Hace dos días, Taylor Swift (Pensilvania, Estado Unidos, 35 años) volvió a parar el tiempo con el lanzamiento de su último disco, The Life of a Showgirl. Con el número 12 en su discografía y producido por sus productores de confianza Max Martin y Shellback, puede que no haya explotado igual de potente como 1989 (2014) ni al pulso de Reputation (2017), pero este álbum canta desde una Taylor distinta, desde la artista que vive entre bastidores, no la que brilla delante de los focos. Esta vez, la cantante se mueve por melodías más relajadas, con guiños al soft rock, ecos del indie noventero y ligeras pinceladas de música disco, en un trabajo que combina introspección, ironía y romanticismo.
“Si pensabas que el gran espectáculo era alocado, quizá deberías venir a echar un vistazo entre bastidores”, escribió Swift al anunciar el disco. Esa frase resume bien el espíritu del álbum, una especie de espejo donde la artista reflexiona sobre el precio de la fama, lanza críticas a la industria musical y muestra su lado más vulnerable. En paralelo, también hay amor, mucho amor: su relación con el jugador de fútbol americano Travis Kelce es la musa de la mayoría de sus singles.
Grabado entre los descansos del Eras Tour, The Life of a Showgirl suena más desenfadado y pegadizo que su predecesor, The Tortured Poets Department. En palabras de la propia Swift, “este álbum trata sobre lo que sucedía entre bastidores en mi vida interior durante la gira, que fue tan exuberante, eléctrica y vibrante”. Dividido en dos bloques temáticos, el disco dedica seis canciones al amor más puro y apasionado, y otras seis a la parte más oscura de la fama, la exposición y las heridas emocionales que deja.
Segundos significados
Cartas de amor a Kelce
El amor siempre ha sido lo que las letras de Swift han ansiado invocar. Y finalmente, parece haberlo conseguido en su vida real. Entre las piezas más personales destaca The Fate of Ophelia, inspirada en la figura trágica de Ofelia, la artista reinterpreta la historia desde la esperanza y la estabilidad emocional que le aporta su actual pareja. En esa misma línea se sitúan Wi$h Li$t, con un guiño al Real Madrid, Honey y Wood, tres temas en los que Swift mezcla humor, sensualidad y ternura para retratar su relación con Travis Kelce desde distintos ángulos.
Un ídolo y un dardo envenenado
Pero no todo en este álbum es romance. También es admiración. En Elizabeth Taylor, segundo corte del disco, la cantante se mira en el espejo de la legendaria actriz de Hollywood para hablar de vulnerabilidad y exposición mediática. Ambas, sugiere Swift, han vivido bajo el escrutinio público y han sido amadas y juzgadas con la misma intensidad. Al contrario, en Father Figure, lanza un dardo envenenado a una decepción, singularmente relacionada con la industria musical, retratando a esos hombres que prometen éxito a cambio de obediencia. Muchos fans han interpretado la canción como una referencia directa a Scooter Braun, el empresario que compró los derechos de sus primeros discos.
¿Qué es un disco de Taylor sin pullitas?
Finalmente, uno de los temas más comentados desde el lanzamiento ha sido Actually Romantic, que muchos oyentes han leído como una respuesta elegante -pero afilada- a Charli XCX y su canción Sympathy Is a Knife. Swift, con ironía y humor, canta sobre descubrir que alguien ha mantenido contigo una relación “adversarial y unilateral” sin que tú lo supieras.
El fantasma de Blake Lively
Muchos creyeron que la canción Cancelled! o Ruin the Friendship estaba dedicada a su amistad con Blake Lively tras una polémica en el rodaje de Romper el círculo. Sin embargo, parece que la canción en realidad trata sobre un romance adolescente y no guarda relación con la actriz. Por lo que todos podemos respirar tranquilos.
Una vez más, Taylor Swift mantiene su promesa de que el «show must go on«, y sinceramente, nunca defrauda. Menos aún a su bolsillo, ya que cuenta con un patrimonio aproximado de 1.600 millones de dólares.
