Los viajes y el turismo son mucho más que una simple actividad económica. Se trata de un flujo de ideas, culturas y personas que remonta la humanidad y, en la actualidad, se ha convertido en una de las industrias más determinantes para la prosperidad global. España, como país abierto y diverso, sabe bien que el turismo es también identidad y futuro. En cada ciudad, en cada playa, en cada monumento, se refleja la capacidad de esta industria para conectar a quienes nos visitan con nuestra historia y con la manera en que queremos proyectarnos al mundo.
El turismo contribuye significativamente a la economía española con cerca de un 12 % del PIB. Pero no podemos quedarnos simplemente en ese indicador económico. Tras este, hay cerca de tres millones de familias a las que aporta estabilidad y expectativas de futuro. Además, es la base de grandes cadenas de valor en transporte, hostelería, comercio y cultura, que dotan de cohesión territorial y dinamismo a las distintas regiones de España.
Pero su aportación no se limita solo a lo económico. Una de las mayores fuerzas para el entendimiento entre los pueblos es el turismo. Cada viajero que cruza una frontera se convierte en un puente entre idiomas, tradiciones y formas de vida. Como destino de más de 94 millones de turistas internacionales en 2024, España confirma que es una tierra en la que conviven todo tipo de patrimonios, creatividad y hospitalidad. Esta apertura ha forjado la reputación de nuestro país como un Estado democrático, referente en modernidad y convivencia.
El impacto personal del turismo también es profundo. Viajar transforma: despierta la curiosidad, amplía los horizontes, y proporciona aprendizajes vitales. La industria que lo hace posible, pues, no sólo impulsa a las economías, sino que también orienta un desarrollo humano a mayor escala. Cada experiencia compartida entre anfitrión y visitante construye sobre la base de una sociedad más abierta y tolerante.
Sin embargo, al reconocer estos beneficios no se pueden obviar los problemas. El primero, la sostenibilidad medioambiental. La superexplotación de destinos turísticos, el uso excesivo de recursos naturales, o las emisiones de transporte, exigen que debamos repensar las formas de hacer las cosas y que evolucionemos hacia modelos más responsables y sostenibles. Según la Organización Mundial del Turismo, el crecimiento desordenado puede poner en peligro al propio sector. En este sentido, España viene adoptando decisiones estratégicas, al impulsar planes de sostenibilidad turística para los destinos y promover inversiones en innovación vinculadas a modelos de economía circular.
El segundo problema es de carácter cultural. Si el turismo representa una oportunidad excepcional para dar a conocer nuestras raíces, también puede resultar en la pérdida de autenticidad si se limita a un consumo pasajero. La presión ejercida sobre los centros históricos o la estandardización de la oferta son riesgos que requieren sensibilidad y cooperación entre las administraciones públicas, el sector privado y las comunidades locales. La clave radica en proteger la identidad de cada lugar, y asegurarse que el visitante descubra y respete su autenticidad y valore la singularidad de lo que encuentra.
En el ámbito comunitario y ciudadano, el turismo plantea una necesidad de equilibrio entre habitantes y visitantes. En algunas ciudades especialmente exitosas, el crecimiento del turismo está aumentando la presión sobre la vivienda, la forma de consumir recursos, el uso de espacios públicos y la movilidad. La respuesta no pasa por frenar el turismo, sino en controlarlo de forma inteligente, con regulación equilibrada y diálogo constante entre todos los actores implicados. De este modo, aseguraremos que el turismo siga siendo fuente de bienestar y prosperidad compartida.
Pero al mismo tiempo que existen estos retos, también hay oportunidades. La digitalización está cambiando la manera de viajar y de ofrecer servicios; la diversificación hacia el turismo rural, cultural o de experiencias, abre nuevos horizontes. España, con su tradición y capacidad de innovación, se halla en una posición inmejorable para liderar estas transformaciones y demostrar que un turismo sostenible, competitivo y humano es posible.
En Ávoris creemos firmemente en ese horizonte. Nuestro firme compromiso se refleja en cada esfuerzo por conectar personas y destinos de manera sostenible, en cada inversión en tecnología y en cada alianza con las instituciones públicas y privadas. Tenemos la convicción de que el turismo, para seguir siendo motor de progreso, tiene que cuidarse, renovarse y reconocerse en toda su complejidad.
Hoy, al hacer balance del papel del turismo en España y en el mundo, quiero felicitar y dar las gracias a los millones de profesionales y empresarios que hacen posible esta actividad cada día. Desde quienes tratan con los viajeros a pie de calle, hasta quienes planifican y dirigen proyectos estratégicos. Todos forman una parte de una gran maquinaria que sostiene nuestra economía y enriquece nuestra sociedad. Gracias a su esfuerzo, España no sólo recibe visitantes: comparte su cultura, diversidad y hospitalidad con el mundo.
Carlos Garrido de la Cierva es director general de Relaciones Institucionales, Comunicación y Marketing Corporativo de Ávoris.
