Por fuera, glamour. Por dentro, el fin de una era. La imagen de Nicole Kidman (Hawai, 58 años) en la primera fila del desfile de Chanel en París parecía la de siempre: impecable, contenida, luminosa. Pero detrás de esa serenidad se esconde uno de los momentos más delicados de su vida personal: la actriz, de 58 años, acaba de solicitar oficialmente el divorcio de Keith Urban (Nueva Zelanda, 57 años) tras 19 años de matrimonio.
Paradójicamente, mientras su vida privada se desmorona, su imagen pública se revitaliza a través de la siguiente generación Kidman: sus hijas Sunday Rose y Faith Margaret, convertidas en inesperadas protagonistas de la Semana de la Moda de París.
Un divorcio medido al milímetro
La noticia estalló hace unas pocas semanas, aunque llevaba meses gestándose. Según los documentos presentados en el condado de Davidson (Tennessee) el pasado 30 de septiembre, la intérprete ha pedido la disolución del matrimonio alegando “dificultades maritales y diferencias irreconciliables”. Detrás del lenguaje legal, se esconde una historia de distancias crecientes, giras interminables y caminos profesionales que les han ido separando lentamente.
El acuerdo es tan detallado que revela hasta el más mínimo aspecto de su futuro como familia separada. Kidman pasará con sus hijas 306 días al año, mientras que Urban estará a su cargo los 59 restantes. Los fines de semana alternos, las vacaciones por años pares o impares, las decisiones educativas y médicas conjuntas: todo está contemplado. No habrá pensión ni manutención; cada uno se hace cargo de los gastos cuando las niñas estén bajo su cuidado. En cuanto a la vivienda, la actriz continuará viviendo en su casa de Nashville con ellas, mientras el músico se ha trasladado a otro domicilio en la misma ciudad.
Para el público, la separación ha sido un shock, pues apenas este verano la pareja celebraba su aniversario con una publicación romántica en Instagram. Para su entorno, en cambio, fue una consecuencia inevitable. Fuentes cercanas aseguran que la actriz “se siente herida y traicionada”, que “intentó salvar su matrimonio”, y que su marido “no ha sido sincero”. Desde hace meses, ambos llevaban vidas por separado: ella se encontraba rodando en Londres la segunda parte de Prácticamente magia; mientras él continuaba su gira con el High and Alive World Tour.
La fachada dorada del amor hollywoodiense
Como tantos matrimonios en Hollywood, el de Kidman y Urban combinaba el éxito profesional con el desgaste de la vida en pareja. Ella, oscarizada, productora y actriz en una nueva etapa creativa; él, uno de los nombres más potentes del country contemporáneo. Durante años, representaron la imagen de la estabilidad, de la pareja ideal que sobrevivía a la presión mediática. Pero las agendas imposibles y el juicio silencioso de la fama terminaron por separarlos.
La propia Kidman confesó hace un tiempo que fue su madre quien la animó a no abandonar su carrera. “Yo pensaba dejarlo todo, y ella me dijo: ‘No lo hagas por completo. Sigue adelante’”. Hoy, ese consejo parece resonar y tomar más sentido que nunca.
El foco se mueve: Sunday Rose y Faith Margaret, las nuevas Kidman
Mientras sus padres cierran una etapa, sus hijas empiezan a escribir otra. Sunday Rose, de 17 años, ha debutado como modelo en la Semana de la Moda de París, desfilando para Dior. Lo ha hecho con la seguridad de quien ha crecido frente a los focos, pero también con la elegancia heredada de su madre. Según Nicole, la joven llevaba años soñando con ser modelo, aunque siempre le impuso una condición: “Solo cuando cumplas 16”.
Su debut no ha pasado desapercibido. Dior, Miu Miu y Calvin Klein ya se han interesado por ella. Su contrato con la casa francesa se firmó antes de que la noticia del divorcio saliera a la luz, pero, tristemente, su aparición en la pasarela ha coincidido con el huracán mediático.
Faith Margaret, la menor, también ha comenzado a despuntar, acompañando a su madre en el desfile de Chanel. Con solo 14 años, fue una de las más fotografiadas en el front row, junto a su hermana y a una Nicole Kidman que, en pleno proceso de divorcio, se presentaba como nueva embajadora de la maison francesa.
El contraste entre generaciones era evidente: la sobriedad clásica de la actriz frente a los toques de juventud y rebeldía de sus hijas, con denim, color y frescura. Tres mujeres distintas que, juntas, marcan una nueva etapa para la familia Kidman.

Nicole Kidman: el arte de renacer
París no ha sido solo una pasarela de moda, sino también el escenario de un renacer. Lejos de esconderse, Kidman ha reaparecido como símbolo de fortaleza y discreción. “Nicole siempre ha sido parte de la historia de la casa. Libre y cambiante, encarna a la mujer Chanel”, declaró Matthieu Blazy, el nuevo director creativo de la firma.
Pese a las adversidades, la actriz se proyecta hacia el futuro: nuevos rodajes, nuevos contratos, y una nueva imagen de mujer que muestra su lado más humano y vulnerable sin perder su elegancia, presencia y poder.
“Nicole siempre ha sido parte de la historia de la casa. Libre y cambiante, encarna a la mujer Chanel” – Matthieu Blazy.
