de Moscú y está igualmente dispuesta a negar a Moscú su influencia estratégica. La guerra entre Rusia y Ucrania y la inestabilidad en Oriente Medio han puesto de relieve la vulnerabilidad de las rutas de tránsito de petróleo y gas de China ante los conflictos geopolíticos y las interferencias externas. En respuesta a ello, Pekín ha situado las energías renovables en el centro de su estrategia de seguridad energética a largo plazo, vinculándolas tanto al crecimiento económico como a los objetivos de reducción de emisiones.

Pekín se erige como líder mundial en innovación tecnológica ecológica y no ha dejado de acelerar su adopción, con un crecimiento del 25% en la generación de electricidad eólica y solar entre 2024 y 2025. A pesar de ello, las energías renovables siguen siendo insuficientes para satisfacer la creciente demanda del país. El gigantesco sector manufacturero de China, junto con el aumento del consumo energético de los hogares, sugiere que no se prevé que la demanda se estabilice en un futuro próximo. Es fundamental señalar que China sigue dependiendo en gran medida de la energía extranjera procedente de diversos proveedores estatales.

¿Qué puede aportar la IA al sector energético chino?

En su declaración conjunta, la NDRC y la NEA esbozaron sus objetivos de implementación para promover el desarrollo y la utilización de alta calidad de la IA en el sector energético. La IA con características chinas significa claramente utilizarla para resolver los problemas de carga base y actuar como un multiplicador de fuerzas en toda la industria china. El informe esboza las ambiciones de integrar la IA en los sectores hidroeléctrico, nuclear, térmico, petrolero, gasístico y carbonífero.

En el ámbito de la energía hidroeléctrica, la NDRC y la NEA hacen hincapié en la construcción de proyectos en regiones frías y de gran altitud, así como en cuencas fluviales complejas. Se espera que la IA mejore la precisión de las previsiones meteorológicas e hidrológicas combinadas, optimice la toma de decisiones y facilite el mantenimiento de las estaciones. Del mismo modo, en la industria de la energía térmica, las aplicaciones de la IA se centran en mejorar la gestión del combustible y el control operativo, facilitar el mantenimiento de los equipos y acelerar la construcción de centrales para lograr resultados más eficientes y fiables.

En el caso de la energía nuclear, la implementación de la IA se centrará en reforzar los sistemas de apoyo a la seguridad. Esto incluye mecanismos de alerta temprana, trazabilidad y análisis operativos, y procesos automatizados de arranque y apagado. También se prevé que la IA actúe como asesor técnico, ayudando en el control predictivo del plasma y avanzando en la investigación sobre la fusión nuclear controlada.

La carrera entre EE UU y China por la IA

La innovación en IA es uno de los ámbitos más cruciales y competitivos para el desarrollo económico y la seguridad nacional, y la intención de China de aplicarla a las energías renovables ha puesto de relieve un nuevo campo de competencia. China ya ha demostrado sus agresivos esfuerzos por vender su tecnología verde fundamental, incluidos los paneles solares y las turbinas eólicas. Países como México, Bangladesh, Sudáfrica y Nigeria han comprado con entusiasmo los excedentes chinos de tecnología solar. Los esfuerzos de China por integrar ampliamente la IA como multiplicador de fuerzas para sus tecnologías energéticas, con el objetivo de lograr una integración generalizada para 2027 y el liderazgo mundial para 2030, plantean el riesgo de arrebatar el futuro de la energía de las manos de Washington, atrayendo a una base de clientes cada vez mayor de estados ávidos de energía.

Estados Unidos sigue siendo líder mundial en chips de IA y desarrollo de modelos, pero la implementación generalizada de estas tecnologías se ha retrasado, especialmente en los servicios públicos y las infraestructuras, áreas en las que China se está centrando. La energía renovable debe reconocerse como un frente crítico en la carrera mundial por la IA, que no solo tiene que ver con el prestigio y la innovación científica, sino también con la seguridad nacional. En la actualidad, la capacidad de energía renovable de Estados Unidos está muy por detrás de la de sus competidores chinos. Esta brecha es aún más preocupante, dada la oposición de la administración Trump al desarrollo de las energías renovables, que sirve de vector de la competencia entre China y Estados Unidos.

Una mayor integración de la IA en las energías renovables estadounidenses podría ayudar a cerrar esta brecha mediante la optimización de los calendarios de producción, el perfeccionamiento del diseño de los equipos, la reducción de los costes y la mejora del rendimiento general. Varias empresas estadounidenses de energías renovables, como Constellation Energy, Google y Duke Energy, han iniciado procesos de integración. Aunque estas iniciativas son prometedoras, la mayoría están lejos de alcanzar la madurez de la IA. Los elevados costes iniciales, los conocimientos técnicos limitados y las estrategias de inversión fragmentadas han dado lugar a programas piloto decepcionantes, lo que desalienta su adopción.

Un informe reciente del Boston Consulting Group ha destacado que estos contratiempos suelen deberse menos a la tecnología en sí misma que a una inversión inadecuada y mal orientada. Las empresas privadas seguirán siendo la fuerza motriz durante este punto de inflexión crítico, actuando como socios clave para integrar la IA en los métodos de generación y en la red eléctrica. El camino a seguir consiste en tratar la IA no como un complemento experimental ni como una panacea para resolver problemas estructurales. Para ello es necesario moderar las expectativas. La IA en el sector energético se está convirtiendo cada vez más en un multiplicador de fuerzas, una herramienta estratégica que maximiza los ingresos, agiliza la producción y logra el dominio energético.

Paradójicamente, lo mejor para Estados Unidos podría ser moderar sus expectativas respecto a la IA antes de verla aplicada de forma más amplia. La estrategia estadounidense en materia de IA gira en última instancia en torno a la creencia de que las inversiones masivas pueden impulsar la productividad y reducir los gastos en forma de salarios, residuos y otros gastos generales. La estrategia china en materia de IA consiste en reinvertir en los insumos energéticos que la IA consume rápidamente y distribuirlos entre sistemas con menos posibilidades de lograr un cambio revolucionario. Mientras que la inversión excesiva de Estados Unidos en IA corre el riesgo de exagerar las ventajas de una panacea tecnológica y crear una burbuja en la que el aumento de la productividad no justifica las inversiones, el modelo chino corre el riesgo de encontrar dificultades debido a la falta de monetización a corto y medio plazo y a la dependencia de optimizaciones y avances tecnológicos que no están garantizados. No está claro quién es el líder actual en IA, y mucho menos cuál es el modelo superior, pero las partes interesadas estadounidenses deben ser conscientes, como mínimo, de que no deben medir el éxito de China con sus propios criterios de éxito. Hacerlo haría que la IA estadounidense se confiara en exceso en la victoria.

Artículos relacionados