Como alguien que lleva varias décadas siguiendo las tendencias monetarias, es fácil ver cómo se repiten una y otra vez los mismos temas.
Y muchos de estos mitos aparecen una y otra vez porque la gente cree firmemente en ellos. Han crecido con estas creencias y, en ocasiones, incluso se han beneficiado de ellas, lo que hace especialmente difícil convencerles de que están equivocados.
Aquí hay cinco mitos sobre el dinero en los que mucha gente cree y se niega a renunciar.
1/ Alquilar es tirar el dinero
Alquilar o comprar una casa es uno de los mayores debates en las finanzas personales. Comprar una casa se considera la piedra angular del sueño americano.
La realidad es que tu situación personal dicta lo que tiene más sentido y comprar no siempre es la opción correcta. Hay muchos aspectos de la propiedad de una vivienda de los que la mayoría de la gente nunca habla.
Puede que te convenga más alquilar, ya que te da flexibilidad para mudarte fácilmente. También te afectan menos muchos de los costes ocultos de ser propietario de una vivienda, como el mantenimiento y las reparaciones. Si tu alquiler es inferior al pago hipotecario típico, puede que te convenga más alquilar e invertir la diferencia.
Ser propietario de una vivienda te da un mayor control sobre tu situación de vida, ya que no estás sujeto a las decisiones del arrendador. Obtienes beneficios fiscales por pagar una hipoteca y, con el tiempo, acumulas propiedad y patrimonio en tu vivienda.
Independientemente de lo que elijas, alquilar no es tirar el dinero. Es simplemente una decisión financiera.
2/ Las tarjetas de crédito y las deudas son malas
Las tarjetas de crédito no son el enemigo y, cuando se utilizan de forma responsable, permiten obtener recompensas y crear un historial crediticio que puede ayudarte a conseguir una hipoteca con un tipo de interés más bajo u otros préstamos.
La deuda es una herramienta que debes utilizar para alcanzar tus objetivos. La dificultad surge cuando te lleva a gastar en exceso y a comprar más de lo que deberías. La simplicidad de pasar una tarjeta de plástico y comprar algo que deseas es muy difícil de superar.
No son las tarjetas de crédito y las deudas lo que es malo, sino la facilidad con la que permiten un mal comportamiento.
3/ El café con leche de la mañana es la razón por la que no puedes jubilarte
Cuando David Bach escribió The Latte Factor, fue aclamado porque mostraba cómo nuestros comportamientos inconscientes y automáticos saboteaban nuestras finanzas. Si bien eso es cierto, comprar el café de la mañana en la cafetería local fue ridiculizado como la razón por la que no podíamos jubilarnos.
La realidad es mucho más matizada y, aunque el gasto automático sigue siendo malo, es poco probable que el café de la mañana sea la verdadera razón. Quieres ser más consciente de tus gastos, pero, como ha señalado Ramit Sethi en innumerables ocasiones, deberías hacerte preguntas de 30.000 dólares y no de tres.
No gastes sin pensar, pero tampoco te centres exclusivamente en las pequeñas cosas.
4/ Hay que ser rico para invertir
Hace treinta años, invertir era caro. Cuando abrí mi cuenta Roth IRA en 1998, me costaba 20 dólares realizar una operación bursátil en Vanguard.
Hoy en día, sería difícil encontrar un corredor que cobre tanto. ¡La mayoría no cobra nada!
Y con los fondos indexados de bajo coste, cuesta aún menos. El ETF Total Stock Market de Vanguard solo cobra un 0,03% anual como ratio de gastos y se puede invertir desde tan solo un dólar. Eso significa que por cada 10.000 dólares que inviertas en ese ETF, pagarás tres dólares al año. Es menos que una taza de café.
Puedes y debes empezar a invertir lo antes posible.
5/ Tu casa es tu mejor inversión
Durante décadas, he oído este mito. La realidad es muy diferente.
La rentabilidad histórica de los bienes inmuebles no es tan impresionante como la de otros activos. Según los datos recopilados por Aswath Damodaran en la Universidad de Nueva York, la tasa de rentabilidad histórica de los bienes inmuebles desde 1928 hasta 2024 superó la inflación, pero quedó muy por detrás del mercado de valores.
La razón por la que persiste este mito es doble. En primer lugar, la vivienda suele representar un ahorro forzoso. Se exige el pago mensual de la hipoteca, pero no se exige contribuir a las inversiones.
En segundo lugar, a menudo nos olvidamos de los costes ocultos de ser propietario de una vivienda. Hay que añadir el coste del mantenimiento y las reparaciones de los sistemas de la vivienda. Cada pocos años, habrá que sustituirlos. Luego está el coste del seguro de vivienda y los impuestos sobre la propiedad. Por último, están las comisiones de los agentes inmobiliarios por la venta.
Todos estos son gastos que la gente suele olvidar cuando habla de cuánto ha ganado con sus viviendas.
En la vida hay muy pocas verdades universales. Hay que tener cuidado cuando alguien ofrece consejos como si fueran absolutos, porque hay muy pocos. Lo que puede ser cierto para una persona, puede no serlo para otra.
