Las cifras de compraventa de fincas rústicas continúan siendo más altas que en los años anteriores a la pandemia, y se sitúan como uno de los actos más habituales en los pueblos, junto con la adjudicación de herencias, las rectificaciones de superficie, los testamentos y las donaciones y, en menor medida, los expedientes de dominio o las actas de deslinde y subsanación de discrepancias, como señala la portavoz del Consejo General del Notariado, María Teresa Barea.
Barea añade que actualmente hay más de 2.700 notarios repartidos por toda España, incluso en pueblos muy pequeños, y todos utilizan «la misma tecnología» y tienen «los mismos medios y acceso a las mismas redes seguras».
Para mostrar la labor que los notarios realizan en este ámbito, el proyecto ‘#NotariosRurales’ continúa este año su recorrido por algunas de las localidades más pequeñas de España donde, a través de entrevistas al alcalde, a empresarios locales y otros usuarios de la notaría, se pone en valor «el papel del notariado como servicio público de proximidad».
En su tercera edición ‘#NotariosRurales’ viaja hasta Castropol, una localidad de 3.765 habitantes ubicada en Asturias en la que ejerce la notaria Mireya Cristina Martínez Badás.
