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Four Seasons Resort Maldives at Kuda Huraa: un jardín del Edén de aguas cristalinas 

Se cumple un sueño, inicio mi primer viaje rumbo a Maldivas; y no a cualquier lugar, visito el famoso Four Seasons Resort Maldives at Kuda Huraa. Maldivas; un océano vivísimo e infinito rodea un país tropical que abarca 26 atolones con forma de anillos. 

La cosa se pone interesante. Imaginad 1.000 islas de coral, muchas de ellas vírgenes, cubiertas por una arena milenaria, finísima y albina que prometo dejará ojiplático a todo aquel que lo visite. 

En este enclave excepcional se encuentra el magnífico Four Seasons Resort Maldives at Kuda Huraa, un resort de lujo situado en una isla-jardín del Atolón norte de Malé. 

Tras un emocionante viaje en lancha rápida, un recibimiento excepcional que te da pistas del carácter atento y servicial del equipo del hotel. La música boduberu, el género más emblemático y tradicional de Maldivas, y el agua de coco son solo el preámbulo de una experiencia dedicada a agasajar tus cinco sentidos. 

Bienvenido a tu paraíso particular

Mentiría si dijese que era yo

El viaje empieza con buen pie. Si como yo, tú también eres un amante de la botánica, llegar a la habitación es todo un regalo. Tras un paseo ajardinado lleno de flores, cocoteros, buganvillas y variedades exóticas encontrarás unas cabañas tradicionales que perfectamente integradas con el entorno mezclan lo mejor de un alojamiento tradicional con lo mejor de un hotel de cinco estrellas. 

Y nada más entrar unas vistas privilegiadas a un océano prístino y un horizonte de ensueño. No sé qué harías tú, pero yo no pude ni esperar un minuto para deshacer la maleta, ponerme el bañador, las gafas de bucear y zambullirme en unas aguas cristalinas que me hicieron sentir el protagonista de un documental narrado por el mismísimo David Attenborough. 

Aquí, el coral es fuente de vida inagotable: que si pez anémona de Clark, que si anthiasde cola amarilla, el pez mariposa mapache, el pez mariposa lágrima o el pez ballesta payaso son solo una diminuta muestra de la biodiversidad marina que te rodea a tan solo unos metros de tu habitación. 

En este hotel hay opciones para todos los gustos. Pongamos por ejemplo, los Pabellones Deluxe, estas habitaciones parecen refugios celestiales con interiores luminosos, piscina privada, ducha exterior y un jardín íntimo con acceso directo a la playa. 

Esta barquito te llevará al paraíso; yoga matutino y masaje

O quizá puedes optar por una de las fotogénicas cabañas sobre el agua, aquí disfrutarás de una villa con piscina infinita, acceso directo al mar, una hamaca suspendida sobre una laguna turquesa y una hamaca donde contemplar los mejores atardeceres. 

Una oferta gastronómica para todos los paladares 

El mar abre el apetito, ¿y qué mejor que una oferta culinaria capaz de satisfacer cualquier antojo? 

Cenar en Baraabaru es siempre una gran elección. Una exquisita banda hindú te recibe al son del sitar y la tabla poniendo banda sonora a una propuesta gastronómica delicada y sorprendente. Ohmmm.

La cercanía con la India se traduce en lo mejor de su cocina casera: especias, combinaciones exóticas y sabores auténticos que acompañan una atmósfera tropical entre palmeras, antorchas y una terraza sobre un mar donde pescan garzas y nadan pequeños tiburones.

Entre los imprescindibles: las croquetas de yogur con chutney de menta, la tostada de langostino con pimienta y alioli de limón, la lubina al estilo de boda bengalí con arroz basmati y anacardos al ghee, y el broche final: el pudin de dátiles pegajoso con helado de panela. 

Las opciones son variadas, pero si lo tuyo es el pescado, no te pierdas Kandu Grill, un restaurante que junto a la piscina principal es perfecto para degustar carnes selectas, mariscos y guarniciones preparadas en una cocina abierta. 

Nunca descansar fue tan divertido 

El mar está en el centro de la mayoría de las actividades. ¿Y cómo no iba a ser así? Aquí el océano, siempre generoso, te ofrece multitud de maneras de disfrutarlo; desde un asombroso snorkel a pie de playa, a la posibilidad de sentirse el protagonista de la mítica película surfera “Endless Summer”. Y no, no te creas que tienes que ser un profesional, Ryan, o cualquiera de los instructores de la isla podrán instruirte en el pedaleo, la postura correcta y la mejor forma de levantarte sobre la tabla en solo una sesión. 

Atardecer desde tu habitación. Olvida Instagram.

¿Son las Maldivas un destino aburrido? La respuesta es un rotundo no. Si el snorckel o las clases de surf no te han dejado satisfecho, prepárate para surcar los mares en una lancha rápida hasta llegar al spot perfecto para nadar entre tiburones, peces de colores o rayas colosales. 

Mens sana in corpore sano 

No soy de madrugar, pero en esta ocasión no dejaría atrás la oportunidad de, antes de un gran desayuno, ser transportado por una barquita tradicional a la isla-spa. Allí y con las mejores vistas posibles, un profesor de yoga te ayudará con esas posturas imposibles que alinean eso que los occidentales tenemos tan poco alineado. Qué gusto da saludar al sol.

Me quiero quedar a vivir aquí

Y no es esta la única opción para sentirte el protagonista de una vida de ensueño. El “Sound-healing”, una práctica ancestral que utiliza frecuencias y vibraciones sonoras, te proporcionará el bienestar físico y espiritual que necesitas. No dejaría pasar por alto la oportunidad de disfrutar de algunos de los tratamientos que expertas masajistas tienen preparado para ti. En una cabaña privada y con el sonido de las olas como banda sonora podrás disfrutar de un delicioso masaje con aceites aromáticos. ¿Puedes imaginar un plan mejor?

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