Invertir es un verbo que para muchos españoles es sinónimo de complejidad. Sin embargo, cada vez lo es menos. Ejemplos como el de VisualFaktory así lo remarcan. Y es que, lo que comenzó siendo el mayor grupo de medios sobre economía, política y finanzas de Youtube en español, con canales como VisualPolitik o VisualEconomik, hoy se ha consolidado como una escuela de formación titulada que cada vez atrae a más alumnos. Sobre ello, Oscar García, co-fundador del proyecto, da las claves a Forbes en una conversación donde se habla de divulgación, economía y un proyecto marcado por la ambición y el conocimiento.
¿En qué momento sentiste que el proyecto educativo de VisualFaktory dejaba de ser un experimento para convertirse en una pieza estratégica capaz de transformar vuestro ecosistema mediático?
En el fondo sabía que lo que estábamos haciendo podía romper el mercado, de hecho, en un programa en directo que hicimos con Juan Rallo, hablando de la formación, nos dijo literalmente: “Habéis roto el mercado”. Ese fue el objetivo desde el principio. Teniendo en cuenta el medio tan grande que habíamos construido en Youtube, con más de 15 millones de visitas mensuales en nuestros contenidos sobre economía, finanzas y política… No había alternativa; o hacíamos lo mejor o no hacíamos nada.
Llega un punto donde la gente confía tanto en ti que ese es tu mayor activo. No puedes ser el segundo, tienes que ser el mejor y con diferencia. Eso es para lo que trabajamos, y esa sensación de “lo hemos hecho” vino enseguida. Abrimos las matrículas y en media hora se apuntaron 500 personas. A los cuatro días tuvimos que cerrar las inscripciones de la primera edición porque simplemente no podíamos abarcar más alumnos. Veremos qué pasa con esta segunda edición.
El sector de la formación en inversión está lleno de promesas vacías. ¿Cómo conviven en ti el emprendedor que quiere crecer y el divulgador que no quiere defraudar la confianza de su audiencia?
Van de la mano. Un emprendedor tiene que ser consciente de sus ventajas competitivas. La más importante que teníamos nosotros la estuvimos construyendo durante casi diez años a través de nuestros medios: la confianza y respeto de quienes nos siguen (e incluso de quienes discrepan de nuestros análisis pero valoran nuestra profesionalidad). De hecho, la idea de crear un departamento formativo no empezó – ni se va a quedar – en las finanzas.
Teníamos claro que queríamos hacer contenido educativo, pero al principio descartamos la formación financiera precisamente por miedo a la mala fama del sector. No había formaciones online en finanzas con claras garantías de calidad, es que ni siquiera en las universidades españolas había ningún programa diseñado para aprender a invertir con seguridad, conocimiento y diversificación.
Y dándonos cuenta de esto, sabíamos que si alguien podía cambiarlo éramos nosotros. Nos aliamos con la Universidad de las Hespérides, diseñamos el programa, aprovechamos nuestra red de contactos para contratar a los mejores profesionales en activo para dar las clases, pusimos un precio accesible a todo el mundo… y aquí estoy ahora, explicándolo en Forbes.
Aprender de finanzas se está convirtiendo en una prioridad para los que ven lo que está pasando en el mundo
En un mundo donde los diplomas a veces pesan más que el conocimiento real, ¿qué papel crees que debe jugar la acreditación universitaria en la formación del futuro?
Creo que es fundamental. De hecho, colaborar con una universidad española para hacer un programa que otorgara créditos oficiales fue una condición que mis socios pusieron desde el primer día. Una acreditación universitaria, nos guste más o menos, es una referencia importante para el mercado laboral. Nuestros alumnos no solo entran para aprender a invertir con seguridad, sino también porque saben que los contenidos que se imparten luego son muy útiles para desarrollar sus carreras.
Teníais millones de suscriptores, pero eso no garantiza miles de matrículas. ¿Qué aprendisteis sobre la delgada línea entre ser un espectador pasivo y dar el salto a invertir tiempo, dinero y esfuerzo en aprender?
Lo que aprendí es que si haces las cosas bien, si aportas valor de verdad a la gente… tendrás éxito sí o sí. La obsesión por el producto es la pieza fundamental de cualquier proyecto empresarial. Es evidente que cada vez más gente necesita saber cómo gestionar sus ahorros: el problema de las pensiones, los salarios estancados que obligan a buscar formas alternativas de ingresos, la falta de confianza por el futuro… Aprender de finanzas se está convirtiendo en una prioridad para los que ven lo que está pasando en el mundo, más aún cuando el sector de la inversión es un apestado del sistema educativo. Nosotros simplemente pusimos todo en el asador para resolver ese problema, y los resultados lo dicen todo.
España ha sido históricamente un país con baja educación en finanzas. ¿Crees que proyectos como el vuestro están moviendo la aguja cultural o todavía chocan contra un techo de cristal social y político?
Creo que sí. Más que por la formación, por todo lo que veníamos haciendo antes. Nuestros canales se convirtieron en una referencia precisamente por hablar de todo lo que se deja aparcado en los medios convencionales.
De todas formas, creo que la aguja cultural la mueven los propios hechos: No es casualidad que cuanto menos confianza se tiene en las instituciones más se interese la gente por las finanzas. No es casualidad que los más jóvenes, que son quienes más sufren los problemas políticos y económicos, sean también los que más se esfuerzan en aprender las herramientas para sobrevivir al sistema. En todo caso, nosotros solo ponemos en orden las ideas que, en el fondo, todo el mundo presiente. Y la formación es tan solo una herramienta a disposición de quién la necesite.
Facturar más de 4,5 millones en cuatro días suena a historia de Silicon Valley, no a formación universitaria en español. ¿Cómo se gestiona emocional y operativamente ese “Big Bang” inicial?
Bueno, quizá lo que no ve mucha gente detrás de los números es a las personas. Nos tocó sufrir mucho preparando el proyecto. En el mes previo al lanzamiento me levantaba y acostaba trabajando, jornadas constantes de 16 horas para que todo estuviera listo… no fue sencillo.
Parece absurdo, pero uno siente más felicidad porque el público ha valorado su trabajo que por el dinero. La cifra de 4,5 millones sorprende, pero lo que te hace feliz – o al menos a mi – es el sentimiento de superación personal y de haber sido lo suficientemente innovador como para haber barrido el mercado.
Con el resto de negocios de nuestra empresa me podría retirar mañana, con 28 años, y vivir bien el resto de mi vida. No necesito más. Pero en el mundo empresarial, si te van bien las cosas, llega un momento donde el dinero deja de tener valor por si mismo y pasa a tener valor como un medidor de “cuánto valora la sociedad tu esfuerzo”. Cuando llegas a ese punto entiendes por qué personas archimillonarias siguen y siguen trabajando y queriendo ganar más. No es por tener más caprichos o lujos, es por autosuperación y por querer dejar un legado.
Decís que el precio es accesible, pero sigue siendo una barrera para muchos. ¿Dónde trazas la frontera entre la vocación de democratizar y la necesidad de sostener una empresa?
En realidad no pusimos un precio con el objetivo de “sostener la empresa”. Más bien, el problema de poner un precio todavía más bajo es que no hubieran entrado 3.160 alumnos, igual hubieran entrado 10.000. Esa fue nuestra principal barrera limitante.
En la plataforma de la formación damos asistencia individualizada a los alumnos, y si la cifra bailaba entre 2.000-3.000 matriculados podíamos apañarlo contratando más profesores, pero si subía mucho más hubiera sido bastante más complicado. En parte, también por ese motivo solo abrimos las matrículas durante cuatro días. Es la única formación de la universidad con un plazo tan corto para poder matricularse.
Por otra parte, eso tuvo otro problema, y es que mucha gente se quedó fuera porque llegó tarde a las matriculaciones, y ahora hay una lista de espera importante para la segunda edición, por eso la hemos adelantado a Octubre de 2025 en lugar de esperar a 2026.
La IA ayudará, pero en formaciones de alto valor no sustituirá a las personas
Habéis reunido a académicos, consultores y divulgadores con miles de seguidores. ¿No temes que la fuerza de esas figuras eclipse la identidad propia de Visual Faktory?
En absoluto. Y si así fuera, tampoco me preocupa demasiado. Nunca hemos querido ser protagonistas, ni siquiera en nuestros medios. Es más, somos de los pocos ejemplos en Youtube donde hay tres presentadores en un mismo canal. No nos importa ser o no el centro de atención. De hecho, un objetivo para esta segunda edición es que la formación cobre fuerza por sí sola, como marca independiente. Hemos sumado caras conocidas como Juan Rallo, José Elías, Marc Urgell, Pau Antó, Miguel Anxo Bastos… todos creen en el proyecto y para mi eso es lo importante.
Con inteligencia artificial, simuladores de inversión y plataformas interactivas en auge, ¿cómo imaginas que será la experiencia formativa en 2030 y qué lugar ocupará lo humano en ella?
Lo humano es fundamental y creo que lo seguirá siendo. Una diferencia entre las clásicas formaciones online y nuestro programa es la clase en directo. El 90% de nuestro contenido se emite en directo, como si fueran clases tradicionales de universidad, y luego queda grabado y transcrito en apuntes para los que no puedan asistir a la clase. Esto es mucho más caro de producir, sería más cómodo, sencillo y rentable grabar clases guionizadas y explotar la formación sin asumir nuevos costes. Sin embargo, entendemos que la interacción profesor-alumno es fundamental.
Con las clases en directo se pueden resolver dudas, hacer encuestas, ejercicios colaborativos, educación “gamificada”, pequeños concursos tipo trivial entre alumnos… Es un mundo de diferencia, donde además, los propios estudiantes pueden interaccionar en las clases entre sí creando un ambiente espectacular.
La IA puede resolver muchas cosas, por ejemplo, tenemos un asistente de IA programado específicamente para ayudar con dudas, preparar y corregir ejercicios, ayudar a profundizar en determinados temas… pero la asistencia tú a tú personalizada de nuestros profesores con los alumnos es insustituible, aunque sea solo por la seguridad percibida del estudiante de ser atendido por una persona de carne y hueso. La IA ayudará, pero en formaciones de alto valor no sustituirá a las personas –al menos en el medio plazo–.
Más allá de la empresa, ¿qué legado te gustaría dejar en el terreno de la educación financiera en español? ¿Un negocio sólido, una comunidad crítica o un cambio cultural de largo plazo?
Si pudiera elegir renunciaría a todo por un cambio cultural a largo plazo. Sin embargo, creo que, dadas las características políticas, demográficas y electorales de mi país, eso no sucederá. Por tanto, si tengo que conformarme con algo, que sea ayudar al máximo número de personas posible a que, de una forma u otra, le vaya un poquito mejor en la vida.
