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Más allá del gol: las inversiones menos conocidas del fútbol mundial

Y es que tras años de ingresos millonarios, lo que determina el futuro de un jugador retirado no es cuánto ganó, sino cómo supo administrar y multiplicar su patrimonio.

Forbes España

El fútbol jugado a nivel profesional por nuestros ídolos no es sólo un deporte: es también una plataforma para acumular fortunas y riquezas inmensas. Sin embargo, la carrera de un futbolista de élite es corta. A los 35 o 38 años la mayoría ya está pensando en el retiro, salvo casos extraordinarios como el de Cristiano Ronaldo, que sigue compitiendo al máximo nivel. Más allá de esa etapa, muchos jugadores deben reinventarse: algunos optan por ser entrenadores o asumir cargos directivos, como Zlatan Ibrahimović, hoy asesor sénior de la propiedad del AC Milan. Pero la gran pregunta es qué pasa con aquellos que prefieren otro camino: el de convertirse en empresarios.

Y es que tras años de ingresos millonarios, lo que determina el futuro de un jugador retirado no es cuánto ganó, sino cómo supo administrar y multiplicar su patrimonio. Ejemplos de malas gestiones abundan, desde John Arne Riise hasta Paul Gascoigne, quienes dilapidaron sus fortunas. Pero en la otra cara de la moneda encontramos historias de éxito empresarial que demuestran que el talento y la visión también pueden brillar fuera del césped.

De la cancha a la empresa: pioneros con visión

Uno de los casos más conocidos en España es Gerard Piqué, quien transformó su pasión por los negocios en un conglomerado: Kosmos Holding. A través de ella se involucró en la renovación de la Copa Davis, fundó la exitosa Kings League y compró el FC Andorra. Su apuesta por los esports y formatos innovadores lo convierten en un empresario de referencia, más allá de su legado futbolístico.

Más allá de los títulos y las porterías defendidas en su carrera, más allá de su nueva y dudosa carrera como cantante, inesperadamente está él. Sergio Ramos, que ha ido construyendo en silencio otra faceta: la de coleccionista. Desde hace años dedica parte de su fortuna a adquirir obras de artistas contemporáneos reconocidos y a formarse en un terreno que para muchos futbolistas es inusual. Su pasión lo ha llevado a recorrer ferias internacionales y a rodearse de asesores especializados para dar coherencia a su colección. Hoy, varias de esas piezas conviven en espacios privados que ha diseñado como galerías personales, con la idea de que ese patrimonio crezca en valor con el tiempo. Su colección incluye piezas de nombres consolidados (Manolo Valdés, Juan Genovés, Alex Katz, Phil Frost e incluso piezas atribuidas a Banksy)

Lo interesante: a diferencia de otros lujos efímeros, el arte puede transformarse en un legado cultural y en una inversión sólida si se gestiona con visión de largo plazo.

Mathieu Flamini, es un jugador que ha pasado del medio campo a la química sostenible. El exjugador francés sorprendió a todos cuando, mientras aún competía en la Premier League, anunció que había cofundado GFBiochemicals, una compañía centrada en producir biocombustibles y químicos renovables a gran escala. Su apuesta no tiene nada de cosmético: se trata de investigación científica aplicada a la industria, con impacto en la transición energética.

Cristiano Ronaldo con su marca global llamada CR7. Cristiano Ronaldo no solo es uno de los mejores delanteros de la historia; también es un empresario con olfato. Con la marca CR7 ha lanzado líneas de ropa, fragancias y gimnasios. Además, en sociedad con el grupo Pestana, posee una cadena de hoteles que ya opera en varias ciudades del mundo. Su museo en Madeira y sus clínicas de estética completan un ecosistema empresarial que gira en torno a su imagen. Cristiano entendió antes que nadie que su nombre es una franquicia y lo ha convertido en una máquina de generar ingresos en distintos sectores.

Martin Braithwaite ha pasado del Barça al ladrillo. El delantero danés, recordado por su paso por el FC Barcelona, ha protagonizado titulares por sus inversiones inmobiliarias en Estados Unidos. A través de la empresa familiar que fundó junto a su tío, ha participado en proyectos residenciales y comerciales que, según informes públicos, han alcanzado un valor de cientos de millones de dólares. Aunque las cifras han sido motivo de debate, lo cierto es que Braithwaite no se conformó con ser un “jugador de paso” y se aseguró un lugar en el mundo de los negocios. Su caso muestra cómo una buena estrategia inmobiliaria puede dar estabilidad y crecimiento incluso cuando la carrera deportiva es corta o irregular.

Por supuesto, no podía faltar David Beckham, probablemente uno de los pioneros del «nuevo fútbol», que ya durante los últimos años de su carrera logró promocionar su imagen y allanar el camino a muchos futbolistas que tomaron como ejemplo a la estrella británica en el mundo de los negocios. Tras retirarse, consolidó acuerdos de licencia y marketing global con su marca personal y, además, se convirtió en copropietario de Inter Miami CF, franquicia de la MLS que hoy es conocida en todo el planeta gracias a la llegada de Lionel Messi. La combinación de visión deportiva y atractivo comercial lo ha mantenido en el centro de la conversación más de una década después de dejar de jugar. David Beckham ganó casi 85 millones de euros entre patrocinios e ingresos de Netflix por el documental que lleva su nombre también coproducido con Studio 99, una de sus empresas, .

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